Capitulo 2

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  Brisbane, Australia, 1930


Al final celebraron el cumpleaños de Nell en el edificio de los Forester,en Latrobe Terrace. Hugh había sugerido en nuevo salón de la clase pero Nell asiéndose eso de su madre, había dicho que era una tontería meterse en gastos superfluos, especialmente ahora en que los tiempos eran tan difíciles. Hugh accedió, pero en cambio insistió en que ella encargara a Sydney las de encaje especial que sabia le apetecían para su vestido. Lil le había metido esa idea en la cabeza antes de morir. Se había inclinado y,tomando su mano, le había mostrado el periódico donde salia la dirección de la calle Pitt, explicándole lo fino que era el encaje, cuanto significaría para Nellie y aunque pareciera extravagante, podría reutilizarse para el vestido de novia, cuando llegara el momento. Después había sonreído, y fue como si volviera a tener dieciséis años, ya que le dejo embelesado.

Lil y Nell habían estado trabajando en el vestido de cumpleaños desde hacia un par de semana. Por las noches, cuando Nell regresaba a casa de la tienda de los periódicos, tomaban te y las hermanas pequeñas peleaban en la terraza al tiempo que una multitud de mosquitos anegaba el aire de la noche asiendo que uno sintiera enloquecer por el zumbido. Nell tomaba su canasta de costura y acercaba su silla a la cama de su mama que estaba enferma. Hugh a veces la escuchaba, riendo de algo que había sucedido en la tienda: una discusión que Max Fitzsimmons había tenido con un cliente o la ultima dolencia de la señora Blackwell, o las travesuras de los mellizos de Nancy Brown. Permanecía cerca de la puerta, llenando su pipa de tabaco y escuchando mientras Nell bajaba la voz, rebosante de satisfacción al contar algo que había dicho Danny. Alguna promesa que había hecho sobre la casa que iba a comprarle cuando se casaran, el automóvil al que le había echado el ojo y su padre creía poder conseguir por poco dinero porque era una bicoca, la ultima batidora de la tienda McWhirter.

A Hugh le gustaba Danny: no podía pedir mas para Nell, lo cual no estaba nada mal,teniendo en cuenta que desde que se conocieron eran inseparables.El verlos juntos le recordaba sus primeros años con Lil. Habían sido felices como alondras, en la época en que el futuro se extendía radiante frente a ellos. Y había sido un buen matrimonia. Habían tenido sus momentos de prueba, al principio, antes de la niñas,pero de una o otra forma lo habían superado...

Con la pipa,llena, y sin excusas para  seguir ahí, Hugh se retiro.retiro. Buscarían un sitio para acomodarse en el sitio mas tranquilo de la terraza delantera, un lugar oscuro en donde poder sentarse en paz, o tan cerca de la paz como fuera posible en una casa desbordante hijas ruidosas, cada una excitable que la anterior. Sólo el y su matamoscas en el alfeizar de la ventana, en caso de que los mosquitos se acercaran demaciado. Y después seguirían sus pensamientos, los cuales volvían invariablemente hacia el secreto que había guardado todos estos años.

Pero el momento ya le había atrapado, podía sentirlo. La presión, largamente mantenida a raya, había comenzado, desde hacia poco, a aumentar. Ella tenía casi veintiún años, una mujer adulta lista para comenzar su propia vida, comprometida para casarce, nada menos, que tenía derecho a conocer la verdad.

Sabía lo que Lil diría al respecto, motivo por el cual no se lo había contado. Lo último que quería es que Lil se preocupara, que pasará sus últimos días intentando convencerlo de que desistiera como había hecho con frecuencia en el pasado. 

A veces, mientras pensaba en las palabras que elegiría para hacer su confecion, Hugh se descubría deseando que fuera alguna de las otras niñas. Se maldijo entonces al reconocer que tenía una favorita, aunque fuera sólo para si.

Pero Nellie siempre había sido especial, muy distinta de las otras. Entusiasta e imaginativa. Más como Lil, pensaba con frecuencia, aunque, por supuesto, eso no tenía sentido.

El jardín olvidadoWhere stories live. Discover now