Capítulo 44: Las prisas no son buenas consejeras

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— Lo sé perfectamente. 

— Bueno... pues solo era eso. Cambia esa cara, anda... — fue a rodearla por la cintura y la expresión de Luisita se relajó. —  ¿Has podido escribir lo que tenías pensado?

— Más o menos.

— ¿Va bien la máquina de escribir?

— Sí, se nota un montón la diferencia.

— Qué bien — sonrió. — Antes del ensayo puedo pasarme por la librería a devolverle la suya a las chicas.

— No hace falta, ya se la he devuelto yo.

— ¿Y eso?

— He salido a dar un paseo para despejarme y ya he aprovechado. — se acercó a la mesa a por algo. — Y también me han dado una de estas.

— ¿Es la revista?

— Sí, acababan de volver de la imprenta de hacer el encargo y tenían unas cuantas.

— Ha quedado muy bien, eh — dijo echándole un vistazo.

— Sí... esperemos que a la gente le guste.

Amelia volvió a mirarla.

— Le va a encantar. — Luisita sonrió. — Has hecho un gran trabajo.

— Bueno, todas...

— Ya, pero lo tuyo tiene aún más mérito. — recalcó orgullosa. — Y esto es solo el principio, cada vez lo harás mejor.

— Ojalá... porque me sabe mal que tengan que perder el tiempo revisándolo y corrigiéndolo.

— No pierden el tiempo, el contenido merece la pena. — la agarró de la mano. — Venga, vamos a comer antes de que se nos haga más tarde. 

Luisita asintió y le dio un beso antes de salir.

Viernes, 28 de octubre de 1977

"A continuación procedemos a leer un comunicado emitido hace unos minutos por el cuerpo de policía del condado de Yorkshire:

Como ya sabéis, llevamos meses trabajando incansablemente para atrapar cuanto antes al conocido como "destripador de Yorkshire". Las investigaciones siguen su curso, sin embargo, nos dirigimos a la población de todo el país, especialmente a la de las zonas donde ya ha actuado, para solicitar su colaboración. Cualquier pista o sospecha puede resultar clave para resolver este caso y reestablecer el orden y la seguridad en nuestras calles.

Reiteramos nuestra solidaridad con las familias de las víctimas, a las que no olvidamos, y nuestro compromiso para que no se produzcan nuevos ataques. Es por ello que aconsejamos a todas las mujeres que eviten transitar por las calles durante la noche y que, de hacerlo, sea acompañadas por un hombre de su confianza. Si todos colaboramos podremos revertir esta situación y recobrar esa normalidad que tanto deseamos."

— Es increíble — dijo Luisita indignada mientras apagaba la radio porque prefería no seguir escuchando. — Esa es su gran solución, que nos encerremos todas en casa como si estuviéramos en un convento de clausura. 

— A ver, Luisita, cálmate. — le pidió su compañero John.

— ¿Qué me calme? ¿Cómo quieres que me calme? ¿Tú has escuchado lo que acaban de decir?

— Sí, y estoy de acuerdo contigo pero si sigues dándole al plumero de esa forma vas a acabar rompiendo algo, mujer.

Luisita paró, tomó aire y se giró para mirarle.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora