Capítulo 11: Castigo

Start from the beginning
                                    

—Y yo tengo la ligera sospecha de que te preocupas por Isahia más de lo que deberías hacerlo por un Aristócrata. Nunca confíes en un Aristócrata. Ni siquiera te fíes de la persona que tienes frente a ti ahora mismo, Iryna. El ser humano logra ser inmoral en la mayoría de sus ocasiones.

Ella frunció el ceño y él imitó su expresión.

—Yo...

El caballero la interrumpió sin permitirle expresar sus palabras.

—Perdóname si me adelanto a tus palabras, pero no es la primera vez que me dices cómo o debo hacer las cosas. Te lo consentí la primera vez. Me considero un hombre bastante paciente, pero comienzo a creer que tienes algo contra mí o mi mansión y mi paciencia pende de un hilo cuando me llevas la contraria. ¿Quieres que discutamos esto entre ambos? Te escucho.

Sabía que lo que estaba apunto de soltar se arrepentiría, sin embargo, vomitó las palabras ante la falta de escrúpulos que presenciaba:

—¿No está acostumbrado a escuchar diferentes opiniones? ¿O necesita que le den la razón sin debatir ningún argumento nunca para saciar su alto egocentrismo?

Hubo una pausa de silencio. Vaas tardó algunos segundos en mostrar una reacción. Pareció estudiar detenidamente cada palabra que desató.

Ella estuvo apunto de disculparse, hasta que vio a Vaas sonreír. No supo distinguir si aquella deslizante sonrisa desató a los miles demonios que llevaba dentro o le gustó que se revelase.

No hizo falta que argumentase nada más, porque el señor Boncraft dio por finalizada la conversación marchándose de allí, no sin antes inclinarse con cortesía para despedirse de una dama.

E Iryna quedó con la duda de si aquella ofensa provocó un castigo o lo tomaría por alto.

━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━

Como era costumbre, el señor Boncraft reunió a todos los Aristócratas en el gran salón para dar comienzo al próximo juego. En su izquierda permanecía Isahia y en su derecha Esteban. Iryna observó desde el centro la escena.

Vaas sacó desde el bolsillo de su traje un pañuelo de seda negro, alertando a los espectadores de la situación. Hecho aquel gesto, el remitente expresó:

—Este pañuelo será otorgado a un tercer jugador. Los lobos deben quitarle el pañuelo al cervatillo. Solo habrá un ganador.

Al parecer, Vaas había cambiado el juego de vida o muerte por uno más... suave. Iryna no comprendió su cambió de parecer. Imaginó que sus palabras lograron causar algún impacto. Él continuó hablando:

—Este juego se realizará en el exterior, en el laberinto barroco. El laberinto solo posee una vía correcta para salir de él. Uno de los lobos debe salir del laberinto con el pañuelo. Si el cervatillo sale aún con el obsequio, ninguno ganará.

De manera imprevista, el señor Boncraft alzó su mano hacia el frente en dirección a Iryna, esperando que tomara su mano. Los ojos avizores estudiaron a la aristócrata con cierta envidia, salvo Dario y Astrid, que ambas parejas se miraron cómplices. La segunda observó a Vaas sin querer comprender lo que le ofrecía. El primero le sonrió con altanería.

—Tú serás el tercer jugador, mademoiselle —anunció.

Isahia abrió sus ojos con cierto asombro, pero no mostró más signos de sorpresa. Quizá no quería que nadie supiera sus emociones.

Jugar a salir de un laberinto con un pañuelo en mano no sonaba tan descabellado en comparación con lo que había visto. Lo que podía suceder de forma desprevenida era algún truco macabro dentro del juego, en el que dejara mostrar la sangre fluir por el cuerpo humano. Porque los juguecitos de Vaas nunca se sabían que as bajo la manga contenían. Siempre una trampa estaba al acecho.

Los segundos pasaban e Iryna no tomaba la mano de Vaas. Isahia le hizo un ademán de forma disimulada con los ojos para que lo hiciera de una vez. Ella tomó su mano.

Boncraft una vez hizo contacto físico con ella, le dio un leve tirón para que se posicionara a su lado. A ella se le escapó un gemido por sorpresa.

—¿Me está castigando? —masculló en su dirección.

—¿Te gusta ser castigada, bambi? Porque a mí me encanta —bisbiseó él con cierta burla. Solo ambos fueron cómplices de aquello.

Ella tragó saliva, alerta. Entendió que, por haberle expresado aquella ofensa hacia su persona horas atrás, Vaas Boncraft jamás lo dejó pasar por alto. Y su castigo era ser cómplice en un juego que no era la protagonista.

Vaas le obsequió el pañuelo de seda negra en sus manos. Después, el varón se mordió su labio inferior, juguetón.

—Y el juego comienza...

Tres, dos uno...

—¡Ya!

Iryna salió disparada como alma llevada por el diablo con el pañuelo en mano, viendo como Isahia y Esteban la seguían detrás queriendo arrebatárselo. Salió al exterior muy deprisa y se adentró en el laberinto sin pensárselo dos veces.

Lo que estaba apunto de suceder traería consecuencias.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


El Club de los Aristócratas ©Where stories live. Discover now