Capítulo 11: Castigo

Start from the beginning
                                    

—¡Traidor! —exclamó—. ¡Te lo confesé en confianza!

Solo ambos eran cómplices de dicha información.

—Nadie es dueño de nadie —expresó el otro—. Todos queremos subir a lo alto, Aristócrata.

Pronunció aquellas últimas palabras, recordándole lo que eran. Él sintió la deslealtad. Esteban más de una vez conversó que no le atraía Madame Delphine, que incluso le tentaba más Astrid Salamanca, ya que el hecho de que aquella muchacha estuviera comprometida con Darío, le excitaba provocar su relación. Pero esta última nunca cayó en la seducción que el otro le brindaba.

Ahora entendió cuáles eran sus verdaderos propósitos. Y se sintió muy necio al confiar en un aristócrata tan hipócrita como él.

—¿Qué ven mis ojos? ¿Un rival? —Cuestionó sin dejar de mirarlo con desafío.

A fin de cuentas, todos buscaban lo mismo: ser los más grandes.

Vaas, atraído de la relación de ambos aristócratas, irrumpió la conversación haciendo un ademán con sus dedos, tomando los rumbos de la conversación en su poder. Se colocó en medio de ambos varones y los estudió con preeminencia.

Luego, Vaas, manifestó:

—Lamentablemente el sentimiento de traición es una aflicción que el ser humano debe soportar, al menos, un par de veces en la vida. Ni el ángel más puro y bello se libra de ser apuñalado por la espalda —Observó, durante un microsegundo, a su aristócrata ganadora.

«¿Me busca con la mirada después de expresar tremendas palabras?», pensó la muchacha.

Él, continuó:

—Queridos Aristócratas: Os tengo un juego de vida o muerte preparado para ambos. Estoy seguro de que uno de ustedes dará lo mejor de sí. Reúnanse en el salón principal a las siete de la tarde y daré comienzo al juego.

Ambos estuvieron de acuerdo sin expresar una sola palabra más. Sus miradas desafiantes hablaban por sí mismos.

El señor Boncraft no tuvo nada más que añadir y se retiró de la biblioteca. Iryna lo siguió detrás.

Madame Delfine la observó de soslayo sin emitir ningún gesto ni palabra.

━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━

—¡Señor Boncraft! —Lo llamó ella, interrumpiendo sus pasos.

Vaas giró sobre su eje, escondió sus manos en los bolsillos de su pantalón y ladeó su cabeza, atendiendo al llamado. Su sonrisa sibilina y su postura desinteresada no pasaba desapercibida.

—¿Sí, Bambi? —cuestionó, dubitativo. Su voz de locutor era algo imposible de no destacar. La musicalidad de su lenguaje bailaba por sus cuerdas vocales.

Iryna se detuvo frente a él.

—Entiendo que Isahia deba jugar, pero, ¿por qué tan de repente? ¿Qué se supone que ha hecho para enfrentarse a un juego de vida o muerte?

Él dio dos pasos, aproximándose a la joven. Desde su altura la observó. Iryna alzó la mirada. Sus ojos castaños y redondos en cierto modo le recordaba a los de un cervatillo indefenso. Boncraft se mordió el labio inferior, juguetón.

Luego, manifestó:

—La verdadera pregunta es: ¿Qué no está haciendo Isahia? Se está quedando atrás, Iryna. Debe mejorar. Es por su bien.

Ella agarró aire en sus pulmones, preparada para rebatir.

—Tengo la clara certeza de que usted podría haber empleado un juego mucho más elegante que hacerle jugarse la vida —escupió sus palabras.

El Club de los Aristócratas ©Where stories live. Discover now