six

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CHAPTER SIX
dracarys
(año 111 d.C)




Había un alboroto de voces que irritaba los oídos de Rhaegar cuando despertó, con el pensamiento de que durmió por lo menos unas siete lunas. La suave sensación bajo su cuerpo le indicó a Rhaegar que estaba en sus aposentos, recostados en la cama de plumas y sedas traídas desde Myr por la cual Rhaenyra tanto discutió con él, incluso si era ella quien tenía la recamara más grande en el Torreón de Maegor. 

Un sonido adolorido escapó de sus labios agrietados. Las voces a su alrededor sólo aumentaron de volumen cuando una mujer gritó que se había despertado, ganándose de inmediato el odio de Rhaegar por el atrevimiento de no callarse y dejarlo retorcerse en su miseria a solas. Parecía que la cabeza de Rhaegar estallaría por la presión en ella.

—La luz —se quejó, sintiendo el malestar del intenso brillo detrás de sus párpados cerrados. Si sufría un sangrado interno y moría, que Balerion lo retuviera del otro lado porque iba a volver sólo para vengarse de quien sea que mantuviera las cortinas abiertas—. La luz... Deshazte de la luz ahora.

La garganta de Rhaegar quemaba por falta de agua; pero el estrés de su cuerpo se calmó un poco cuando el sonido de las cortinas corriéndose lo inundó y la presión de la luz pareció menos insistente. Rhaegar soltó un suspiro tembloroso, arriesgándose a abrir los párpados para mirar directo a los ojos violetas de Daemon.

No fue capaz de contener un sollozo de alivio.

—Está bien —murmuró Daemon. Las manos de Daemon sostenían la cabeza de Rhaegar en un agarre gentil y cuidadoso—. Estás a salvo. Lo hiciste bien, Rhaegar. No dejé que la rata de Mellos te hiciera algo sin pasar por mi aprobación y la de Hermana Oscura primero.

¿Qué sucedió, kepus? —preguntó, con un esfuerzo inhumano para siquiera pronunciar el alto valyrio. Le dolía pensar—. ¿Por qué me duele tanto?

Daemon frunció el ceño; la ira absoluta y el vicioso deseo de sangre brillaron en sus ojos. No era un sentimiento dirigido a Rhaegar, afortunadamente; pero todavía estaba ahí, como un dragón que olfateaba a su presa a lo lejos y ya podía saborear la carne de esta en sus fauces.

—¿Qué recuerdas, sobrino?

Rhaegar parpadeó de forma lenta. Su mente era un desorden de destellos que aumentaron la sensación de presión en sus sienes; figuras distorsionadas que iban y venían a la velocidad de la reina roja. Tenía un recuerdo de haber estado en los aposentos de Rhaenyra en la mañana, luego la acompañó a la lección con las septas mientras le contaba su plan del día para incursionar a Lecho de Pulgas. De camino se encontró a Alicent, quien le ofreció ir al Septo con ella, y luego...

—Oh —Rhaegar resopló hondo. Los ojos violetas lagrimearon—. Oh, sir Erick. Dioses, Kepus, sir Erick fue mutilado. Y los niños llamaron a la Guardia, y-y-y...

—Tranquilo, tranquilo —instó Daemon, reteniendo a Rhaegar en la cama. 

Otro gemido de angustia escapó de los labios de Rhaegar ante la inmovilidad absoluta en la que lo dejó ese movimiento de Daemon; la misma inmovilidad con la que se sintió apresado cuando el segundo asesino saltó del techo y le cayó encima a Rhaegar. Sólo fue su memoria muscular del entrenamiento lo que lo hizo alzar la espada y dejar que el hombre se clavara a si mismo en ella; aunque de todas formas logró atinar el golpe.

LOVER, HUNTER, FRIEND AND ENEMY ━━ house of the dragonWhere stories live. Discover now