Escuchó unos pasos conocidos y un suspiro ante sus desplantes infantiles.

—Deberías comer quizás por eso no has encontrado la respuesta, ¿Cuándo fue la última vez que comiste algo?

—Ayer... O fue hoy en la madrugada... No se la verdad— miró el reloj de la pared que le logró emitir chasquido al ver la hora —He perdido la noción del tiempo— la verdad no sabía cuántas horas había estado ahí, pero era razonable que debía comer, sacó del bolsillo de su bata un frasco de pastillas pero su amigo lo detuvo.

—Cuando habló de comida... Habló de comida real no aquella que creaste para estos casos... Tu necesitas algo realmente comestible

—Esto también es comestible.

—Sabes a lo que me refiero Soraru.

—Si realmente me entiendes entenderás porque lo consumo.

—No te gustaría comer no se un filete, sushi, ramen...

—Urata— se detuvo ante el cambio de su voz —Sabes perfectamente porque no puedo consumir

—¿La carne? Lo sé pero puedes pedir algún platillo sin ella, además te dije que deberías ir con alguien para tratar tu trauma...

—No quiero es mi pecado que debo cargar en esta vida

—Pero Soraru... No tuviste elección.

—La tuve pero... Decidí comerme a mi hermano.

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El tiempo se le hizo eterno y ni un rastro de su compañero para que lo ayudara, sin saberlo en sueño empezaba a tomar fuerza, y el sonido de la alarma lo hizo despertar, miró a su alrededor encontrándose sólo en la habitación, camino temeroso de encontrarse con el sujeto pero sólo halló las pastillas y el frasco en la mesa, extrañado las examinó quizás el las tomó por el extraño día y tuvo ese sueño, esa fue su explicación.

—¡Luz me voy al trabajo!— no tuvo respuesta y salió del lugar restándole importancia.

Al irse deshizo su camuflaje, miró a su alrededor, estaba solo, pues esa persona con el mismo nombre del sujeto que odiaba nunca llegó.

Un pensamiento llegó a él.

—Quizás el también está buscándome— dudó ante sus palabras por el comportamiento del chico pero a cerrar los ojos recordó las veces que falsamente le dieron confianza. Quizás aún podría estar en peligro pero y si no, podría ser una manera de sobrevivir y ganarles.

Muchas veces escuchó al de cabellos rosados sobre estrategias de guerra, y otras veces al encargado de cámaras de vigilancia, siempre había un punto ciego, quizás ésta situación podría ser uno. Sonrió para después festejar con el refrigerador.

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Jamás lo había visto así, siempre lucía impecable a pesar de fumar a escondidas pero esa mañana, parecía más un muerto que hasta Sou parpadeó al verlo así, supuso que quizás trataron de eliminarlo en su hogar y ese estado era el resultado de una guerra pero para estar seguros.

—Mafumafu... Ven a mi oficina.

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Seguro que solo fue una mala noche—dudoso de su explicación se atrevió a decirle.

—Fue eso Sou, nadie de aquella pandilla trató de hacerme daño sólo fue... —calló al recordar el llanto del joven al autodescubrirse en el espejo, sus risas cesaron al ver que su sufrimiento era real y trató de calmarlo pues ahora que la lavadora había terminado no había otro ruido que le ayudara a que su llanto no se escuchara —Una mala noche... No se que ocurrió y ni porque lo hice pero—  ahora buscaba a quien pasarle el paquete de su curiosidad, si quería decirlo así, pues cuando volvió a regresar por ese callejón aquel chico le pidió ayuda y susurró algo que lo dejó con más dudas y una enorme curiosidad —Sabes que olvídalo solo dime a donde debo entregar el paquete, me lavo la cara y trato de ocultar estas ojeras— sin esperar otra cosa más, escuchó su nueva misión.

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El proyecto está libre... Estamos en peligro— quería saber a qué se refería pero en el estado que estaba suponía que era algo grave solo esperaba que no le afectara.

Aceleró la motocicleta, ese pedido era más lejos que la ubicación anterior y con este clima era preferible el vehículo de la tienda aunque eso signicaba dejar a Mi-chan sin ella.

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Sin saber que ocurría, se aferró a la manta que lo cubría del frío, sentía su cuerpo arder pero a la vez sentía que la suave brisa que se colaba de un agujero lo congelaba, deseaba salir pero aún le era imposible. Tenía miedo, miedo de ese chico de ojos rojos y miedo de su realidad, por más que quisiera no podía recordar su adulta vida, sin embargo tampoco quería recordar su infantil vida, miró ese tatuaje, se regañó pues eso no quería su madre y el había prometido no hacerlo pues le recordaba a él, sin más se aferró a que ese podía ser su nombre actual y en el fondo eso deseaba. Sería como una nueva vida.

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—No puede ser... Pero si estoy en lo correcto podría ayudarnos— miró una vez más la muestra, solo necesitaba un sujeto de prueba para eso.

—Soraru... Urata te manda este almuerzo para que... Oye, ¿por qué me miras así?

—Por nada en especial... Pero veo que eres muy atractivo Shima— sin que el otro notara por estar ocupado por el halago tomo la muestra en una jeringa —No te gustaría acompañarme a comer

—Bueno me encantaría pero debo ir a... Bien esta bien solo porque se que Urata es bueno en la cocina y solo porque e dijiste que soy el mas guapo de aquí— y así le dio la espalda.

Sobrevivir Where stories live. Discover now