Fue dar un paso en la casa de los Crouch y caer rendido.

Las últimas chispas verdes provenientes de la chimenea se habían desvanecido, y dada la oscuridad de la vivienda y el silencio que reinaba, Barty supo que estaba solo. Prácticamente arrastrando sus pies, consiguió subir el tramo de escaleras y entrar a su habitación, escuchando únicamente el tic tac del reloj de pie del pasillo.

Su cara estaba pálida como la cera, y sus ojos habían perdido cualquier rastro de vida que alguna vez pudo haber tenido.

Se quedó parado en el centro de la estancia, y con los ojos clavados en la horrible cortina color beige, y el rostro completamente inalterado, comenzó a gritar.

Gritó hasta que su rostro pálido se puso de un encendido tono de rojo.

Gritó hasta que se clavó las uñas en las palmas de las manos mientras que apretaba los puños.

Gritó hasta que cayó al suelo de madera de rodillas y sentía la garganta arderle como mil demonios

Gritó mientras se echaba las manos a la cabeza sin importarle que su elfina doméstica pudiera oírle.

Gritó hasta sentir que perdía la poca cordura que le quedaba.

Barty gritaba como si le estuvieran lanzando mil crucios a la vez, y aún así no habría palabras para describir lo que sentía.

Regulus y Evan, muertos.

¿Cómo podían haberle dejado solo en medio de esta guerra ese par de traidores? ¿Qué se supone que iba a hacer ahora? Había sido estúpido, no pudo proteger a sus dos mejores amigos, al final su padre tenía razón cuando le decía que era un bueno para nada.

Maldita sea, ellos iban a ser los reyes de la nueva sociedad mágica, ¿pero qué había pasado?

Barty había empezado a llorar mientras seguía gritando, aunque ni si quiera se había dado cuenta. Tenía los ojos abiertos de par en par pero su vista estaba desenfocada, los muebles de su habitación adquirían una forma borrosa y distorsionada debido a las lágrimas.

---¿¡POR QUÉ, POR QUÉ POR QUÉ... ?!¡PAR DE TRAIDORES!

Sus manos temblaban como si fueran gelatina. El desamparo que sentía en esos momentos era monumental, pero poco a poco se iba convirtiendo en rabia. Rabia hacia todo el mundo.

Se había puesto en pie y, completamente fuera de control, había tirando varias cosas al suelo, pateado el mobiliario y hasta varios cuadros de las paredes empezaron a temblar.

Que tenían 19 años, joder. Eso era toda una vida por delante, y unos aurores hijos de la gran puta les habían quitado todo. Eran sus mejores amigos.

No, eran su familia.

Esos dos eran lo más cercano que Barty había tenido al cariño familiar. Su padre era un capullo que no tenía tiempo para su hijo, solo para meter las narices en el Ministerio y así labrarse un nombre en la comunidad mágica. Su madre era nada más que una mujer sumisa que obedecía ciegamente a su marido y lo seguía a todas partes sin rechistar.

Barty se había quedado echo una bola en una esquina de su habitación, abrazando su rodillas y sollozando como el niño asustado que algún día fue.

Él no era un cobarde, ni muchísimo menos, pero en este momento temblaba y lloraba como si lo fuera. Casi podía ver en el marco de la puerta la alta figura de Rosier, con sus ojos azules mirándolo con ese brillo de pillería que solían tener como si le estuviera diciendo: eres un nenaza.

Justo a su lado, Regulus lo miraba serio, como siempre era él, pero en sus ojos color mercurio se veía la decepción de que estuviera montando semejante escándalo y todo el griterío.

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⏰ Last updated: Nov 21, 2022 ⏰

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𝗗𝗮𝗿𝗸 𝗧𝗶𝗺𝗲𝘀- 𝗙𝗶𝗿𝘀𝘁 𝗪𝗶𝘇𝗮𝗿𝗱𝗶𝗻𝗴 𝗪𝗮𝗿Where stories live. Discover now