Estrellas.

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Luz contaba las constelaciones reflejadas como pequeños y lejanos puntos en el cielo.

1, 2, 3, 4, 5.

Le recordaban a su nombre, ese que le habían puesto por error. En verdad se debió haber llamado Liz, en honor a su madre, Lizbeth. Pero su padre, nervioso y llorando por su fallecida mujer, solo pudo decirle a la enfermera un casi inaudible 'Luz' cuando le preguntaron por el nombre de su recién nacida hija. Curioso, pues lo menos que se sentía era brillante.

6, 7, 8, 9, 10.

Acostada en el césped del valle, podía oír a los lejos la fiesta de primavera en la que debería estar, con las personas con las que debería bailar. Había ido obligada, aceptando solo por la necesidad de huir de la implacable realidad encontrada en su casa.

11, 12, 13, 14, 15.

—¡Hey, Luz! ¡Ven a bailar! —gritó una voz femenina, de seguro la chica que la invitó, de la cual había olvidado el nombre.

15, 17, 18, 19, 20.

Miró hacia allá. Todos estaban en el centro siguiendo el ritmo de la música a todo volumen. Se acercó, dando cada paso inseguro e intentando encajar entre la masa que eran las personas. Pero solo logró quedarse ahí, parada, observando en cámara lenta como todos se divertían. Sin poder participar, sintiéndose intimidada y alejada de ellos.

21, 22, 23, 24, 25.

Alguien la agarro el hombro, haciéndola voltearse. Era un chico alto y de cabello oscuro, como su mirada.

26, 27, 28, 29, 30.

—Oye linda, no te puedes quedar ahí como una estatua —extendió su mano, mostrando dos caramelos de colores—. Tómate esto. Ya verás que funciona.

31, 32, 33, 34, 35.

Y se los tomo, tal vez por miedo a no encajar, o a ser rechazada.

36, 37, 38, 39...

Y todos siguieron bailando. Y ella también.

Y Luz sintió estrellas. Y brilló.

40.

Qué lástima que las estrellas se apagan al amanecer.

Momentos.Where stories live. Discover now