17 | «Aquello que parece un culo»

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—¿Cómo interpretas esto, Cam? —su voz suena desafiante.

Ella entorna los ojos y luego los agranda como platos.

—Es la muerte.

Eri me mira buscando aprobación y cuando yo asiento con la cabeza confirmando la suposición de Camille ella abre los ojos como platos.

—¡¿Cómo mierda lo adivina?! —chilla sorprendida.

—Llevo años en esto, y tres meses trabajando con Sam. Eso es tiempo suficiente para conocer el estilo de un artista.

—No, no, no —niega con la cabeza dejando el cuadro en su lugar—. Lo único que veo ahí son rayas negras en un fondo gris, rayas sin sentido entrando en un frasco ¡¿Dónde mierda ves la muerte?!

—Está en los trazos, en lo gruesos que son y cómo se van volviendo más finos a medida que terminan. Algunos se quedan a la mitad, representando aquellos que no llegan a completar su camino, otros comienzan y terminan sin llegar a formar nada y así con cada una y todas las líneas que entran en el recipiente, que es donde todos acabamos —explico.

—¿El cementerio? —pregunta Eri ladeando la cabeza.

—En realidad sería algo más espiritual, pero sí, el cementerio viene bien —le sonrío de lado.

—Tiene un significado profundo —parece reflexionar mi mejor amiga—. Profundo como aquello que parece un culo.

Camille suelta una carcajada que resuena por todo el depósito, seguida de mis risas al darme cuenta del cuadro del que habla.

—¡No nieguen que se parece! —chilla tomando el cuadro.

—¡Ese no es mío! —chillo yo acercándome a ella.

—Este depósito solo tiene tus cuadros, Sam —Camille se sostiene el estómago mientras su respiración vuelve a la normalidad—. Seguramente lo pintaste hace mucho y no lo recuerdas.

—¡Imposible! —aún riendo busco en la parte trasera del cuadro algún nombre o algo que pruebe que no es de mi autoría—. ¡Bingo!

Doy vuelta el cuadro y lo sostengo mientras ella lee el nombre grabado en la madera con los ojos entornados.

—¡¿Quién carajos es Milton?!

—Si tú no sabes, menos nosotras...

—No tengo ni la menor idea —Camille toma el cuadro y se dirige hacia fuera del depósito—. Voy a sacarlo de aquí antes de que venga la gente que llevará tus cuadros a la galería, no quiero que termine un culo en la exposición...

Y otra vez comenzamos a reír.

Dos horas después estamos viendo a los chicos de la empresa de transporte cargar todos los cuadros en su mini camión. Eri eligió el cuadro de la mariposa del ala rota y el del cuervo sin pico, le pidió a Camille una interpretación de ambos, pero ella se negó a dársela porque según ella no le correspondía.

No sé que haya visto ella en esos lienzos, pero puedo asegurar que no tienen una historia profunda detrás y que solamente los pinté porque fue lo que vino a mi mente en el momento.

—¿Quieres venir a cenar, Cam? —le pregunta Eri cuando vamos saliendo del depósito.

Camille pone el candado en las puertas y se voltea hacia Eri sonriente.

—¿Mesa para cuatro? —corre su mirada hacia mí.

—Solo somos Eri y yo, así que mesa para tres —comento yo.

—Creí que...

—Sí, mesa para tres —dice Eri con rapidez cortando a Camille que apenas comenzaba a hablar.

Una canción no fue suficiente [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora