La unión de una cadena es fuerte, aunque no imposible de romper.
Pero no es algo que uno no pueda arreglar con esfuerzo y tiempo.
Todas las cadenas que les unían a las personas importantes comenzaron a romperse.
Pero... al menos quedaba una.
Él fue...
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Después de aquella alegre y emotiva bienvenida por parte de Emi, Aimi se dirigió a la oficina del Hokage.
Primero reportaría su llegada y así tendría más tiempo para ver a Naruto.
Después de ponerse al día con el Tercero y que este le dejase unos días para descansar y retomar la vida en la aldea, Aimi directamente se teletransportó, usando el Hiraishin, a la casa donde Naruto se encontraba.
Se asomó a la ventana de la habitación de Naruto para comprobar si estaba despierto, ya que todavía era temprano, encontrándose con el rubio ya despierto y preparado, mientras se colocaba el protector de la aldea en su frente.
La pelirroja se sorprendió al ver lo mucho que había crecido, mientras sonreía de felicidad al poder volver a verle.
— Te queda bien— se hizo notar mientras veía cómo Naruto se ajustaba el protector.
El rubio primero se asustó al escuchar una voz de repente, pero al ver el reflejo en el espejo se giró con velocidad.
— ¿Aimi-nēchan?— preguntó al principio sorprendido, para después acercarse a ella corriendo.
— Veo que te has vuelto un gran Genin— dijo la más alta, mientras posaba su mano sobre la rubia cabellera del menor—.¿Qué haces despierto tan temprano?— cuestionó mientras comenzaba a remover su cabello.
Aimi pudo escuchar cómo se le escapaba una risa a aquel rubio.
Cómo había echado de menos ese sonido.
— Kakashi-sensei nos dijo que nos reuniéramos pronto para una prueba, vaya que sí— respondió aún con la sonrisa en su rostro.
Escuchar de nuevo aquella muletilla hizo que la sonrisa de la pelirroja aumentase.
Aunque la sonrisa fue reemplazada por la sorpresa al percatarse del nombre que había dicho.
—¿Kakashi-sensei...?— pensó para volver a sonreír.
El destino podía ser gracioso a veces.
— ¿Te has vuelto fuerte?— la pregunta entusiasmada de aquel rubio le sacó de sus pensamientos.
Cuando le miró a los ojos pudo ver un brillo en ellos, los cuales esperaban con ansias la respuesta.
La pelirroja asintió con seguridad, haciendo que aquel brillo aumentase.
Aunque, en ese momento, Aimi recordó algo que el Hokage le había contado.
Algo que sucedió un par de noches atrás.
— Me han dicho que robaste cierto pergamino— comentó, esta vez con un rostro que aterró al rubio.
— Me tengo que ir o llegaré tarde— dijo, tratando de huir, aunque la pelirroja le sostuvo de la chaqueta.
