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—Estás diferente, significativamente hay algo diferente –le dijo en rumbo a su destino.

Ojos azules grisáceos no hacía otra cosa que mantenerse concentrada en la hoja en sus manos y el moverla de acuerdo a su ritmo, en ese momento, lento y casi sin sentido, pues quien la observaba haciendo su trabajo, no la entendía. Tampoco era que viniese a visualizar aquello, realmente le cruzó en su camino sin previo aviso.

—Y solitaria, ¿ha pasado algo de lo que me he perdido? –quiso saber caminando hacia su real destino.

—¿Algo más que estar en un bosque, sin casi vida, con un montón de gente que poco conozco? No.

La Matriarca alzó ligeramente su ceja en reacción a la respuesta tan peculiar de la pelinegra, conociéndola bien, no le debía sorprender, pero hasta la fecha no dejaba de hacerlo.

—Falta poco, mantén tus ojos preparados porque pronto veremos el resplandor –le prometió como si necesitase su palabra cuando, realmente, la promesa era para sí misma.

º·º

En días no se detuvieron las fuertes lluvias que azotaron mayor parte del territorio sin cesar y sin dar señales de parar, tres días interminables de limpieza arrasaron con la impureza del lugar con suma fuerza, incluyendo la marcas de sangre que quedaron en el suelo después del castigo. Fueron oportunas si se pensaba bien, puesto que, para muchos, fue tiempo suficiente para no pensar en nada más que en sí, también para alejarse de la realidad. A su líder le resultó más eficiente la lluvia, ya que no creía en otra cosa que en el mensaje recibido y, gracias a la humedad que no la dejaba pensar con eficacia, pues la obligó a refugiarse a una cueva lejana a la manada y prácticamente para estar sola y sin interrupción. Realmente necesitaba alejarse de todo, por ello, que la tormenta hubiese durado tres días, fue muy eficiente.

Sin embargo, no para todos fue así, porque una vez que acabara la llovizna, sería el momento de partir para siempre de su hogar.

—Déjame hablar con mi madre de nuevo, sé que podré convencerla de que no las eche, ¡puedo hacerlo! –insistió en ayudarle como le había prometido.

Beliene junto con su madre debían partir cuando la tormenta se disipara, no debían esperar más tiempo si no querían problemas con quien las expulsó, y ella misma le daba la razón a la líder. No justificaba tan aberrante acto que esa misma le hizo a su padre frente a sus ojos, pero… debía admitir que él mismo buscó su destino, no tal cual como el que le tocó, aun así no habría reparo. Su madre, por otra parte, ni siquiera hablaba del tema, únicamente quería irse.

—No, Qate. Fue su decisión y nosotras debemos seguirla, ya no tenemos un hogar aquí. Nuestro padre lo quiso así y ahora estamos pagando el precio –alegó tomando sus manos por consuelo –Algún día nos volveremos a ver, estoy segura de que sí.

La sonrisa esperanzadora de la joven removió el corazón del joven chico, estaba frustrado por no poder hacer nada, por no tener ese poder que conllevaba a su madre a dirigir una enorme manada, odiaba ser todavía un novato para utilizar ese don. Daría lo que tuviese en su poder para conseguir lo que anhelaba, por Beliene, por aceptación, por fuerzas, las razones variaban realmente, lo más importante para él en sí, era convertirse de una buena vez en lo que estaba destinado.

—Te prometo que cuando me convierta en el líder, inmediatamente iré a buscarte y volverás a tu hogar –juró seguro de sí mismo y de sus palabras. Tal vez no sería pronto, pero con su orgullo altamente capaz, cumpliría esa promesa.

No estaba seguro de cómo, pero ese día tenía quién lo guiaría de la mejor forma y justo en ese momento es que debía ir a obtener la respuesta, había pasado mucho tiempo desde que la última vez que habló con ella y ya no podía aguantar más la espera.

Vínculos finales. Libro#03. Final.Where stories live. Discover now