Capítulo 8

3K 243 23
                                    

Harry

Terminando de comer vi como todos se ponían de pie, Draco se iba con Pansy hacia los primeros años, comenzando su tarea de prefectos de guiarlos a las respectivas salas comunes mientras les mostraban como no perderse de camino.

—Vamos Potter— dijo Blaise pasando su brazo sobre mis hombros, llevándome hacia la salida del gran comedor, junto con los demás de quinto año.

Estaba agradecido porque Blaise me sacara de ahí tan rápidamente y aún más que Ron junto con Hermione tuvieran sus propios deberes como prefectos, eso me evitaría tener que enfrentarlos esta noche, aún no estaba preparado para todos los comentarios groseros que iba a recibir por parte de mis amigos. Después de todo, ahora yo era el "enemigo".

Escuche a Zabini parlotear un poco sobre la sala común de Slytherin, como las habitaciones se dividen, que solo 2 personas compartían habitación y que las serpientes eran más privadas. Como se reunían semanalmente para tener sesiones de estudios o solo para socializar, me dio una introducción intensiva a ser Slytherin en tan solo minutos.

La verdad siempre vi a los Slytherins como traicioneros y mezquinos, para mi sorpresa eran sarcásticos, divertidos, para nada lo que esperaba, aunque si era honesto conmigo mismo también me había dejado influenciar al principio por los comentarios de Hagrid y Ron. Y bueno Malfoy, solo confirmará lo que me habían dicho al comportarse como un asno conmigo, supongo que el sombrero tenía cierta razón cuando decía que en Slytherin harás verdaderos amigos.

Al llegar a las mazmorras nos esperaba en la puerta uno de los prefectos de séptimo, Adrián Pucey, lo reconocí porque jugaba Quidditch con el equipo de Slytherin. Tenía la puerta de la sala común abierta, permitiendo que todos los miembros de la casa entraran, mientras iba informando sobre la contraseña.

—Potter, espero que juegues Quidditch para nuestra casa, la contraseña es "Smaragdus"—dijo mientras yo pasaba junto a él, la contraseña era tan complicada como los Slytherins, y ciertamente no había pensado en el Quidditch. Por las bolas de Merlín, el equipo de Gryffindor me iban a matar si jugaba contra ellos, realmente amaba jugar, sobre una escoba siempre me sentí libre, como si pudiera hacer lo que quisiera.

Ya había meditado sobre como me gustaría ser jugador profesional, algo que no le había dicho a nadie más aún. La idea de ser auror ya no me atraía, luego de tantos problemas en los que me había metido, quería una vida relativamente tranquila sin tener que atarme al destino que habían creado para mí, enfrentar magos oscuros desde que tenía tan solo un año no era lo que quería hacer durante toda mi vida. Suspire un poco, aun cuando me moriría de ganas de jugar este año, la posición de buscador era de Draco no podía quitársela y ciertamente no me veía jugando otra posición.

Ya adentró de la sala común, vi que era un poco diferente a lo que recordaba de segundo año. Cuando nos colamos Ron y yo usando multijugos para espiar a Malfoy, las paredes tenían tonos grises combinados con los verdes de los muebles y la decoración, creando un ambiente acogedor ciertamente nada que esperara; sin embargo, lo más sorprendente era la asombrosa vista hacia el lago Negro, se podía ver sus oscuras aguas, imaginaba que de día podías ver criaturas pasar, también era sorprendentemente cálido para estar en las mazmorras, todo estaba más allá de mis expectativas.

—Muévete Potter, vamos a llevarte a tu habitación— me empujó Blaise metiéndome prisa, yendo hacia las escaleras. Hogwarts no dejaba de sorprenderme, del lado izquierdo donde nos metimos había puertas de cada lado del pasillo, todo estaba configurado de manera distinta a la que estaba acostumbrado.

—Siempre estamos ordenados por año, los primeros años van en las habitaciones del fondo. En caso de que algo grave pase, los mayores podemos protegerlos, las primeras puertas como te imaginaras son las de séptimo— dijo Blaise, caminamos hasta donde empecé a reconocer más nombres, finalmente las de quinto año. Paramos frente a una puerta con mi nombre y el de Draco, al abrir, era una habitación amplia lo suficiente para que Draco y yo no nos metiéramos en el espacio del otro. En lados opuestos de la habitación había dos camas, cada una con sus respectivas mesas de noche, mi baúl ya estaba frente a una de ellas, había dos pequeños armarios para nuestras cosas y una puerta que parecía dar hacia un baño.

Una Serpiente con piel de LeónWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu