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Billy sabe más cosas de Jonathan Byers de las que realmente debería saber. Y Jonathan Byers definitivamente sabe más cosas sobre él de las que debería saber. Él cree que eso debería sentirse como un problema. Un gran problema. Pero no es así.

Él cree que saludarlo ahora frente a todo el mundo también debería sentirse como un problema, pero tampoco es así.

Jonathan está guardando algunos libros en su casillero. Lleva su habitual chaqueta negra de mezclilla sobre una camisa a cuadros y una camiseta. La cámara que siempre lleva a todos lados le cuelga del cuello y el flequillo le cae sobre la frente cuando empuja un libro hacia el interior del casillero.

Billy se acerca sin pensarlo demasiado. Algunas personas en su camino se apartan torpemente cuando él pasa, pero eso ahora le resulta más irritante que satisfactorio. En fin.

—Hey, Byers.

Jonathan se sorprende. Da un pequeño y casi se le cae el libro de las manos, pero lo controla. Mira a Billy con los ojos entrecerrados por un momento, con apreciación, y Billy se pregunta que está mirando exactamente, y entonces se suaviza y Jonathan le sonríe de medio lado, luciendo aún un poco incrédulo.

—Hola —él responde, sencillamente—. ¿No se supone que no deberían verte hablando conmigo en la escuela?

Oh, y míralo, Jonathan Byers hace bromas y puede burlarse bastante bien, dada la sonrisa irónica pero afable en su rostro cuando lo dice.

Billy resopla.

—Puedo hacer lo que quiera.

Jonathan se encoge de hombros.

—Si tú lo dices —él guarda su último libro y cierra su casillero. Mira a Billy de reojo mientras lo hace—. Tu cara se ve mejor.

Billy sonríe como un zorro astuto:—Me atendió una muy buena enfermera.

Jonathan rueda los ojos, pero está sonriendo con complicidad.

—Seguro que sí —asiente con diversión, y luego levanta la mirada hacia el reloj en la pared de enfrente—. Ya tengo que irme.

—Te voy a llevar —Billy dice antes de siquiera pensarlo.

He aquí la tercera cosa que debería sentirse como un problema: ésta reciente necesidad de pasar tiempo con Jonathan Byers. Pero, la cosa aquí es que, después de anoche, ya casi que no se siente como un problema.

Jonathan niega con la cabeza.

—No necesito que-

—No fue una pregunta, Byers —Billy insiste. Él insiste, por la compañía de alguien. Debe estar volviéndose loco—, Sabes que me gusta pagar los favores.

Jonathan parece dudoso, pero no tiene nada que ver con Billy. Parece que Jonathan simplemente es en general reacio a aceptar cualquier cosa que se parezca a una ayuda o un favor

—No necesito que me pagues nada. Yo quería ayudarte anoche.

—Y yo quiero llevarte ahora.

—¿Por qué?

—Mierda, Byers, para ser un tipo callado, haces muchas preguntas —Billy espeta, pero no hay molestia real detrás de sus palabras. En cambio, Billy está sonriendo de medio lado cuando agrega:—Tal vez me agradas. Solo un poco.

Panic Room | Byergrove.Where stories live. Discover now