Día 8: Dysphoria

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Se caracteriza generalmente como una emoción desagradable o molesta, como la tristeza (estado de ánimo depresivo), ansiedad, irritabilidad o inquietud.
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No lloró.
Después de todo, y haciendo memoria no lo había hecho.

Desde muy niño creyó en la firme convicción de que un saiyajin no debía llorar, así que, no debería sonarle extraño. Entonces, era absolutamente normal. Pero... Tal convicción se basaba principalmente en que no les afectaba emocionalmente y él no podía decir eso. Porque... dolía, y demasiado.

En ese entonces no pudo descifrar que sentía pero la sensación fue desagradable se sintió de pronto desubicado, perdido, como un planeta fuera de órbita. Solo atinó a mirarla con confusión pero por la mirada en sus ojos y las lágrimas entendió que hablaba en serio.
Ahora, podía decir que así era como se sentía un desamor, o un amor no correspondido.

Se giró y avanzó unos pasos hacia la puerta del balcón, se detuvo, respiro y voló a toda velocidad pensando solamente en buscar un lugar lo suficientemente alejado como para que ella no lo encontrará. Para que... La mujer -él podía afirmar- que en el pasado lo llegó a admirar por su fortaleza no lo viera débil, no viera como retenía las lágrimas hasta el último segundo, no viera la impotencia que sentía al ver simplemente la realidad que tanto quiso ocultar. Pero resultó imposible. Aquello no se puede ignorar.

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Haciendo memoria podía decir pues, que las señales siempre estuvieron allí.

Bulma, desde hace unos días que estaba muy rara con él, ya no era tan cariñosa como antes pero lo supuso a la falta de tiempo o al estrés del trabajo. Pero lo cierto es que ni él se vio tentado de abrazarla en las noches cuando ella dormía, no se vio tentado de darle una beso estando solos. No se vio tentado... a intentar salvar su relación. Porque a sus ojos él ni lo vio, pero fue quizá un juego de azar del destino que con crueldad absoluta se impuso decidiendo que esto debía terminar.

“El destino puede ser astuto e irracional muchas veces pero somos nosotros -las variables y las piezas de juego- quiénes podemos decidir el camino del destino que ahora -puedo decir- tiene vida propia. ”

Fue ella quien lo noto primero, pero fue tarde. Porque ya no lo amaba, quizás hubiera sido mejor notar primero que dejaba de gustarle para así, teniendo como base su amor pudieran recuperar la llama.
Pero aquello no sucedió.

«No todo debe ser tu entrenamiento... »

Pero es que no todo era eso. Ellos le importaban... o eso creía. Le importaban. A Trunks nunca lo dejo de lado, pero a Bulma... Supuso que ponerle atención a su hijo era como hacerlo con ella. Pero no tuvo ese efecto.

No fue así, porque para ella no fue suficiente, parecía que lo poco que él daba era satisfactorio  para ella. Pero él debió de haber sabido que no era así. Que menos a veces es casi nada. Él debió de haber sabido que a veces se tiene que dar todo de si a la persona que ama. 

Pero cuán difícil, deberá ser olvidarla, seguir sin ella.

Porque él lo sabía. Ella era fuerte y saldría adelante sola o acompañada. Pero él... ¿Lo haría?

No podía. No, ni quería averiguarlo.

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Este día en particular debía ser sin lugar a dudas el más feliz de su vida.

Se celebraba las bodas de plata de Corp. Capsule y por supuesto que esta era una oportunidad única no solo para compartir con su padre e hijo sino para atraer a múltiples clientes. Si, sería estupendo... Pero no se podía obviar el haber usado el rastreador de ki potenciado en las primeras horas de la mañana para espiar el ki de un muy particular saiyajin. Le fue imposible de ignorar que se desplazaba por la Corporación desde ayer. Al parecer ante Trunks y Bra tampoco se había dejado ver.
No podía negarlo, cada vez que lo encontró merodeando en los últimos meses se sintió observada, de algún modo lo veía romántico... Pero terminó generándole una tristeza que en el evento le fue difícil ocultar.

Bulma deseó internamente que siguiera así, y se fuera. Kami no escuchó sus pedidos porque encontrando el momento en que todos los invitados se retiraron se dejó ver solo por ella.

—Bulma —la llamó con esa voz grave que siempre usó para regañar a Trunks, impasible consciente de que ella intentaba huir.

Ella se detuvo dándole la espalda y cerrando los ojos se concentró en no llorar.

Ella era una mujer fuerte. Bueno... En realidad lo era a los ojos de todos. Pero por eso mismo no podía permitirse llorar.
Tal vez luego, en la soledad de su habitación, pero no aquí. Y menos, delante de él.

—Vegeta, ya vete.
—No. No me iré. Necesito saber por lo menos un motivo, Bulma.

Lo decía asi, tan casualmente que el cerebro de Bulma la engaño suponiéndolo como algo sencillo de contestar.

“¿Un motivo?”

Si, había muchos. Algunos optando por una respuesta bastante burda y simple podrían decir que fue por falta de amor de la otra parte. Pero fue más que eso.
Fue... En realidad, la pérdida de la confianza: uno de los cimientos principales para poder amar. Era un cimiento primordial en su caso.

Las escasas muestras de cariño por parte del saiyajin fueron suficientes por la gran confianza que existía entre ellos. Derrumbado ese cimiento, no faltó mucho para qué todo se viniera abajo.

Girándose hacía él le contestó. Dejo de importarle las lágrimas corriendo por su mejilla.
—Hay muchos... ¿Quieres uno? La desconfianza.

—¿Qué? —exclamó sin poder ocultar su sorpresa.

A los ojos de Vegeta la confianza no podía ser considerada como motivo. ¡No! ¡Por supuesto que no!
Su rostro se desencajo y notó con profunda desilusión que la mirada firme de su ex-esposa manteniendole la mirada gritaba veracidad.
Pero el no lo entendía... ¿Por qué habría Bulma desconfiar de él? ¿Por qué ahora?

“Yo confío en ti... ”
“Sé que no lo harás... ”
“Por favor, Vegeta. Te conozco.”
Lo decía siempre tan segura de si misma que lo hacia dudar en cambio a él.

Por lo que, él, se negaba a entender que esa confianza se haya llegado a perder. No pudo haber sido eso. Cualquier cosa pero menos eso. No pudo haber perdido su confianza... No pudo haber sucedido eso.

«¿Que había hecho mal?»
—¿Por qué? —fue lo único que dijo sin darse cuenta por lo ansioso que se escuchó.

Ella suspiró.
—Ya basta, Vegeta —murmuró ella. Suspiró y bajó la cabeza.

El saiyajin tuvo la percepción de que estaba cansada. No pensó que fuera emocionalmente. Irremediablemente su mano se iluminó con una pequeña esfera de energía; acercándose a ella; se detuvo pues, sin embargo, no veia señal alguna de sudor o desgaste físico. Su respiración aunque alterada no estaba agitada. Espero.

Entre tanta oscuridad su esfera de energía se hizo notar. Y ella desde un inicio hizo el vano esfuerzo por ignorarlo sabiendo muy bien lo que él pretendía.
Fueron múltiples ocasiones en las que él la vio cansada físicamente especialmente cuando esperaba a Bra la iluminó con su energía diciéndole algo por lo bajo que ella nunca logro poner la suficiente atención para escuchar.

—B—escuchó ella.
—Vegeta, estoy bien. Solo vete, ¿si?

Y con esa frase Vegeta al fin lo entendió.

Después de poco más de un año y medio en donde ella le comunicó su decisión de terminar el matrimonio, después de diez intentos por parte de Trunks de amistarlos, al fin dejando atrás los años compartidos, entendió que este era el fin.
Debía ya comportarse y cumplir con visitar a sus hijos, hablar sin lágrimas en la cara con Bulma y desearle lo mejor sin importar que en su interior deseará intentarlo una vez más. Pues, la desagradable sensación de no haberlo dado todo seguiría ahí.

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Nota de la autora: Mejor tarde que nunca, ¿no?

Me disculpo por haberlos hecho esperar y ojalá que hayan disfrutado este relato.

Angstruary 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora