Prólogo: Tendencias Masoquistas

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La lluvia. En una inmensa plaza donde los hologramas de carpas gigantes flotan sobre las cabezas de los transeúntes, un hombre se queda parado.

En cada una de sus manos porta una pistola, ambas idénticas en forma pero opuestas en colores. Sus ojos están cerrados, e inspira con profundidad y calma.

A su alrededor, cinco humanos convertidos en máquinas se preparan. El hombre puede ver cómo los ojos de estos se multiplican, como si estuviesen glicheados. Sabe que este efecto óptico es un aviso.

El hombre se encoge, sus ojos brillan en un color azul intenso.

Exhala, y se prepara para lidiar con sus oponentes.

...

Nakajima Atsushi llevaba ya rato pensando que le pasaba algo.

Y es que el albino había decidido ir hacia Yokohama, muy seguramente la peor ciudad sobre la faz de la tierra. ¿Porque? Honestamente ni él mismo lo tenía claro, solo sabía que el director del orfanato estaría buscándolo , y que no iba a dudar en al menos probar a ser libre una vez, aunque seguramente fuese un error estúpido.
"Sin ánimo de ofender, muchacho, pero tienes que ser muy valiente o muy imbécil para venir aqui." Dijo el conductor de taxi. Cuando Atsushi le había pedido que le llevase a Yokohama, el conductor se había reído al principio.

Luego lo había mirado con preocupación.
"Aquí solo vienen los que no tienen nada que perder, o los que creen que pueden ganar todo." El conductor tenía el pelo oscuro y peinado severamente hacia atrás, pero su rostro marcado de arrugas debía de haber sido atractivo en su día.
"Por algo estoy aquí. ¿Algo que deba saber antes de empezar?" Preguntó Atsushi.

"De hecho, si." Respondió el conductor. "Hay varias bandas por la ciudad, la mayoría son bastante rudas. Para empezar están los Machinas, que se tunean a más no poder. Ten mucho cuidado si no llevas implantes, porque estos te podrían secuestrar y convertir en una nevera andante." El taxista miraba a la carretera con gesto desinteresado. "Luego están los Scavs, que se especializan en cosechar implantes... Y los Streetboys, o Streets a secas. Esos solo son un puñado de pandillas juveniles que se pegan por cualquier cosa."

El hombre echó una mirada a Atsushi a través del retrovisor.
"En mi opinión, lo que más te renta es meterte en los Dollies. Con lo atractivo que eres, cualquiera daría una suma decente de pecunias por una noche. No te prometo que tendrás sexo con pibones y actores de Hollywood, pero si que te evitarás problemas serios. Además, les caes mejor si te gusta la pija." El conductor río por lo bajo. Pese a su jerga algo oxidada, Atsushi entendió de sobras lo que quería decir.

Al llegar al bloque de apartamentos, Atsushi bajó del taxi y dio su dinero al conductor.
"Gracias por los consejos, pero creo que intentaré obtener un trabajo en condiciones." El albino llevaba una camiseta negra y pantalones azules oscuros. El conductor suspiró. Sus ojos oscuros le miraron tristemente, como quien mira a un perro herido recibir la eutanasia.

Atsushi se revolvió ligeramente.
"¿Pasa algo?" Preguntó el albino. El hombre se tiró de la camisa del cuello, mostrando las marcas cicatrizadas de un mordisco humano.
"No perteneces aquí." Dijo el hombre. "Eres un soñador, y esta ciudad se alimenta precisamente de soñadores. He visto tantos como tú..." Atsushi miró la marca con ojos como platos. "Y créeme, hay cosas que no deberías presenciar si quieres disfrutar de la vida."

El albino miró a un lado, y dijo suavemente:
"Gracias..."
"Lorca." Terminó el conductor. Atsushi arqueó las cejas. "Vengo de España, ¿Vale?" Sonrió el hombre, aún con el gesto triste en sus ojos. El albino pensó en sus palabras. Lo cierto es que el apartamento roñoso al que subía no iba a ser cómodo, pero sobreviviría. Le daría un intento, y estaba seguro de que si lo intentaba en condiciones, lo lograria. Pero la mirada de Lorca decía lo contrario.
Atsushi asintió, sonriendo ampliamente, tomó su escaso equipaje y subió a su apartamento.

Vida Equivocada [O un fanfic BSD en un mundo de estilo cyberpunk]Where stories live. Discover now