Malibu

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Cerca de las once del día, después de que Tom y Ann terminaran sus alimentos, subieron a sus respectivos cuartos de hotel con la intención de cambiar las prendas que llevaban puestas y de este modo visitar la playa. Tom se adentró a su habitación, la cual era bastante lujosa por la decoración y los muebles que yacían reposando en un lugar específico, al mismo tiempo que se preguntó a cuánto ascendía el precio estimado por noche.

El actor sacó la bermuda de la mochila y el bloqueador solar y los dejó reposando sobre la cama. Sin embargo, se dio cuenta de que goterones de lluvia comenzaron a impactar violentamente el vidrio de las ventanas que estaban frente a él. Así que se acercó al balcón, recorrió la puerta de cristal y salió a dar un vistazo. No, aparentemente no podrían salir a dar un paseo por la arena y mucho menos tendrían el gusto de darse un chapuzón, desde ahí podía escuchar el sonido violento de las olas de mar. El viento rozaba sus mejillas y las gotas empaparon su cabello rizado, se estremeció debido al clima frío, dio media vuelta y se adentró al cuarto, posteriormente, tocaron la puerta con delicadeza, supuso que se trataba de Ann.

—Parece que no es nuestro día de suerte. —dijo Ann con una mueca de lo que parecía ser desilusión y al mismo tiempo diversión.

—Al parecer la lluvia se interpuso en nuestros planes, espero que el clima mejore a lo largo del día, por lo mientras ¿quieres pasar? —preguntó Tom, señalado el interior de la habitación.

—Ah, sí, gracias. —Ann se encogió de hombros y dio un par de pasos hacia adelante.

—¿Tienes algún plan B? —interrogó Tom caminado hacia el sillón que estaba colocado en medio.

—Sí, tenemos la alberca techada. No sé si quieras que bajemos para  nadar. —Ann se encogió de hombros y se paseó por la habitación con las manos detrás de la espalda, balanceándose al ritmo de una débil canción, inexistente.

—Claro que sí, pero podemos bajar un poco más tarde, siento que la comida sigue en mi estómago y no quiero vomitar dentro de la alberca. —confesó Tom en medio de una risa.

—Tenemos todo el día y parte de mañana, además el hotel tiene un itinerario de cosas por hacer para celebrar la independencia. —contestó Ann.

Tom, a pesar de que mostró una sonrisa en el rostro, por dentro estaba completamente ansioso. Pensó que tal vez ese era el momento adecuado para expresar sus sentimientos dirigidos a la actriz, quien examinó el interior del minibar. Ann sabía que no era una buena idea beber y nadar al mismo tiempo, así que desistió de tomar un par de latas de cerveza. Cerró la puerta del refrigerador y caminó en dirección hacia donde estaba sentado el actor.

—Ann... —llamó Tom con voz temblorosa, sin levantar la vista del suelo pulcro.

—Dime. —habló Ann sentándose a un lado de Tom.

—Cuando llegué a América no esperaba y, mucho menos planeaba, conocerte o volver tan cercano a ti. Es decir, cuando me aceptaron para interpretar el  papel de «Max», sabía que trabajaría a lado de ti. Pero no llegué a medir las consecuencias de lo que tu presencia iba a significar en mi vida. Me has impactado totalmente, te has quedado dentro de mi mente de una manera en la que no puedo describir, al igual que una calcomanía; y desde la semana pasada, durante cada noche, he estado soñando contigo. Pero no quiero parecer un acosador y mucho menos deseo intimidarte, solamente quiero expresar lo que siento por ti. Me siento atraído por lo que eres, por tu personalidad, por tu rostro, por tu talento. Necesito que estés enterada, necesito decirlo porque si no lo hago, estoy seguro de que enfermaré si guardo todos estos sentimientos. Me gustaría que me dieras la oportunidad de conocerte más allá de un simple compañero de trabajo, con la esperanza, de que, tal vez, podríamos ser algo más que solo eso.

𝐓𝐨𝐝𝐨 𝖬𝗎𝗒 𝐵𝑖𝑒𝑛Where stories live. Discover now