Castigo.

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- ¿Estás seguro?.- Wang Yibo estaba un tanto dudoso.

- Puedes estar tranquilo.- Zhan sonrió con serenidad.- No puede suceder nada.

- No me gusta la idea de dejarlos a solas.- El alfa le dio una mirada furtiva al prisionero.

- No estaré solo.- Frotó la mejilla de su alfa.- Shaham estará conmigo.

- Aún así no me siento seguro.

- Majestad.- Bajó su mirada y sonrió con suavidad.- La razón por la cual quiero que me deje a solas es porque no quiero que sea testigo de lo que ocurrirá.- Tomó su mano.- Confío en usted, ante ti puedo ser yo mismo pero...- Negó.- Hay una parte que usted no conoce de mi y que para serle sincero...prefiero que jamás lo haga.

- Te amo tal y como eres.- Acarició su mejilla.- No importa que, yo no voy a cambiar lo que siento.

- Aún así.- Suspiró.- Es algo que deseo mantener para mí mismo.- Lo vio a los ojos.- Es algo jamás quiero que vea. ¿Podría por favor entender?

- De acuerdo.- Suspiró.- Sabes que siempre respetaré tus deseos.

- Gracias.- Depositó un beso en sus labios.

- Estaré afuera, si sucede algo solo llama.

- Entendido.- Asintió.

- Cuidalo por mi.- Se giró hacia Shaham.

- ¿Acaso es algo que deba recordarme?.- Habló con cierta ironía provocando que Zhan sonriera.

- ¡Tú!.- Lo apuntó y frunció los labios.- Olvídalo.- Negó y se alejó derrotado.

Xiao Zhan mantuvo su sonrisa mientras veía a su alfa dirigirse a la salida, una vez que este abandono la habitación y la enorme puerta de madera se cerró, aquella brillante sonrisa desapareció. Ahora su semblante alegre había cambiado, en su lugar uno lúgubre y denso lo cubrió.

Se giró hacia el hombre que se encontraba arrodillado, cabizbajo, con una pesada cadena envuelta a su cuello y el rostro completamente magullado. Seguido por su hombre de confianza, dio algunos pasos hasta quedar a solo centímetros de la persona que aún se negaba a levantar la mirada.

Agradecía el hecho de que su esposo había accedido a su petición, en realidad no quería que este presenciara lo que estaba por acontecer. Si bien sabía que su alfa era un hombre valiente y que en su tiempo de vida había presenciado todo tipo de situaciones, tampoco quería que este viera esa parte de él que siempre había mantenido oculta de todos y que sólo una persona había sido capaz de verla.

Shaham sabía exactamente la razón detrás de la petición de su maestro, había estado tanto tiempo junto a él, fue testigo de su crecimiento, de su desarrollo como persona, se sus virtudes...y defectos.

Si, porque muy a pesar de que todos lo llamaban el príncipe perfecto, Xiao Zhan tenía un defecto y este a consideración de Shaham y del mismo Zhan, era peligroso.

El omega seguía observando al hombre que mantenía su vista en el suelo. Su mirada era fría y su postura erguida, sin girarse hacia su acompañante, extendió su mano y este rápidamente entendió.

El alfa Persa sacó de la parte trasera de su cinturón una daga y la depositó en manos de su maestro. Fue en ese momento en que el omega retiró su mirada de su objetivo inicial y observó el artículo en su mano para luego apretarlo.

Lentamente deslizó aquella daga, liberandola de su vestimenta y se quedó viéndola, este sin dudas era un artículo extraño. En lugar de que su oja fuera plana y filosa, esta más bien parecía una larga y fina aguja la cual era sumamente filosa en todo su contorno.

Yizhan.Where stories live. Discover now