Medicina para el corazón

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Nunca ha sentido un amor tan grande como cuando despierta antes de que suene la alarma y observa, desde cerca, los lunares en el rostro y pecho de Mew dormido profundamente entre sábanas —que nadie va a limpiar y cambiar cuando se vayan— sus pestañas largas y negras, que están despeinadas y a veces cruzadas entre ellas y le rozan las mejillas cuando descansa entre aquellas sábanas color crema que compraron especialmente como bienvenida, el día que recibió los papeles del divorcio.

Gulf ama verlo dormir con la boquita abierta y la cabeza llena de sueños futuros...

A Gulf le gustan sus ojos. Le gusta su boquita de comisuras bajas, sus labios rosas y su nariz pequeña. Disfruta de él cada día cuando la vida le da la oportunidad de despertar antes y observar la belleza natural dormida de su novio, ganándole un poquito al tiempo para verlo en ese estado tan sutil y tan tranquilo. Y lo besa, sin poder resistirse más...

Mew abre los ojos y brillan cuando Gulf observa en ellos su reflejo. Despiertan juntos después de dormir acurrucados y comienzan el día llenos de amor y de esperanza. Y Gulf nunca termina de contar las pestañas, porque Mew abre los ojos al despertar y él pierde entonces la cuenta, una vez más... pero no importa porque recibe de regalo una sonrisa y Mew le besa los labios, le besa los párpados, delinea su mandíbula —está despierto— y después de besar los dedos a Gulf, esos con los que contaba sus pestañas y delineaba su rostro dormido... le sonríe bonito y...

—Te amo... —le repite todos los días, al despertar, cuando se va, cuando vuelve y le pone las flores en su florero, cuando cenan, cuando se abrazan. Todos los días sin falta—. Te amo tanto...

Y Gulf le cree... Al despertar y antes de dormir... Por teléfono y entre besos ahogados de jadeos... Cuando el reloj da las ocho y Mew sigue ahí, en el sofá, en pijama y con las gafas puestas mirando televisión.

Dan las ocho y está ahí, con él y le cree...

Porque lo ama como nadie jamás hizo antes.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ