Aziraphale le dio una pequeña y suave golpiza en la espalda, Crowley sonrió divertido, hasta que se oyó una voz ante el botón de emergencia.

- Hola. - Saludó Crowley.

- ¿Cuál es el es problema?  - Respondió la voz.

- El elevador se detuvo. Somos dos personas a bordo.

- Oh, un momento por favor, guarden la calma.

- Sip, gracias. - Crowley se enderezó.

Aziraphale lo miraba fijo, cuando Crowley se volteó le sonrió.

- ¿Estás bien, Azira?

- Uhm... - Asintió con la cabeza - Estoy bien...

- Tranquilo, en cualquier momento nos sacan de aquí.

Aziraphale se aferró a su brazo, aún tomando su mano.

- ¿Qué dices de la nueva experiencia?

- Prefiero no hablar de eso ahora... es más... ni hablemos, hay que guardar oxígeno.

Crowley se aguantó la risa, Aziraphale intentó respirar profundo. Las probabilidades son realmente aleatorias, quien pensaría que justo ese día y momento ambos acabarían encerrados en un ascensor.

Cuando las puertas se abrieron Aziraphale casi pega un grito, Crowley se quejó un poco por el jalón que recibió en su brazo, pero ante la emoción de Aziraphale de ser rescatados decidió ignorarlo.

Al salir,  Aziraphale agradeció como mil veces mientras que Crowley le daba palmaditas en la espalda.

Antes de que Crowley tomara otro ascensor Aziraphale lo agarró de la muñeca y lo guió hacia las escaleras.

- Nada de llamarme exagerado, no soy esos que se queman la mano y luego vuelven a tocar el fuego.

- Bueno. - Crowley hizo una mueca al tener que subir las escaleras. Afortunadamente no faltaba mucho para llegar.

Cuando llegaron frente al apartamento Crowley jugó con sus llaves.

- ¿Pasa algo malo, Crowley?

- Te seré sincero... Soy una persona algo desordenada, ¿ok? No digas nada si ves algo raro o fuera de su lugar...

Aziraphale desvió la mirada pensativo y luego asintió despacio.

- Vale, no te preocupes.

Crowley suspiró y abrió la puerta. Asomándose hacia adentro antes de dejar pasar a Aziraphale, cerrando la puerta detrás de él. Manteniéndose a una distancia del albino para checar por delante que no hubiese algo fuera de su lugar.

A Aziraphale le divertía verlo así, incluso dejó salir una pequeña risa.

- Todo despejado - Crowley se quitó las gafas y se volteó para sonreírle a su invitado -. Puedes ponerte cómodo, como si fuese tu casa.

- Tienes bastante espacio... - Se quedó mirando las plantas.

- ¿Verdad que están bien lindas? A mí me gustan.

- Son bastante grandes.

- Pero tienen algunos agujeros... Si yo las cuidara estarían más bonitas.

- Que exigente eres.

- Soy fanático de las plantas... supongo.

Aziraphale soltó de sus típicas risitas educadas, era algo que a Crowley le encantaba oír.

- Por favor, siéntate. Traeré algo para que comamos, puedes encender la televisión si gustas.

- Está bien, Crowley, gracias. - Sonrió Aziraphale, tomando camino hacia los sofás de la sala, admirando aún la decoración del apartamento.

Crowley llegó a la cocina y se reposó en un mueble, entonces fue ahí donde se llevó una mano a la cabeza y pensó que fue una pésima idea. ¿Ahora cómo mierda lo devolvería a su casita sin mojarse por la pronta lluvia? Aún no tenía un auto, y sobre habitaciones... no podía dejarlo dormir con él. Más bien, ¿cómo mierda iban a dormir juntos? Lucifer estúpido, cómo no se te ocurrió entregar un apartamento con habitaciones extra como los departamentos normales, egoísta de mierda.

Crowley suspiró profundamente y oyó a Aziraphale emocionarse por encontrar una de sus películas favoritas. Se relajó. Aziraphale no haría mucho problema, seguramente hasta no le molestaría ocupar el sillón, aunque Crowley no quería que Aziraphale durmiese allí.

Se lavó las manos y comenzó a preparar algo para complacer a su huésped.

¿Tenía miedo? ¿Estaba nervioso? ¿Con ganas de tirarse por la ventana? Mencionando que están en un 6to piso. ¡Por supuesto que sí! ¡Su corazón late como loco, pero es admirable la forma en la que puede controlarse a sí mismo y verse tan calmado! Lo estás haciendo bien Crowley.

Pero bueno, a veces los sentimientos te juegan en contra al ser tan malditamente subjetivos.

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Mon Ange, Sauve MoiWhere stories live. Discover now