-Por cierto, no sé si te había dicho, el evento de mí familia no sería precisamente hoy, si no mañana. Esta noche iremos a cenar con mi familia, esta noche solo conocerás a mi hermano mayor, mis otros dos hermanos decidieron viajar  hasta acá mañana- continuó diciendo.

Cenar con su familia, ay dios, de solo pensarlo me sudaban las manos, y creo que se notó en mi cara lo nerviosa que estaba de solo pensarlo.

- No tienes que ponerte nerviosa, ellos no van a comerte. - Alexandré tomó mi mano para tranquilizarme, pero eso no quitaba el hecho de que quisiera que me tragara la tierra, o que el tiempo se detuviera y yo pudiese escapar.

El ascensor abrió sus puertas, y fuimos a mi habitación primero, una habitación hermosa, con una vista increíble. Alexandré dejó las bolsas encima de la cama, y empezó a buscar y a sacar cosas de las bolsas.

Sacó un vestido precioso, elegante pero juvenil, un vestido de noche, corto de color  rojo.

- Desde que vi este vestido supe que puesto en ti se vería aún más hermoso. - No pude evitar burlarme un poco de él, a este punto ya no sabía si Alexandré era mi amigo, mi pareja o mi estilista de imagen personal.

- ¿Qué? ¿Porqué te ríes?.

- Perdóname, es que me recuerdas a ese personaje de Los increíbles, Edna Moda. - dije riendo. Alexandré estaba más despistado que antes, al parecer no sabía de qué le hablaba- Espera, espera, ¿Nunca has visto la película de Los increíbles?

-No, nunca la he visto, ¿es buena?

Aveces se me olvida que Alexandré y yo teníamos diez años de diferencia y veníamos de continentes diferentes, para mí era inimaginable pensar que alguien nunca hubiese visto la película de Los increíbles.

- Es una película animada, es muy buena, deberíamos verla aunque sea una vez, espero que no te molestes conmigo cuando aparezca Edna Moda en la pantalla.

Alexandré había elegido los zapatos perfectos, eran de tacón corto, y una chaqueta de color negro. Esa sería mi vestimenta para cenar con sus padres.

Hablamos un rato más, y después se fue a su propio cuarto para que yo pudiese arreglarme, y así lo hice, una ducha rápida, me puse el vestido, los zapatos, admitía que Alexandré tenia razón, este vestido era hermoso, no tenía escote, pero se ajustaba más a mi cintura, y después caía suelto, era un vestido corto, unos centímetros por encima de mis rodillas nada más, me hacía una silueta más definida y más elegante, lo amaba; lo que más tardé en hacer, fue arreglarme el cabello, hice unas ondas en el cabello como pude, y luego me maquillé dentro de lo que cabe porque no sabía maquillarme muy bien, entonces me puse los accesorios, los aretes de oro, la pulsera y el reloj que Alexandré me había regalado, estaba casi lista, un poco de perfume y ya.

Tomé un momento para respirar y mentalizarse, caer en cuenta en dónde y con quién estaba, debía sacar lo mejor de mí esta noche, y sobretodo no arruinar la noche, no importaba lo que pase, mientras no se relacione conmigo de alguna forma.

Debía ser yo, pero en mi mejor versión.

Tocaron mi puerta, sabía que era él; No me consideraba religiosa a pesar de venir de una familia sumamente católica, aún así esa noche recuerdo haberle pedido a Dios que me diera fortaleza y seguridad, para no sentirme menos entre esa clase de gente.

Alexandré traía un traje elegante, pero su sonrisa era su mejor accesorio, recuerdo haberle dicho lo guapo que se veía luego de abrirle la puerta, y su sonrisa se hizo aún más grande.

Si de fingir se trataba, yo era buena fingiendo que nada me impresionaba, ni los autos de lujo, ni los regalos caros, ni los viajes, ni la ropa, fingir o disimular que nada me impresionaba a pesar de que sí que lo hacía, esa podría decirse que era la única carta que tenía, pero luego de ver a donde Alexandré me llevó a cenar con su familia, a un Yate, un yate!, en mi vida había subido a un yate, no hay duda de que iba a compartir todas mis primeras veces con Alexander.

Un Yate grande, lujoso, hermoso, mi corazón estaba acelerado pero debía mantener la compostura, si hubiese estado en esta misma situación pero con mi amiga Rosmery a mi lado, seria completamente diferente, si Marí estuviera aquí conmigo podría escucharla decir todo lo que cruzara por su mente sin pensar, y yo hubiese hecho lo mismo también.

En este yate habían unas cuantas personas, algunas quince o más personas, no sabía quiénes eran, pero parecían sacadas de una revista, las mujeres vestidas de una manera elegante y sencilla, los hombres en traje, unos tomando alcohol, y otros fumando, eran señores ya; Estar con esas personas me daban nervios, Alexandré me había dicho de camino hacia acá, que ninguna de estas personas hablaban español obviamente, que si tenía que decir algo lo hiciera en inglés, pero luego dijo que el inglés no era del agrado de los franceses, así que cruzaba los dedos para mantener mi boca lo más cerrada posible.

Si de hablar inglés se trata no tendría problemas, para eso estudié inglés todo un año, y me esforcé muchísimo para mejorar la pronunciación y así, pero estas personas eran franceses, yo francés no sé absolutamente nada.

Alexandré me presentaba a las personas que estaban ahí, yo no entendía absolutamente nada porque ellos hablaban en francés; las primeras personas que me presentó fueron una señora muy elegante, y un señor que fue muy amable conmigo, pero no intercambiamos muchas palabras, luego Alexandré me dijo que la señora era una amiga de su mamá, y el señor era su esposo.

Luego fueron sus padres, pero cuando los presentó no sabía que eran sus padres, me parecieron unas personas educadas, elegantes, pero muy frías, entendía que conmigo no iba haber más que un apretón de manos, pero con Alexandré apenas unas palabras, eso se me hizo muy frío, supongo que solo era una diferencia cultural.

Así fue con todas las demás personas, me parecían personas demasiado frías, poco amigables, no sabía si era por mí, porque les caía mal o es que eran así , incluso llegué a ver que una de las señoras me miró mal, y yo le sonreí de vuelta, cada quien estaba en sus asuntos, en su plática; incluso Alexandré estaba platicando con un señor, yo estaba a su lado, pero como estaban hablando en francés no podía participar de la conversación.

Me sentía incómoda, ya me quería ir y apenas hacía unos minutos habíamos llegado; la noche estaba hermosa, Monte carlo de noche se veía aún más hermoso, y también podías ver a los demás yates, unos más pequeños que otros, podías ver qué hacían las personas de los otros yates a lo lejos. Luego llegó otro hombre, era más joven que los otros señores que ya estaban, de algunos treinta y cinco podría decirse, era alto, pero no tan alto como Alexander, tenía ojos verdes, cabello castaño, muy muy guapo, ya lo había visto antes, en Google cuando estaba buscando información de Alexandré, era su hermano mayor.

Alexandré no era feo físicamente, pero tampoco tenía mucho atractivo, era muy alto, muy delgado, su sonrisa y sus ojos eran su atractivo, tenía la frente ancha y la nariz grande, pero su hermano mayor si era muy guapo, era alto, unos centímetros más bajo que Alexandré, no era tan delgado como Alexandré, tenía los ojos grandes y verdes, la mandíbula marcada, labios carnosos, su mirada cautelosa, era muy hipnotizador, un hombre muy guapo y muy elegante, aunque eso de la elegancia creo que venía de familia, todos eran muy elegantes.

Alexandré me presentó con su hermano, y no sé qué agregó de más, la mirada de su hermano pasó de la suya a la mía, había cierta intriga entre hermanos, y yo por la barrera del idioma estaba fuera de ese círculo; Extendí mi mano igual que con todos los demás, para tener el simple saludo formal de un estrechado de manos, pero el señor besó el torso de mi mano, y yo más que sorprendida solo miré de reojo a Alexander, y él hizo lo mismo, ambos intercambiamos miradas, yo no entendía nada.

- Mucho gusto, soy Jules, el hermano mayor de Alexandré. -Había dicho en inglés, creo que porque estaba nerviosa se me cruzaron los cables del idioma y le respondí "Enchanté". Agradecí que nuestras manos se soltaran, él se río de mí, tal vez por mi mala pronunciación del francés o porque no se lo esperaba.

- Soy Salomé, gusto en conocerte Jules. - Esta vez dije todo bien en inglés, sin equivocarme, estaba muy nerviosa, y quería irme al hotel, pero la noche apenas empezaba. El señor Jules había hecho un comentario en francés que no le había hecho nada de gracia a Alexander por como le había cambiado el rostro, de uno muy sonriente a uno muy serio en un segundo, y como no entendía nada del idioma no sabía si se trataba de mí o no tenía nada que ver conmigo.

La noche apenas comenzaba, y ya quería huir.

The million dollar manWhere stories live. Discover now