IX.- CARTA DE MINA HARKER A LUCY WESTENRA

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"Ha regresado y me ha dicho que ya han ido a buscar al capellán de la iglesia de la Misión Inglesa. Nos casaremos dentro de una hora, o tan pronto como despierte Jonathan...


"Lucy, llegó la hora y se fue. Me siento muy solemne, pero muy, muy contenta. Jonathan despertó poco después de la hora, y todo estaba preparado; él se sentó en la cama, rodeado de almohadas. Respondió 'sí, la acepto' con firmeza y fuerza. Yo apenas podía hablar; mi corazón estaba tan lleno, que incluso esas palabras parecían ahogarme.


Las hermanas fueron todas finísimas. Nunca, nunca las olvidaré, ni las graves y dulces responsabilidades que han recaído sobre mí. Debo hablarte de mi regalo de bodas...


Cuando el capellán y las hermanas me hubieron dejado a solas con mi esposo, ¡oh, Lucy!, ¡es la primera vez que he escrito las palabras 'mi esposo'!, cuando me hubieron dejado a solas con mi esposo saqué el libro de debajo de su almohada, lo envolví en un papel blanco, lo até con un pequeño listón azul pálido que llevaba alrededor de mi cuello y lo sellé sobre el nudo con lacre, usando como sello mi anillo de bodas.


Entonces lo besé y se lo mostré a mi marido; le dije que así lo guardaría, y que sería una señal exterior y visible para nosotros durante toda nuestra vida de que confiábamos el uno en el otro; que nunca lo abriría, a menos que fuera por su propio bien o por cumplir un deber ineludible. Entonces él tomó mi mano entre las suyas, y, ¡oh, Lucy, fue la primera vez que él tomó las manos de su mujer!, y dijo que eran las cosas más bonitas en todo el ancho mundo, y que si fuera necesario pasaría otra vez por todo lo pasado para merecerlas. El pobrecito ha de haber querido decir por parte del pasado, pero todavía no puede pensar sobre el tiempo, y no me sorprendería que en un principio mezclara no sólo los meses, sino también los años.


"Bien, querida, ¿qué más puedo decir? Sólo puedo decirte que soy la mujer más feliz de todo este ancho mundo, y que yo no tenía nada que darle excepto a mí misma, mi vida y mi confianza, y que con estas cosas fue mi amor y mi deber por todos los días de mi vida. Y, querida, cuando me besó, y me atrajo hacia él con sus pobres débiles manos, fue como una plegaria muy solemne entre nosotros dos...


"Lucy, querida, ¿sabes por qué te digo todo esto? No sólo porque es tan dulce para mí, sino también porque tú has sido, y eres mi más querida amiga. Fue mi privilegio ser tu amiga y guía cuando tú saliste del aula de la escuela para prepararte en el mundo de la vida. Quiero verte ahora, y con los ojos de una esposa muy feliz, a lo que me ha conducido el deber, para que en tu propia vida de matrimonio tú también puedas ser tan feliz como yo. Mi querida, que Dios Todopoderoso haga que tu vida sea todo lo que promete ser: un largo día de brillante sol, sin vientos adversos, sin olvidar el deber, sin desconfianza. No debo desearte que no tengas penas, pues eso nunca puede ser; pero si te deseo que siempre seas tan feliz como lo soy yo ahora. Adiós, querida.


Pondré esta carta inmediatamente en el correo, y quizá te escriba muy pronto otra vez.


Debo terminar ya, pues Jonathan está despertando. ¡Debo atender a mi marido!


"Quien siempre te quiere,

MINA HARKER"


Carta de Lucy Westenra a Mina Harker

DRÁCULA BRAM STOKER (COMPLETO)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt