XVII.- DEL DIARIO DEL DOCTOR SEWARD (continuación)

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Cuando llegamos al hotel Berkeley, van Helsing encontró un telegrama que había llegado en su ausencia:

"Llegaré por tren. Jonathan en Whitby. Noticias importantes.

MINA HARKER ."

El profesor estaba encantado.

—¡Ah!, esa maravillosa señora Mina —dijo—. ¡Una perla entre las mujeres! Va a llegar; pero no puedo quedarme a esperarla. Debe llevarla a su casa, amigo John. Debe ir a recibirla a la estación. Mándele un telegrama en camino para que esté preparada.

Cuando enviamos el telegrama, el profesor tomó una taza de té; a continuación, me habló de un diario de Jonathan Harker y me entregó una copia mecanografiada, así como el diario que escribió Mina Harker en Whitby.

—Tómelos —me dijo y examínelos atentamente. Para cuando regrese, estará usted al corriente de todos los hechos y así podremos emprender mejor nuestras investigaciones. Cuídelos, puesto que su contenido es un verdadero tesoro. Necesitará toda su fe, a pesar de la experiencia que ha tenido hoy mismo. Lo que se dice aquí —colocó pesadamente la mano, con gravedad, sobre el montón de papeles, al tiempo que hablaba—, puede ser el principio del fin para usted, para mí y para muchos otros; o puede significar el fin del "muerto vivo" que tantas atrocidades comete en la tierra. Léalo todo, se lo ruego, con atención. Y si puede añadir usted algo a la historia que aquí se relata, hágalo, puesto que en este caso todo es importante. Ha consignado en su diario todos esos extraños sucesos, ¿no es así? ¡Claro! Bueno, pues entonces, pasaremos todo en revista juntos, cuando regrese.

A continuación, hizo todos los preparativos para su viaje y, poco después, se dirigió a Liverpool Street. Yo me encaminé a Paddington, a donde llegué como un cuarto de hora antes de la llegada del tren.

La multitud se fue haciendo menos densa, después del movimiento característico en los andenes de llegada. Comenzaba a intranquilizarme, temiendo no encontrar a mi invitada, cuando una joven de rostro dulce y apariencia delicada se dirigió hacia mí, y después de una rápida ojeada me dijo:

—Es usted el doctor Seward, ¿verdad?

—¡Y usted la señora Harker! —le respondí inmediatamente.

Entonces, la joven me tendió la mano.

—Lo conocía por la descripción que me hizo la pobre Lucy; pero... guardó silencio repentina-mente y un fuerte rubor cubrió sus mejillas.

El rubor que apareció en mi propio rostro nos tranquilizó a los dos en cierto modo, puesto que era una respuesta tácita al suyo. Tomé su equipaje, que incluía una máquina de escribir, y tomamos el metro hasta Fenchurch Street, después de enviar recado a mi ama de llaves para que dispusiera una salita y una habitación dormitorio para la recién llegada.

Pronto llegamos. La joven sabía, por supuesto, que el lugar era un asilo de alienados; pero vi que no lograba contener un estremecimiento cuando entramos.

Me dijo que si era posible le gustaría acompañarme a mi estudio, debido a que tenía mucho de que hablarme. Por consiguiente, estoy terminando de registrar los conocimientos en mi diario fonográfico, mientras la espero.

Como todavía no he tenido la oportunidad de leer los papeles que me confió van Helsing, aunque se encuentran extendidos frente a mí, tendré que hacer que la señora se interese en alguna cosa para poder dedicarme a su lectura. No sabe cuán precioso es el tiempo o de qué índole es la tarea que hemos emprendido. Debo tener cuidado para no asustarla. ¡Aquí llega!

Del diario de Mina Harker

29 de septiembre. Después de instalarme, descendí al estudio del doctor Seward.

DRÁCULA BRAM STOKER (COMPLETO)Where stories live. Discover now