El nombre del hada

233 77 28
                                    


Hattori Heiji soltó un suspiro por enésima vez en el día. Se hallaba sentado en la silla frente a la mesa mientras sostenía el mentón en una mano apoyada en la madera de la mesa. Miraba por la ventana con un semblante ido y algo nostálgico.

—¿Heiji? —Kazuha lo observaba preocupada, no entendía lo que le pasaba.

Desde que habían regresado del bosque la tarde anterior, Heiji se había venido comportando de esa forma tan extraña, apenas comía, ya no parloteaba alegremente como días atrás, se le miraba ausente y mirando a la nada como si esperara ansiosamente encontrar algo en alguna parte.

—Kazuha-chan —llamó Ran. A dos metros, Sonoko peleaba con Shinichi—. ¿Qué le pasó ayer a Hattori-kun en el bosque? Está actuando muy extraño.

Kazuha miró a Heiji quien solo observaba la ventana mientras sus ojos se perdían más allá de esta. Luego, sus ojos se volvieron hacia Ran.

—No lo sé —dijo ella seriamente—. Se perdió al parecer, subió a un árbol muy alto y cayó de él, cuando lo encontramos empezó a hablar de criaturas del bosque, hadas y todo eso.

—¿Hadas? —se extrañó la muchacha girando a mirar otra vez a Hattori.

—Sí.

—¡Deja de insistir! —gritaba Shinichi mientras se preparaba un café— No voy a dejar el café solo porque tú lo digas.

—Cuando seas un anciano tembloroso te acordarás de mí —reclamaba Sonoko y Ran solo se sonrió al escucharlos, más enseguida volvió su vista a Hattori.

—Hattori-kun —le llamó, pero el ojiverde seguía en las nubes.

—¡Heiji! —gritó Kazuha dándole un golpe a la mesa e inmediatamente el moreno reaccionó.

—¡Hey! —reclamó— ¿Qué demonios te pasa?

Tanto Shinichi como Sonoko giraron a mirar a Heiji que solo observaba a las chicas con ojos asustados.

—Hattori-kun, ¿en verdad viste un hada? —preguntó Mouri muy emocionada.

—La vi —aceptó el moreno—. Y en verdad era la cosa más bonita que he visto en mi vida.

—¿En serio? —Ran ocupó asiento a su lado y le miró muy interesada en saber más— ¡Dime, dime! ¿Cómo era?

Sonoko y Shinichi dejaron de discutir instantáneamente y se acercaron a oír lo que el moreno tenía para contar, la única que parecía disgustada era la propia Kazuha.

—Era como de este tamaño —Heiji simuló la altura con sus manos—. Tenía unos ojos grandes, azules, demasiado, demasiado bonitos y unas alas transparentes que reflejaban colores con la luz y cada que se movía soltaba chispas brillantes..

Ran le dedicó una mirada de duda a Kazuha que tenía un semblante molesto.

—Te dije que estaba alucinando —dijo ella y Ran sonrió afectadamente.

—¡Estoy diciendo la verdad! —se enfadó Hattori levantándose de la silla— ¡De verdad la vi! ¿Sino cómo explican que no tenga ningún hueso roto luego de caer de esa altura?

Completamente cautivadoМесто, где живут истории. Откройте их для себя