Capitulo 22 (Extra +18 de Diego y Pamela)

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—Padme, me gusta el sexo duro, salvaje, me encanta dejar marcas por todo el cuerpo y... Me gusta ser brusco y una vez que lo hagas solo le dejaras prendido y voy a querer tenerte las veinticuatro horas de día follando.

—Diego... Contigo no me importa si es sexo duro o suave yo solo quiero hacerlo contigo.

Me desabotono el pantalón y me lo bajo con un poco de dificultad pero lo hago, después me quito los bóxers y mi erección queda a la vista, Padme se relame los labios y su mirada es de deseo puro e intenso.

—Quiero tocar.

Me masajea con delicadeza el miembro y yo ya no puedo más con esta lenta tortura, necesito follarla ahora.

Gracias al cielo tengo un condón en mi bolsillo, no es que siempre lo llevo para follarme a cualquier chica solo que sabía que estaría con Padme y ella es una tortura para mí.

Rompo el envoltorio con los dientes y me coloco el condón en tiempo récord.

Aparto los mechones rebeldes de cabello de su cara y la beso.

—Te... Te amo, Padme.

—Y... Yo a ti, rarito.









Pamela.






No sé cómo pasamos de preparar un pastel a pedirle a Diego que me folle, pero bueno... Es lo que quiero.

Diego está encima de mí, torturándome con semejante vista, quería ser yo quién le colocara ese condón pero no lo hice por miedo a no hacerlo bien.

Ya no resisto, lo necesito dentro de mí y que me folle duro, muy duro.

Me estremezco esperando a que Diego me embista. Aparta mechones rebeldes de cabello de mi cara y me besa.

—Te... Te amo, Padme.

—Y... Yo a ti, rarito.

Su miembro es muy grande, las venas se marcan en él y su glande palpita, aprieto las piernas para tratar de calmar lo que mi cuerpo exige.

—Ábrete—me ordena,—si quiere que todo esto—señala su miembro,—entre ahí.

Lo obedezco.

En un instante Diego me embiste sin contemplaciones.

Suelto un grito porque me duele un poco pero me gusta sentir que estoy llena porque en una sola embestida ya tengo todo su miembro dentro de mí.

Mueve sus caderas a un ritmo salvaje, eso hace que el placer aumente y me gusta, me siento en el paraíso.

Me coloca una mano en el cuello y me aprieta fuerte.

— ¿Te gusta?—me pregunta lascivo.

—Sí... No pares.

Coloco mis manos en su espalda y clavo mis uñas en ella, me encanta cada embestida, cada beso, mordida y rasguño que le da a mi piel.

—Di que eres mía.

Escuchar su voz en mi oído hace que me estremezca.

Atrapa mi labio inferior en sus dientes y me muerde con fuerza provocando que sangre.

—Soy tuya... Diego.

Diego se clava más en mi entrepierna empapada y en un movimiento brusco me sube a su regazo. El cambio de posición me da un pequeño ardor en mi intimidad.

—Duele—le digo.

—Lo sé—me acaricia el rostro,—pero el dolor es parte del placer, Padme.

Me da besos por todo el rostro y luego de unos segundos Diego me ordena que me comience a mover y lo hago. Me muevo de arriba abajo, al principio fueron movimientos lentos pero luego fueron rápidos y salvajes.

—Eres mía, solo mía—y con esas palabras llego al orgasmo, grito y le clavo las uñas en sus hombros y él también se corre.

Me levanto un poco y me tumbo en la cama, él también se tumba a mi lado y nos quedamos mirándonos fijamente por unos segundos mientras nuestras respiraciones vuelven a la normalidad.

¿Me arrepiento de esto? No, no me arrepiento de nada porque lo que acaba de pasar aquí me ha encantado y lo volvería a hacer mil veces más.

Tengo sueño, maldición, estoy agotada, solo quiero cerrar los ojos y dormir.

Veo a Diego, tiene el cabello enmarañado y pegado a la frente, también tiene gotitas de sudor.

—Contigo todo es especial, Padme.

Siento mis mejillas arder porque aunque acabamos de tener sexo no significa que se me haya ido toda la vergüenza.

—Eso del sexo duro no me parece tan mala idea—digo sin pensar.

Oh... Mierda ¿Yo dije eso?

Sí, lo dijiste.

Y me encantó decirlo, ¿Para que negarlo? Aunque me de vergüenza tengo que aprender a tener esta clases de conversaciones después del sexo con mi pareja porque es lo más normal del mundo ¿O no es así?

— ¿Quieres que siga follándote sin gentileza?

Asiento. Sí... Tengo sueño pero también quiero más sexo.

— ¿Lista para la mejor follada de tú vida?—me pregunta.

—Sí, rarito.

Y esa noche bajo la luz de la luna colándose por la ventana y las llamas de la chimenea iluminando nuestros cuerpos desnudos me entregué a Diego en cuerpo y alma.













Nota de la autora:




¡Vayan a misa porque este capítulo no es de Dios Jajaja!

Y si me conocen en persona les digo que... ¡ESTA NO SOY YO, YO NO ESCRIBÍ ESTE EXTRA! ¡ME HACKEARON WATTPAD! Jajaja.

No mentira, este extra si lo escribí yo y salió de lo más oscuro de mi ser pero... Shh es un secreto jajaja.

Les regalo este extra porque ando de buen humor, he regresado de un viaje a la playa que me ha desestresado y me ha ayudado a tener ideas más claras para mi historia así que denme muchos votos, síganme y recomienden mi historia a sus amigxs, conocidxs o familiares lectores.

Lxs amo un montón.






La dama de negro.

El secreto de los Miller [Parte 1 y parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora