Una Vida Pacífica.

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- Majestad.- Tomó su mano.- ¿Sabe por qué quería platicar con usted?

- Supongo que era para disculparte.- Negó.- Te dije que no era necesario.

- Si, era para disculparme pero también quería decirle algo más.- Le sonrió.- Me gustaría que cuando decida aceptarme...me vea como un aliado más.

- ¿Qué?.- Se sorprendió.

- No vine aquí a competir, no vine a robar lo que es suyo por derecho.- Con su pulgar acarició suavemente la mano de la joven.- Solo vine a ser feliz, a estar junto a mi persona. No quiero formar una disputa, mucho menos una guerra entre ambos, siento que eso es algo innecesario. ¿Sabía que mi madre una vez fue concubina?

- Lo sé.- Asintió.

- Se muy bien lo que eso conlleva. Entiendo perfectamente las normas. No tiene que preocuparse por nada.- Negó.- No soy una amenaza para usted, soy un súbdito y puedo prometerle en este día que jamás representare algún tipo de amenaza para usted.

- En verdad eres tan excepcional como dicen.- Sorbio su nariz.- ¿Esperas que seamos amigos? ¿Dos personas que comparten el amor de un hombre?

- Si no me puede ver como su amigo, entonces veame como su súbdito. Aquel que estaría dispuesto no sólo a protegerla sino también al pequeño príncipe.

- ¿Por qué eres así?.- Una lagrima rodó por su mejilla.- ¿No se supone que deberías odiarme?

- ¿Por qué debería de hacerlo?.- Levantó su mano y limpió la lagrima de forma delicada.- Ya se lo dije, no estoy aquí para competir. Solo estoy aquí para ser feliz junto a mi destinado.

- Dame tiempo.- Bajó la mirada.

- ¿Como?.- Sonrió con suavidad.

- Solo dame tiempo de asimilar las cosas. Ten un poco de paciencia.- Asintió.- Mientras tanto...te doy mi palabra de que por mi parte tendrás una vida pacífica. Aunque no lo creas el emperador significa mucho para mí y le di mi palabra.

- Puedo esperar todo el tiempo que desee.- Ambos se sonrieron.

..........

El palacio que le había sido otorgado al nuevo Rey Consorte tenía una decoración exquisita. El emperador se había encargado de que aquel lugar tuviera un aspecto similar al antiguo Palacio de su esposo, quería que este siempre se sintiera como en casa.

Sus jardines eran enormes, con una gran variedad de flores y una hermosa laguna en medio donde una cantidad de grullas tomaban sus baños alegremente. Las doncellas y los eunucos del lugar sabían ya sobre cada uno de los gustos y rutinas de su rey así que no fue difícil para ellos cuidar de él.

Shaham había regresado al palacio de su amo dejándolo atrás. Ya que este se encontraba reunido con los miembros de su nueva familia, entendió que aquel no era el lugar en el que debía estar.

Llevaba algunos días allí por lo que para él fue un tanto difícil adaptarse a la gran cantidad de doncellas y eunucos que aparecían de repente en cualquier lado, merodeandolo y curioseando como si fueran pequeños y molestos animalitos.

En Liang todos lo conocían por lo que siempre se mantenían alejados de él. Querían evitar que este le gruñera como era de costumbre por lo cual siempre le daban su espacio y no lo molestaban pero ahora en Yang, tenía que lidiar con una nueva situación.

Por alguna razón el alfa persa se había vuelto objetivo tanto de doncellas como de eunucos que siempre lo perseguían a escondidas o lo observaban fijamente. Era una situación bastante molesta, no importaba si terminaba gruñendoles para asustarlos, esto al final siempre tendría un resultado diferente pues más que asustarse los demás se sentía fascinados.

Yizhan.Where stories live. Discover now