Al Día Siguiente (parte 2)

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Steven giró la cabeza para mirarme.

-Ven aquí.-

Dudé por un segundo antes de darme cuenta de que no tenía sentido resistir o discutir.

-¿Esto te excita?- preguntó Steven, señalando la televisión.  -¿Te gusta que las chicas sean cogidas?  ¿O preferirías que fueras tú a quien cogen?-

Miré la televisión y de nuevo a Steven, sin saber qué decir, en sus ojos estaba el mismo deseo que vi la noche anterior, una vez más, él estaba a la caza y yo era su presa, se agachó y levantó sus grandes bolas.

-Ha sido un largo día.  ¿Por qué no bajas y me limpias las bolas?-

Steven me miró fijamente a los ojos, desafiándome a decir que no.  Se deslizó hacia el borde de la cama y puso los pies en el suelo, me acerqué y me arrodillé entre sus piernas, frente a mí estaba la gran polla que era tanto el tema de mis miedos como de mis fantasías, lo sostuve suavemente por la cabeza y lo levanté, apartándolo del camino.

-Hazlo.  Lame mis bolas-

Aquí va nada... Me incliné hacia delante y aspiré su olor a almizcle.  Realmente había sido un día largo.  Florida en verano hace un calor de cojones si no lo supieras y, aunque estés acostumbrado al calor, sudas mucho.  Steven no usaba un suéter ligero precisamente, el aroma que salía de sus bolas era acre pero no desagradable, si alguna vez te tocaste las bolas y luego te oliste los dedos después de un largo día, conoces el olor.  Había olido ese aroma mil veces en el vestuario del gimnasio y nunca lo había pensado dos veces hasta ahora, de una manera extraña me excitó.

La polla de Steven no era lo único que era grande.  Sus bolas eran igualmente impresionantes, demonios, hicieron que mis bolas parecieran tres en raya en comparación, también se veían deliciosos.  Me incliné hacia adelante y toqué con la punta de mi lengua su testículo derecho y Steven jadeó.  Sabían tan bien como olían y se veían.  Lamí de nuevo, pasando mi lengua desde el fondo de sus bolas hasta la base de su pene y él gimió.

Steven se echó hacia atrás, dejando que su polla golpeara su estómago de nuevo, comencé a lamer, empecé a bajar en su mancha y poco a poco me abrí paso prestando especial atención a cada delicioso centímetro, estaba claro que Steven se afeitaba las bolas con regularidad, pero estaban un poco irritadas por la falta de una navaja desde que habíamos estado fuera de casa.

-Eres una buena perra.  Ahora chúpame las nueces.- Moví mi boca hacia su testículo izquierdo y lo chupé, pasando mi lengua contra la membrana de su saco mientras lo enrollaba en mi boca.  Jesús, estas fueron algunas bolas grandes.  Gimió cuando chupé cada una de sus grandes bolas por turno.

-Ok, eso es suficiente.- dijo Steven mientras apartaba mi cabeza de su saco, lo miré desconcertado, ¿Qué sigue?  ¿Qué es lo que quiere?

-Levántate en la cama y acuéstate boca abajo-

¿Qué?  ¿Esto realmente va a donde yo creo que va?

-¿Hablé en chino?  Ponte boca abajo.

Gemí y me levanté. Steven se acercó y yo me subí a la cama y me acosté boca abajo. Giré la cabeza hacia un lado para poder respirar y cerré los ojos. Me preparé para lo que vendría pero quedé muy sorprendido. Sentí las manos de Steven separar mis nalgas y sentí su aliento húmedo en mi agujero. Antes de que pudiera reaccionar sentí su lengua húmeda y caliente contra mi culo y me estremecí de placer.

-Oh Dios¡¡- gemí.

No podía creerlo. Steven me estaba besando. Había oído que la gente hacía esto, pero a mi me parecía desagradable.

-¡Jesús!- grite de nuevo
La lengua de Steven se sentía tan bien. Los músculos de mi trasero parecieron relajarse por sí solos mientras Steven continuaba su húmedo asalto a mi trasero. Sin previo aviso sentí su lengua entrar un poco en mi culo, penetrándome. Medio involuntariamente contraje los músculos de mi trasero, evitando su lengua intrusa.

MI NO TAN PEQUEÑO HERMANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora