1959

86 4 0
                                    

Me lo prometiste, padre. Me lo prometiste y no lo cumpliste.

Ahora es invierno en Rávena y mañana será noche de estreno en Roma. Me esperan el griterío, los flashes y el champán... La película era un éxito antes de nacer porque mi apellido, que es el tuyo, es sinónimo de triunfo. Aun así, no estoy preparado para ponerme mis mejores galas y sonreír para esas malditas fotografías. Siento que por dentro estoy quebrado y que el mundo me es ajeno mientras miro la puesta de sol en pie, frente al mar. Permito que las olas, cansadas y rendidas a la fina arena, acaricien mis pies descalzos. El agua está helada, pero no me importa.

O lo que estoy viendo es el producto de mi embriaguez, o la naturaleza no tiene rival para su beldad. Nadie podría ser tan rico como para comprarle su belleza al mar. Aunque me pregunto si no sería más caro aún comprar un abrazo tuyo. Sólo recuerdo el último, que quizás no fue otro que el primero.

Me sorprendo a mí mismo... porque estoy llorando. En todos estos años no me había dignado a liberar mi llanto ni una sola vez. Toda mi rabia me servía para hacer del arte mi sustento, sin que la gente supiera que parte de mi inspiración venía de tus desprecios. Nadie lo supo porque no me gusta quejarme en público ni airear los trapos sucios... Eso he debido de heredarlo de ti, porque tu primera esposa, mi madre, sí que abusaba del victimismo y del chismorreo. No sé si lo sabes, pero aún lo hace, y a veces me dan ganas de vomitar al escucharla. ¿Cómo pudiste casarte con semejante bruja? Supongo que yo estaba destinado a nacer y eso era inevitable... Tu segunda esposa era una mujer maravillosa, incluso yo me enamoré de ella siendo un niño. Pero le rompiste el corazón y se esfumó. Nicoletta me recuerda a ella porque sólo sabe mostrar un amor puro que luego yo desperdicio sin querer pero sin miramientos. ¿Por qué los hombres no sabemos amar de verdad?

Esta playa, con su arena y su Sol, es tan rubia como Aliccia. Si pudieras verla en persona... Es aún más bella que en la pantalla. Las estrellas de verdad brillan mientras el resto de marionetas sólo recogen un poco de popularidad hasta que la agotan. Aliccia es deslumbrante. Y esos diamantes, que ahora se dibujan en el horizonte de agua, son como los ojos azules de Paola. Qué terrible mujer, y qué elegancia, qué curvas... Mucho me envidiarías, ya lo creo que sí, si las conocieras. Claro que a Nicoletta no le he hablado de ellas, pues sé que le haría mucho daño que confirmara sus sospechas. La amo demasiado como para hacerle eso. Tú la conoces, es tan hermosa y tan entregada... Es la mujer más fascinante que he conocido nunca. Se mantiene casi tan ignorante de mis otras pasiones como tú. Me encantaría poder culparte porque fuiste un lamentable ejemplo para mí, padre. Eras un gran amante y un pésimo marido. Sin embargo, de esto sólo tengo la culpa yo.

Mañana por la noche, nadie sabrá si sufro más o menos que cualquier otro hombre herido. Me debo a mi público, así que habré de disimular. No recuerdo haber derramado lágrimas tan saladas como estas; su sabor llega a ser desagradable.

Son muy escasos los momentos de paz y de tranquilidad que puedo disfrutar. Cuando la gente me reconoce ya no puedo ser yo sin sentirme observado, todo lo que me rodea cuando trabajo o cuando paseo es un torbellino de gente pronunciando mi nombre, reclamando un segundo de mi atención, sin pararse a pensar que quizás mi atención está más interesada en otra cosa que en sus peticiones.

No, está claro que no tengo muchas oportunidades de estar a solas conmigo mismo, y lo cierto es que no siento que esté malgastando este momento si, arropado por su tranquilidad y su belleza, te reprocho que... te lo has vuelto a perder.

Hubiese deseado que estuvieras siempre a mi lado. Yo sólo quise que me guiaras a cada paso, que nunca te escondieras. Pero te escondías como si lo que yo hago fuese algo deshonroso. Soñaba con que te sintieras orgullos de mí y me acompañases al estreno de mi opera prima, pero la sola idea te provocaba un profundo rechazo. Tengo casi cincuenta años, mi niñez la condimentó una posguerra, y mañana es noche de estreno en Roma...

1959Donde viven las historias. Descúbrelo ahora