3. con café y té

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Hoseok se ríe con disimulo mientras escucha las pláticas triviales de su madre. Llegando a la casa su madre camina hacia la puerta que conecta con la cochera dando aviso de la presencia del único hijo varón de aquel matrimonio. Mientras Hoseok recorre de la sala a la cocina mirando todos los cuadros llenos de fotos en la pared, algunas de su familia completa, otras de él y su hermana, y otras de sus sobrinos cuando eran pequeñas bolas de masa.

— Tu padre no nos acompaña. —sin una pizca de desánimo la mujer comenzó a desempacar las cosas dentro de la bolsa, mientras su hijo se distraía en la mesada de la cocina—. No entiende nada sobre pláticas madre e hijo.

La mujer se rió de su propio comentario, mientras su hijo suspiraba pensativo. Mirando la espalda de su madre moviéndose por la cocina no pudo evitar el rumbo que tomaban sus pensamientos cuando ponía un pie en esa casa.
Si un día, visitaba a sus padres en compañía de su pareja, ¿Cuál sería la reacción?
Toda su juventud fue acompañada de la misma pregunta, y todas las veces se negaba a responder. No se sentía listo aún. Tanto tiempo retrasando la verdad, y ahora no sabía que hacer de su vida.

— Entonces la señora Hahn no volvió a comprar pasteles en ese lugar.

La ligera brisa que se filtraba gracias al despejado patio trasero no era molestia alguna para la madre y el hijo, mientras estaban sentados uno frente al otro en la pequeña mesa redonda bajo el tejado de la casa.
Con sonrisas ligeras Hoseok escuchaba los relatos de su madre, la taza de café entre sus manos se mantenía caliente y su espalda recta contra la silla a juego con la de su madre, la mañana se mantenía tranquila aún cuando no se atrevía a comprobar si aún era de mañana o si ya estaba dando inicio la tarde. Era cierto cuando dijo que sus pendientes no eran demasiados para aquella tarde, además que disfrutaba la compañía inocente de su madre.

— Encontré demasiadas tiendas de pasteles cerca de mi edificio, traeré algunos en mi próxima visita.

— Tómate tu tiempo Hoseok-ie, no es necesario visitarnos todos los días.

Aún cuando el comentario fue dicho con inocencia Hoseok no pudo evitar incomodarse con aquello. Con una mueca que pasó desapercibida por su madre, el castaño se ocultó detrás de su bebida.

— Solo tengo tiempo de sobre, últimamente es tranquilo el trabajo mamá.

— Oh, ¿Sonó cómo un reclamo? —su madre dejó la blanquecina pieza de porcelana en la mesa, con expresión ligeramente avergonzada —.

— No, no realmente. —aclaro con timidez, no era su intención incomodar a la mujer junto a él, aunque se sintiera ligeramente intimidado por ella, solo un poco—.

— Me preocupas, hijo.

El corto silencio que se presentó logró incomodar a Hoseok, el rumbo de la conversación era el mismo que terminaba ahuyentando a su padre todas las tardes al terminar el almuerzo, y el castaño no se sentía capaz de cambiar de tema sin ofender a su madre.
Su mirada se perdió en el pequeño árbol al final del patio, faltaba poco para que las hojas se volvieran opacas y comenzarán a alterar la armonía del verde pasto en aquel lugar.

— El cumpleaños de tu padre se acerca, tu hermana traerá a su familia para celebrar en la tarde, sabes a lo que quiero llegar.

La timidez se filtró en el rostro de su madre, la brisa jugaba con su corto cabello y los claros rayos del sol iluminaban cada detalle de su rostro, y eso solo lo hacía sentir culpable.

— Mamá. —su tono cansado advirtió a la mujer al otro lado de la mesa, pero no fue suficiente —.

— Escuché que la hija de los Choi regreso de la universidad, podríamos visitarlos un día de est-

— Tengo que hacer algo, nos vemos mañana.

Cuando se levantó de su asiento sin expresión alguna su madre le tomó del brazo. Quería enojarse, solo irse, pero el arrepentimiento de su madre volvió a golpearlo con la culpa.
No era su intención hacerle sentir tan incómodo, era su propia culpa el ocultar la razón de su soledad, era su silencio lo que le incomodaba en aquellos momentos. Todo era por él.

— Lo siento, Hoseok.

— No es nada mamá, de verdad me tengo que ir.

Con amabilidad se acercó a besar la mejilla de su madre, intentando sonreír para no preocuparla y aligerar su propio corazón de la culpa que siempre nacía cuando lastimaba a su madre, por mínimo que fuera el daño él no lo hacía de manera intencional.

— ¿Comerás con nosotros en la tarde? —con cariño acarició el castaño cabello de su hijo, manteniéndolo cerca de su cuerpo, preocupada aún por él—.

— No lo creo, saldré con unos colegas en la noche.

Aquel dato pareció devolverle la felicidad a su madre, por muy poco que fuera, aquel brillo en sus ojos alivio una pequeña parte de la culpa de Hoseok. Solo un poco, si no pensaba en sus verdaderas intenciones.

— Bien, ve con cuidado hijo.

Volvió a besar la mejilla de su madre antes de adentrarse en la casa, el olor a las hierbas del té inundaban la cocina mientras sus pasos se dirigían a la entrada de la cochera en busca de su padre. Un corto saludo se dio entre ellos antes de salir de la vivienda directo a su vehículo. Una vez en el asiento de copiloto suspiró con cansancio, sus manos cubrieron su rostro y frustrado dejó salir las pesadas lágrimas de culpa que sentía en cada visita que él mismo efectuaba cada día.
Parecía que no lograba aprender, la diferencia de su felicidad y la de sus padres. No había presión, tampoco sospechas, pero cada noche se hundía en sus pensamientos y la culpa de no poder mostrarse cómo es frente a las personas que le dieron la vida. El miedo no le dejaba descansar, y cada día era un recordatorio de su falta de valor y confianza.

Un cobarde total.

Un zumbido interrumpió el pesado silencio dentro del vehículo, con pesados movimientos tomó el aparato causante de su distracción y se concentró por completo en la reciente notificación.

'El restaurante XX, cerca del edificio XX. Todos en la noche.'

Sus penas dejaron de ser el pensamiento principal en su mente, con las mejillas aún húmedas por las lágrimas escribió  la razón de su inasistencia a la salida grupal con sus colegas. Dejó su móvil de lado y emprendió rumbo hacia su vivienda, dejando poco a poco su casa de la infancia cada vez más lejos.

Su noche ya estaba planeada desde el inicio de semana, sin sobre pensarlo demasiado se decidió por fin a cambiar aquello que le atormentaba por las noches. Un paso a la vez, se repetía durante el trayecto a su departamento.
Su destino: el lado contrario a dónde se dirigían sus colegas, dónde un alto moreno le brindaría la poca esperanza que le faltaba para dar el paso lejos de sus noches oscuras y solas.






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Por qué siento que no tiene el sentido que quiero? ಠ⁠_⁠ಠ
Perdón si está flojo si me da tiempo le doy una repasada mañana.

¡Con el cantinero!Where stories live. Discover now