Capítulo 1: ciento setenta y nueve.

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-        Mamá, ¿por qué decidiste ser médico?

Ella dirigió su mirada hacia arriba y se abstrajo durante unos segundos para meditar sobre la respuesta.

Un fuego crepitante ardía en la chimenea frente a nosotras y nos transmitía parte de su calor.

-        Supongo que me gusta la ciencia y la medicina me parece una manera muy interesante de utilizarla para ayudar a las demás personas.

-        No, lo que te quiero preguntar es cuál fue el momento en el que decidiste que serías médico.

Mi madre me miró con extrañeza. Después asintió y dijo:

-        Está bien… A ver que recuerde… Mmm… Yo tenía veinte años y estaba estudiando ciencias económicas y empresariales. Me entusiasmaba aquella carrera, pero un día me puse enferma, muy enferma…

Emití un respingo y la interrumpí:

-        ¿Por qué, qué te ocurrió?

-        Comencé a encontrarme muy cansada, día tras día y me dolía mucho la pierna derecha. Fui al médico y me hicieron pruebas… Después me encontraron un pequeño tumor en la tibia.

Me llevé la mano derecha a la boca. Nunca me había contado aquella historia.

-        Te curaron, ¿no? Si no, no estarías aquí.

Ella sonrió.

-        Era benigno. Me operaron y me tuvieron vigilada durante algún tiempo. Hoy en día me sigo haciendo revisiones, por si acaso.

-        ¿Por eso decidiste estudiar medicina?

-        Sí y no. Verás, en el hospital yo compartía habitación con una chica de mi edad que también tenía un tumor, pero en el fémur. El suyo, al contrario que el mío, sí que era maligno… Y la propusieron amputarla la pierna para evitar que el cáncer se extendiera. Ella se negó, no quería perder la pierna. Entonces murió.

Contuve un pequeño suspiro al ver que mi madre se encontraba a punto de echarse a llorar.

-        Y quisiste ayudar a más como ella – dije tratando de completar su relato.

Ella asintió lentamente y me miró. Vi el fuego de la chimenea parcialmente reflejado en sus ojos, haciéndolos brillar.

-        Mamá, yo también quiero ser médico.

La expresión de su rostro se transformó. Viró de la tristeza a la sorpresa en tan solo cinco segundos.

-        Di algo – pedí.

-        Becca… ¿No será otra de tus ideas locas, de esas que al final acaban por desecharse? Te recuerdo que también querías ser abogada – bromeó ella.

-        No, mamá. Esta vez es de verdad.

Ella se llevó la palma de la mano a su sien izquierda, le dolía la cabeza.

-        Becca, es una vida muy sacrificada. Te recomiendo que pienses en otra profesión. No me gustaría que fueras infeliz por una mala decisión.

Aquella respuesta me confundió, mucho. ¿Cómo mi madre, que había dedicado casi toda su vida a la medicina, me decía que no era una buena idea dedicarme a ella? Escuchar aquellas palabras salir de sus labios me volvió la cabeza del revés y cambió de sitio los hemisferios de mi cerebro.

Fruncí el entrecejo.

-        ¿Cómo?

-        Que no, Becca. Piénsalo. No tiene sentido. Tienes una cabecita privilegiada, puedes tener éxito en profesiones mucho más agradecidas.

Becca Breaker(I): Contigo © Cristina González 2013/También disponible en Amazon.Where stories live. Discover now