•×• Headcanon: Shiba Taiju •×•

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—Era mi madre.

Baja los ojos y se encuentra con los otros. Curiosos en sus cuencas.

No le gustaba que lo mirara así. En general, no le gustaba que lo viera sea como fuera. Se quedaba quieto y sin palabras, solo serio escuchando cualquier patraña salir de sus pequeños labios. Dentro de ese relicario invisible que fueron creando.

—¿Me recuerdas qué edad tenías?

—No sé –arruga la frente pensativo–. Era un niño.

Su papá nunca estaba. Se le amarga la boca de recordarlo.

Iban por separado cada uno al hospital a ver a su mamá. Tiene memoria de sus párpados caídos, cansados, las ojeras verdosas y la cara chupada por la enfermedad. Solía sentarse contra la ventana, vestido pulcro con sus medias altas y el bolso de la escuela tendido en el suelo. No le gustaba fijarse en lo que era el cuerpo de su madre ya siendo consumido por el viento.

Le ardía recordarlo.

—¡Ey!

—Era muy hermosa –le había robado el celular del bolsillo–. ¿De dónde la tomaste?

—De la misma que tengo en la billetera.

Responde seco. Tragó saliva y sintió el peso flotar otra vez, después aterrizando en otra forma primitiva y cariñosa contra su pecho, como si el afecto tuviera esas premoniciones en su interior. ¿Cómo se acostumbra a ese tipo de artimañas? Cándidas y escalofriantes.

—No te quedes dormida ahí.

Murmura despacito como respuesta. No le entiende a la primera.

Como si fuera a agarrar un pequeño animal, la recoje del cuello de la camiseta hacia arriba y alzó una ceja. Con la derecha le aprieta ambas mejillas, recibiendo una mueca cómica de su contraparte.

—Para.

—No te quedes dormida allí. Vas a babear toda mi sudadera.

—No babeo.

—No quiero averiguarlo.

Risa infantil, de encanto impredecible, impregna la estancia. Sus oídos, sus poros, las luces, el sofá, sus manos, los tatuajes, que pasean con nervios y cólera en todo alrededor en su contra. No puede detenerlo, diminutos escalofríos que aparecen y huyen de su ira para admitir entre sus entrañas que está siendo ablandado. Desarmado. Una vena de molestia le pica la frente.

Derrotado, mientras las manos de malvavisco le enrollan el cuello y Taiju finge pensar en la inmortalidad del cangrejo.

—¿Cansado? Yo sí.

Asiente lento. Evitando resoplar hastiado.

Frente con frente yacen pegadas una a la otra, unidas fijamente.

Pequeño cuerpo entre sus manos, tela sobre piel, capas y capas de microfibra.

Está hecho de yeso por dentro y por fuera, quebrado al recibir un ínfimo beso en su frente. Cada tacto le extiende un manto de inexperiencia por todo su ser, incómodo, repugnante y a la vez tan calmante. Le abruma entero.

Y a la vez no se ve inquieto para colapsar. Solo permanece absorto e inerte, como una estatua a punto de explotar bajo un calor exorbitante.

Respira contra su cuello, a punto de caer en el relajante vigor junto al peso de sus párpados.

—Yo no me quejaría si te quedaras dormido ahí.

Le siente el vientre contra su abdomen, unas piernas lado a lado de sus caderas y el pecho suave donde deja caer la cabeza.

—Es diferente –susurra distraído–.

Es alucinante pero no alarmante sus brazos enrollando casi todo el cuerpo. Realizando una rutina vespertina que nace sin querer.

Y no era justo.

No siquiera habían compartido algún beso en toda la tarde.

Taiju vive para el dinero, citar un padre nuestro en las mañanas y para sus hermanos. Mezquino y enfermizo.

No hay cabida para la ingenuidad de una relación. Le consume el carácter.

Sin embargo, se despista una que otra tarde apenas encuentra la calma entre toda aquella incrédula incomodidad del tacto humano.

Y jamás entendería cuando podría adaptarse.

Era tan bonito, para la contraria, sentir ese primer flechazo al entender lo que significa los abrazos para Taiju. Era de temer. Como un tesoro escondido.

Sintió una mordida inofensiva por su pecho por sobre la camisa. Seguido de un suspiro que conectó con su garganta imitando el mismo sonido. Entraba en calor.

—No la rompas.

Taiju comenzaba a jugar con los botones de su camisa, llegando al último, desabrochando la primera capa de tela para ir a la segunda y besando volátil y con mucha confianza las figuras frente a sus ojos. Yendo al broche de atrás, pasando la humilde sombra de sus dientes en la piel.

«Shh»

Le calla muy bajo, como un llamado de atención.

Entierra los dedos entre su abundante cabello pintoresco dejándose llevar. Pega más su cuerpo sintiendo pequeñas flamas desde los pechos hasta el vientre. Suspira, conmoviendo los nervios de sus muslos. Agachando la cabeza, sin espacio suficiente por la lluvia de cabello que los cubre a su alrededor cuando están demasiado cerca el uno del otro, como una cortina de hebras, pestañas rizadas, ojos dorados.

Besos con lengua. Sonidos cariñosos y oscuridad placentera.

Si no les gusta Taiju, simplemente no digan nada njda que yo lo amo

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Si no les gusta Taiju, simplemente no digan nada njda que yo lo amo. Porque veo las red flag pero el rojo es de mis colores fav

En fin, no son locas ideas mías, siento que Taiju tiene Mommy y Daddy issues (llora en chino)

Perdón por desaparecer. ¿Me perdonan?

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⏰ Last updated: Sep 10, 2022 ⏰

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TR ━ [ᴴᵉᵃᵈᶜᵃⁿᵒⁿˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]Where stories live. Discover now