14. "See, That's my down bitch"

93 11 0
                                    

Eros

Me acerco a la cama y la tumbo con cuidado. Hay escalofríos recorriendo todo su cuerpo. 

No puedo evitar pensar en que hace apenas unas horas todo estaba bien, estábamos bien. Érika estaba bien. 

Pero ahora me entero que estoy a punto de perder al amor de mi vida, mi primer amor... 

Me limpio una pequeña lágrima con el puño, no puedo permitir que me vea débil. 

Una cuestión aparece en mi cabeza de golpe. ¿Ella debería saber todo esto? 

-Eros... -levanto la mirada para observarla mover su mano en mi busca. Entre abre sus ojitos y yo me subo a la cama mientras vuelvo a mi forma humana gateando sobre ella. 

-Estoy aquí Eri. -digo apartando un mechón de su pelo sin apartar mi vista de sus ojos. 

No dice nada, simplemente pone su mano en mi mejilla y junta nuestros labios formando un beso lento y dulce. Me aguanto las ganas de llorar para no asustarla. 

-Eros, quiero hacerlo. -susurra. 

-¿Qué? 

-Quiero hacer el amor contigo. -dice algo sonrojada pero sin apartar la mirada. 

-¿Estás segura? -Érika asiente y acto seguido me da un beso al que no me puedo negar. La temperatura entre nosotros aumenta de golpe, así que me quito la camisa sin siquiera desabotonarla. 

Su pecho sube y baja frenéticamente. 

-¿Me dejas? -susurro mirando su camiseta. Ella asiente mirando rápidamente a mi abdomen. 

Comienzo a quitar los botones de su camisa dejando su pecho descubierto poco a poco. 

-Dios... Eres jodidamente perfecta. -susurro para besar su cuello haciendo un rastro que le causa cosquillas. 

Comienzo a quitarle la falda mientras la distraigo con besos. 

En poco tiempo ambos estamos como llegamos a este mundo injusto y caótico. 

Agarro su mano y, mirándola a los ojos, vuelvo a insistir. -¿Estás segura? Solo lo haremos si tú quieres. -vuelve a asentir sin apartar la mirada, pero veo como traga un nudo en su garganta. 

"Estás nerviosa, lo sé, yo también lo estoy. "

-Tranquila. -beso sus labios mientras comienzo a moverme, noto como su cuerpo se tensa pero enseguida se relaja. 

Y así transcurrió la noche, solo Érika y yo; yo y Érika. 

Y creo que no podría tener más razón cuando digo que yo fui hecho para ella. únicamente ella, no podría estar más encantado con ello. 

...

Entro en casa con un ramo de flores para Érika, sin embargo ella está tumbada en el sofá completamente dormida y con un libro abierto sobre el pecho. 

Dejo el ramo sobre la encimera de la cocina y me acerco a ella en silencio para no despertarla. Cojo una de sus manos después de apartar el libro para poder ver sus dedos. 

Cuatro dedos de cinco en su mano izquierda... 

Hasta hace una semana solo eran dos. 

Sus manos están muy frías, y tiene algunas uñas rotas. Recuerdo que en una de sus vidas tuvo anemia, y ha vuelto por culpa del símbolo de Lete. 

Beso su mano y su frente. 

Sé que estos meses van a ser difíciles... ¿A quién pienso engañar? Van a ser horribles, cuando consigo ignorar el hecho de que en algún momento me olvidará, ese recuerdo aparece de golpe y siento que el mundo se me va encima. 

Quiero aprovechar el tiempo con ella... Yo siempre tengo suerte... Seguro que al final nada de esto es real y es todo una broma de Ares por mi mal comportamiento. Sé que estaremos juntos siempre. 

[Un mes después] 

Érika Macbeth

-Te quedan genial Eri, estás perfecta. -dice Eros besando mi cabeza. Me alejo para verme en el espejo de nuevo. 

-No me gusta... Es incómodo. -digo quitándome las gafas, pero al hacerlo veo todo borroso y no distingo nada. 

Mi salud va de mal en peor, primero la anemia, luego los dolores de cabeza, de repente soy alérgica a cosas que hasta ahora no lo era, me sangra la nariz bastante cosa que antes no pasaba y, por su fuera poco, ahora necesito gafas. 

Ante todo esto, Eros siempre me ha llevado al médico y se ha preocupado por mí. 

-Estoy horrible... -me quito las gafas y comienzo a llorar porque no sé que me está pasando. 

Me siento impotente ante todo esto y no tengo ni la menor idea de cómo manejar mis emociones ahora mismo. 

-Érika... Cielo... -Eros me abraza con fuerza y me pega a su pecho. 

-Lo siento, es que... Es que no entiendo qué pasa y siento que te estoy causando problemas. 

-Oye, no digas eso, nunca vuelvas a decir que tú salud es una molestia para mí. -dice serio poniendo sus manos en mis hombros y alejándome un poco para mirarme a los ojos. -Encarguemos unas lentillas, ¿vale? Será como antes. 

-Está bien... -sollozo limpiándome la cara con las mangas de mi camiseta. 

-Érika, mírame. -ruega, parece que empieza a agobiarse. 

-No puedo. 

-¿Por qué? 

-Porque me pones nerviosa. -río secando las lágrimas de mis ojos pochos. 

-Pero necesito que me mires. 

-¿Por qué? 

-Porque ver tus ojos me calma. -alzo la mirada con las gafas puestas y lo que veo me destroza por dentro. Intenta aguantarse las lágrimas para que no resbalen por su piel. 

Y el cabrón lo está consiguiendo. 

Ahí me doy cuenta de que Eros es más complejo de lo que pensaba. Hasta ahora creía que era un hombre de acero al que no le afectaban las cosas, pero ahora me doy cuenta de que es muy sensible. 

Pero eso no significa que solo llore o se muera de dolor o que dramatice ciertas situaciones (que lo hace a veces). Serlo también es apreciar y darse cuenta de detalles que muchas personas no ven, querer muy intensamente a los que le rodean y ser creativo. 

Ahora esa frase que me dijo hace unos días cobra más sentido. 

"-¿Por qué no pintas un rato? 

-No estoy inspirada. "

En realidad se dio cuenta mucho antes que yo que mis cosas de pintura siguen guardadas en cajas en una habitación que tiene solo para que yo pinte y haga lo que quiera. 

Pero no he entrado desde que llegué a su casa. Tal vez por miedo a que lo que pinte no esté a la altura de su persona o tal vez porque tengo miedo de que no me complazca como antes el dibujar y dar vida a un lienzo en blanco. 

Lo único que sale de mí al verle así es abrazarle y decirle: 

-No hace falta encargar nada, me acostumbraré. -y beso su mejilla sintiendo que él es el indicado. 

Pero por alguna razón tengo una sensación de que el tiempo va más rápido y que tenemos que darnos prisa, como una carrera. 

Él me rodea con sus brazos y le escucho sollozar por primera vez. Se apoya en mí como yo lo hago en él. 



CupidoWhere stories live. Discover now