Intermedio

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Era extraña la forma en que la mente procesaba los sucesos inesperados.

La repentina exposición a estimulos abruptos que recibían los sensores neuronales era muy parecido a sufrir un electrochoque directo que te dejaba letárgico.

En algún punto, dejó de sentir el dolor que aquejaba su cuerpo y en su lugar una leve sensación de hormigueo la hizo moverse suavemente mientras su boca era dulcemente devorada.

Sus instintos le indicaron que debía ladear un poco la cabeza y antes de siquiera reparar en sus acciones, un calor extraño le mermó el pecho.

¿En serio estaba pasando eso?

Que pesadilla más encantadora.

Pero, ¿Desde cuándo era tan atrevida?

Nunca hubiera imaginado que la palabra gustar saldría de sus labios. Después de todo, no era una persona demasiado valiente para expresar sus verdaderas emociones. Ese era un problema que siempre la había atormentado desde pequeña, pues al ser alguien introvertido, se le daba fatal convivir con gente que no era parte de su familia. Sin embargo, por alguna extraña razón, ésto no parecía aplicar cuando el Uchiha entraba en la formula. Él la ponía nerviosa y de un modo u otro terminaba siendo excesivamente consciente de sus acciones ,por más mínimas que éstas fueran. Inexplicablemente se veía envuelta en situaciones surrealistas debido a su influencia y no resultaba desagradable para nada.

Ah, definitivamente se había vuelto loca.

Sasuke la besó con una delicadeza impropia. Como si de pronto se hubiera convertido en una figurilla de cristal fácil de romper con la yemas de sus dedos.

—Oye...-—susurró contra sus labios y ella lo miró aturdida.

—¿Huh...?

—Abre la boca—ordenó llevando su mano izquierda a la quijada de la ojiperla.

Hinata abrió los ojos como platos al sentir que el moreno profundizaba su caricia.

Un espasmo en su columna vertebral la hizo sentir que se resbalaba dentro de la bañera, pero la vergonzosa caída nunca llegó, en su lugar, percibió cómo el chico le sostenía la cintura y luego, con sumo cuidado de no lastimar más su pierna, la bajó de la orilla del baño e hizo que se sentara sobre su regazo.

Se sentía embriagada.

Mierda, es tan malditamente linda— pensó el morocho al separarse brevemente para ver el rostro de la Hyuuga.

Sus mejillas sonrojadas eran llamativas, y sus labios lucian un poco hinchados y rojos, como un par de tomates Cherry. Se preguntó cómo es que aquello era posible y sobre todo por qué razón parecía estar tan extasiado por la respuesta que el cuerpo de la chica le daba a sus acciones y que sólo la hacían lucir más atractiva.

Desde la primera vez que vio a Hinata, había dos cosas que le quedaron claras, era increíblemente torpe y también sumamente hermosa, aunque esto no era algo que le importase en lo más mínimo, sin embargo lo que más le había llamado la atención con el tiempo que ambos habían estado compartiendo era su actitud y lo transparente que era su rostro. Ya lo había dicho, la cara de la Hyuuga dejaba expuesta su alma con suma facilidad, y aunque luego de la conversación con su hermano había decidido tomarse con calma todo lo relacionado con ella para no abrumarla, no había podido frenarse al escuchar sus palabras tan imprevistas.

—"Me gustas... quizás..."

Frunció el ceño.

La pequeña duda implicada en esa oración lo hacía sentirse ligeramente molesto. Sin embargo, también había otra emoción diferente a esa, algo que era esponjoso como un algodón. Más no fue capaz de darle un nombre adecuado, y aunque sabía que debía responder con honestidad, de algún modo su lengua era bastante pesada.

Buenos días, CariñoWhere stories live. Discover now