– De verdad que lo siento, fue sin querer, bebí más de la cuanta y–

– ¡Cállate!, no quiero escuchar tus estúpidos balbuceos–chasquee los dedos, unos pasos se acercaron a nosotros – De hecho, no quiero volver a escucharte, ni a verte–me incorpore dando unos pasos hacia atrás dejándole paso a Raffaello, un hombre más o menos de mi estatura, delgado, era un verdadero sádico, se colocó detrás de ella agarrándola con fuerza por la cabeza

– ¿Qu... Que va a hacerme?–cuestionó en tono asustado, Raffaello metió su mano en la boca sacándole la lengua

– Te la va a cortar para que no vuelvas a hablar–sus ojos se agrandaron de la sorpresa, comenzó a negar con la cabeza– Sujetadla–ordene a los demás que se movieron rápidamente acatando mi orden

Raffaello sacó un cuchillo de a saber dónde, poco a poco fue acercándolo, ella comenzó a gritar y a llorar histérica, decía algo, pero no lograba comprenderla, imagino que debe estar suplicando, vi como colocó el cuchillo encima de la lengua, él me miró a lo que asentí, la solo con brusquedad alejándose de ella.

Me acerqué levantándole el mentón, sus ojos estaban impregnados de terror, sonreí con malicia soltándola, Carlo me entrego un sobre y se lo extendí haciendo que me mirase confundida

– Es un billete de avión para Los Angeles, hay veinte mil dólares, cógelo y lárgate, si vuelvo a verte, si vuelvo a escuchar de ti, no solo no voy a dudar en cortarte la lengua yo mismo, sino que haré que te la tragues, ¿Qué claro?–cuestioné mirándola fijamente, ella asintió cogiendo el sobre con las manos temblorosas.

Pov Daniela

Baje las escaleras soltando un suspiro, me había costado conseguir que se durmieran, me desplome sobre el sofá disfrutando del silencio con los ojos cerrados.

Me sobresalté al escuchar la puerta de entrada, abrí los ojos mirando hacia el pasillo, una sonrisa adorno mis labios al ver a Fabrizio, iba a levantarme, pero me hizo un gesto para que me detuviera, se sentó a mi lado abrazándome, colocó su mentón en mi cabeza

– ¿Dónde estabas?–cuestioné aspirando el aroma de su perfume

– Arreglando un asunto sin importancia–me separe un poco de él mirándolo con suspicacia, suspiró dándome un beso en la frente– Octavia–

– ¿Qué ha pasado ahora con esa mujer?–

– Nada malo, solo ha estado hablando más de la cuenta–suspiré poniéndome de pie

– Es un maldito parásito, nunca nos dejará en paz– dije revolviéndome el cabello con frustración

– Lo he solucionado, la he enviado lejos, si sabe lo que le conviene... No volverá–se levantó abrazándome por la cintura

– ¿De verdad?–

– De verdad mi amor–besó mi frente, regalándome una sonrisa la cual devolví

– La verdad... Me da pena ese bebé, le ha tocado unos padres maravillosos–dije con ironía

– No hay bebé, ella lo perdió cuando tenía seis meses–lo miré sorprendida

– Dios... Pobre Stefano, él siempre deseo ser padre–sentí mi pecho oprimirse, no podía imaginar el dolor por el que podría estar pasando él.

Seguimos hablando un poco más con respecto al tema, también me enteré de su depresión, a pesar de lo que pasó entre nosotros, sentía pena por él, por su situación.

Veía con una sonrisa a mis padres jugar con sus nietos, esta noche se quedarían con ellos, nosotros habíamos decidido tener una cita, desde que nacieron los pequeños no habíamos salido a una.

Entre tus Manos [Versión antigua]Where stories live. Discover now