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Le saco una foto para mi Instagram y me inclino para apagar las llamitas. Todos aplauden y yo me cubro las mejillas rojas.

Los camareros que aún siguen aquí cogen la tarta para partirla en trozos y repartir a todos.

Me llevo una gran cucharada y me enamoro de esta tarta. Sabe deliciosa, el bizcocho está esponjoso y nada seco con el chocolate sabe increíble y la nata mejora el sabor. Y las flores son de obleas blanditas muy dulces.

Todos felicitan al increíble chef y se terminan los platos enseguida.

Me como mi última cucharada y llaman al camarero que se encarga de ir retirando los platos vacíos limpios y despejando la mesa de cosas. Algunos piden un café mientras seguimos charlando hasta que uno de los chicos interrumpe con que es el momento de los regalos.

¿Como? ¿Qué regalos?

Miro a los chicos que me sonríen. Jeongin y Han van al final de la mesa donde tenían escondido debajo una enorme caja preciosa de color violeta clarito.

La traen hasta mi dejándola sobre la mesa y me alucina que parece incluso más grande que yo. Me tengo que poner de pie para poder mirar en el interior.

—No me lo puedo creer —niego ante el gigantesco regalo—. La cena y la tarta eran más que suficientes.

—De eso nada —me silencia Changbin—. Te mereces un regalo.

—Por ser tan buena amiga —señala Hyujin tan lindo.

—Y por hacer tan feliz a nuestro Channie —se burla Minho sonriendo malvado a Christopher que hace pucheros lindos haciéndose el enfadado por el apodo.

—¿Cómo habéis organizado todo esto tan rápido? —pregunto sorprendida y enternecida de que me hayan comprado tantos regalos.

—Somos muchos y muy eficientes —asiente orgulloso Hyunjin y algunos le dan la razón.

—Tendrías que haber visto como me dejaron la pastelería envolviendo regalos, Peach —niega Félix.

—Lo dejamos todo limpio después —señala Han mirándolo con ojos entrecerrados.

—Después de gastar dos rollos de celo por andar a jugar —replica Felix burlón mirando a Jeong-in que sonríe como niño travieso.

—Calla y ábrelos —me ordena Minho con esa mirada que deja a todos callados.

—Vale, vale —alzo las manos pidiendo calma y empiezo con lo paquetes pequeños.

Hay un montón de cosas.

Rasgos los paquetitos algunos mal envueltos con papeles infantiles de bebés o Disney como Frozen, el rey león, Vaiana y de Mickey y Minnie pero me encantan.

En los paquetes pequeños hay una cadena doble con una luna y una piedra blanca superbonita y unos pendientes de aro. Una colonia que huele a melocotón y un montón de chucherías como skittles, piruleta en forma de corazón y bombones. Un collar blanco con pajarita y huesitos de bacon para Magdalena. Velas aromáticas y un gorrito con orejitas de pompón que pienso usar muchísimo y en una cajita rectangular un gloss rojo intenso, ¡de Dior!

¡Se volvieron locos!

—Ese color es porque sabemos que a alguien le gusta mucho el rojo —dice Bastian con una sonrisa torcida.

Todos miran a Christopher y yo también lo hago y me lo encuentro mirando fijamente mi boca. Se da cuenta de que lo estamos mirando y se pone colorado sonriendo avergonzado.

Yo siento que me pongo más roja que el gloss por como me mira disimuladamente.

Me centro de nuevo en los paquetes que quedan para no ponerme más roja. Me queda uno con forma de caja que es una cámara instantánea. Y por último el paquete más grande que está envuelto diferente con papel de seda gris y con un lazo, por la pegatina de una marca de ropa me da la pista de lo que hay dentro.

Red LightsOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz