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[16] Amor

Octubre de 1926

Decir que estaba confundida era poco, realmente poco.
Cuando despertó estaba desorientada ¿Por qué estaba en un hospital? Esa pregunta tuvo respuesta cuando se enteró de la enfermedad del sueño, la cuál había sido la causante de que mucha gente se fuera a dormir y ya no despertara.

Habían pasado diez años desde que todo eso empezó y apenas estaba comprendiendo la realidad en la que ahora se encontraba.

Sueño seguía desaparecido y no tenia ni la menor idea de que hacer para encontrarlo, seis años sin saber nada de él más los cuatro en los que estuvo dormida.

Ahora estaba en la que era su casa, los muebles estaban llenos de polvo ya que no se había molestado en limpiarlos porqué sus animos estaban por los suelos.
Parada frente al espejo de su baño analizaba su rostro, no parecía tener mas de treinta años ya que su aspecto se ha mantenido de veintiséis y eso solo la alteraba más, ¿Que carajos estaba pasando?

Soltó un suspiro y se recargó en el lavabo, abrió la llave del agua y cerró los ojos para echarse el agua fría sobre su rostro.

Escuchó picotazos proveniente de la ventana de al lado así que rápidamente tomó la toalla y se secó acercándose a la fuente del sonido.

Un sonrisa apareció en su labios cuando vió a Jessamy parada en el marco de la ventana, la abrió y el cuervo entró volando para posarse en estante.

— ¡Sigues viva! ¡Creí que habías muerto! — gritó eufórica Jessamy.

— Sí, estoy viva ¿Por qué no lo estaría? — cuestionó dudosa.

— Porqué estuve buscándote, necesito que me acompañes.

— ¿Sabes donde está Sueño?

— Sí y necesita ayuda — la preocupación en la voz de Jessamy hizo que su corazón dejara de latir durante unos instantes.

Pero no había tiempo de lamentos, Morfeo necesitaba ayuda.
Tomó su sombrero que llevaba la pluma que el cuervo le había regalado, su abrigo rojo carmesí con bordes blanco y se puso sus botines del mismo color para después salir del cuarto de baño y seguir a Jessamy.

Pero antes de cruzar la puerta principal para dirigirse a donde tuvieran cautivo a su amado sintió nuevamente esa extraña sensación recorrer su cuerpo deteniendo su andar.

— ¿Elizabeth? — Jessamy la llamó al verla parada con la mirada perdida.

Una sonrisa se plasmó repentinamente en su rostro sacándola del trance.

— Ven — el cuervo confundida siguió a la oji-miel.

La joven tomó la última rosa roja que quedaba viva en su jarrón y le arrancó los pétalos, sostuvo uno entre sus dedos y el resto los guardó en el bolsillo de su abrigo.

Acercó el pétalo a sus labios y cerró los ojos unos segundos escuchando sólo los latidos de su corazón, ellos la guiarian hasta el rey de los sueños.

Al abrir los ojos Jessamy notó que ya no eran claros, eran rojos brillantes pero no generaban temor, si no amor.

El amor más sincero, fuerte y honesto.

Soltó el pétalo y al tocar el suelo todo su alrededor había cambiado, ya no estaba en su casa, ahora se rodeaban de un hermoso jardín verde y nuevamente sus ojos volvieron al tono que solían tener.

— Es aquí — jadeó el ave asombrada por el acto de Elizabeth.

Ella ahora representaba algo más que una simple mortal.

Representaba el amor más puro, inocente, honesto y leal que jamás había existido, hasta ahora.

Ambas caminaron por el cendero hasta que llegaron a ver una casa, Elizabeth sabía perfectamente quien era el dueño y una ola de enojo llegó a su ser.

— Roderick — siseo enojada.

La representación del amor también puede llegar a ser cruel si lo provocan.

[......]

Alex estaba fastidiado de la situación, quería deshacerse de Sueño y de los constantes abusos de su padre, sólo quería volver a como todo era antes.

Dejaría salir al eterno pero antes de que pudiera seguir tratando de dialogar con él Roderick lo descubrió y mal interpretó todo.

Sentía su corazón latir como loco al temer por su vida pero antes de que Burgges pudiera golpearlo con su bastón Jessamy picoteó la ventana.

— Llevo diez años tratando de matar a ese maldito pájaro — habló malhumorado cargando su arma y queriendo comprobar la lealtad de Alex le encargó la tarea de que él lo hiciera.

El joven Burgges salió a regañadientes de su casa dejando ligeramente la puerta abierta, por donde un cuervo y un zorro cruzaron la puerta.

Jessamy y Elizabeth entrarían para liberar a Morfeo ellas mismas.
Después de crear distracciones lograron llegar al sótano en donde el eterno se encontraba.

Sueño había escuchado a su ave, generandole esperanza de que al fin podría salir y por primera vez luego de mucho tiempo una sonrisa apareció en su rostro al ver a Jessamy volar a su prisión.

El cuervo comenzó a picotear el vidrio con intensiones de romperlo bajo la atenta observación de Morfeo, pero al sentir la presencia de alguien más bajó la mirada para ver a un zorro.

Sus ojos le hicieron pensar en su Elizabeth, entonces un idea bastante absurda llegó a su cabeza pero inmediatamente la descartó, no podría ser ¿O sí?

— Mi lord — habló Jessamy sólo para que él le entendiera, mostrando que apenas había hecho un rasguño al cristal.

Sonrió aún más al ver eso pero así como el viento se lleva las hojas secas en el otoño ese rayo de esperanza que tenía se esfumó cuando Jessamy cayó muerta al suelo.

Alex le había disparado y por el impacto el vidrio estaba manchado de su sangre, era una escena desagradable para Elizabeth y Sueño, tanto que en sus ojos se vió reflejada su tristeza.

El zorro comenzó a gruñir al chico mostrando sus afilados colmillos y su pelaje erizandose, Alex bajó el arma apuntándole para defenderse pero Elizabeth fué más rápida y brincó a él para morderlo y rasguñarlo.

— ¡Que está pasando aquí abajo! — gritó Roderick entrando por el portón.

Al ver a su hijo siendo atacado por el animal utilizando su bastón le golpeó haciendo que dejara de morderlo.

El plan había fracasado, así que sin más Elizabeth tomó a Jessamy con delicadeza con su osico y salió corriendo.

No se daría por vencida pero por ahora prefería darle un funeral digno al ave.

N/A: El próximo cap probablemente tarde (o quizás no) será largo ya que explicará todo con detalle ;)