El calor de tus manos.

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Comisión para @/DustySunflower44  ¡Muchas gracias por confiar en mí!

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Los últimos rayos anaranjados del atardecer se colaban a través de la ventana de la cocina, creando sombras y colores propios de un cuadro pintado por las manos más expertas. Una brisa refrescante consiguió colarse en el interior de la estancia, balanceando las cortinas blancas en un vaivén hipnótico que consiguió hacer suspirar a Silver.

El chico de cabello rojo se encontraba sentado a la mesa, disfrutando de un té helado y el silencio pacífico gobernando en la casa. El hielo de la bebida tintineó al chocar contra el cristal cubierto de diminutas gotitas de agua después de que el muchacho volviera a revolverlo con la pajita mientras un repentino sentimiento de añoranza le arrebató una sonrisa débil.

Apoyó la cabeza en la mano, permitiendo a sus ojos perderse en el vasto horizonte veraniego mientras los recuerdos acudían a él poco a poco. Una carcajada estúpida le escapó de entre los labios al rememorar el inicio de su propia aventura Pokémon trece años atrás. Desde luego no se trató de uno limpio ni honorable, robar del laboratorio del Profesor Elm no fue la mejor de sus ideas, tampoco el huir de la policía y a pesar de que se disculpó con el viejo en numerosas ocasiones, la culpa seguía carcomiéndolo de vez en cuando.

Aunque, al mismo tiempo, no se arrepentía de esa fechoría impulsada por el descontrol propio de un chiquillo rebelde. Gracias a eso conoció a su fiel compañero ahora un poderoso e imponente Feraligatr, un Totodile revoltoso, demasiado energético para su reducido tamaño, logró comprender el verdadero significado de las batallas Pokémon, entablar fuertes vínculos con el resto del equipo, y lo más importante, encontrar al amor de su vida.

El primer combate contra Gold fue... Desastroso. El entrenador consiguió barrer el suelo utilizando a un único Pokémon, un Cyndaquil enclenque pero de una lealtad abismal. Tras la derrota, Silver estaba tan enfurecido que estuvo a punto de abalanzarse contra aquel muchacho ansioso de arrancarle esas ganas de burlarse a base de puñetazos, sin embargo, una chispa de cordura se le avivó en la mente, recordándole que se encontraba en busca y captura.

Lo odiaba desde lo más profundo de su alma. Siempre que entrenaba lo hacía impulsado por el deseo de convertirse en el entrenador más poderoso del mundo, ansiaba superar incluso a la mismísima leyenda de Kanto, Red, pero lo que realmente quería era hacer morder el polvo a ese mocoso de facciones perfectas y ojos resplandecientes. Ansiaba vengarse a pesar de que cada encontronazo conseguía acelerarle el pulso, su sola presencia lograba crearle una sensación únicamente descriptible a un incendio descontrolado en el pecho o a millones de Beautifly alzando el vuelo en su estómago al mismo tiempo.

Cuando se adentraba en las calles de la ciudad inconscientemente fantaseaba en encontrarse de bruces a Gold. Inventó cientos de escenarios ficticios, tal vez una discusión a voces sobre cómo algún día acabaría destronándolo, en algunas ocasiones incluso acababan yendo a comer a algún restaurante de comida rápida.

—Y luego acababa tirándome de los pelos, rojo como un tomate, cuando me encontraba a mí mismo pensando en esas cosas —se rio Silver liberando el último rastro de tensión acumulada en el cuerpo a causa de un arduo día de trabajo.

Los combates se sucedieron uno después de otro, cada vez más arduos e iguales. A cada combate, los lazos que lo unían al resto de sus compañeros se estrechaban. A cada combate, nuevos sentimientos le florecían en el pecho. Respeto. Aprecio. Cariño. Amor.

Aquello se trataba de algo que nunca creyó para él. El amor. Un hecho que su yo más joven consideraba inútil, una emoción destinada a aquellas almas lo suficientemente débiles para permitir que sus propios pensamientos acabaran infectados y gobernados por una persona. Una media naranja. Una persona capaz de arrebatarle el aliento en una risa armoniosa. Una persona capaz de acelerarle el pulso con su sola presencia. Una persona capaz de desearle querer pasar el resto de su vida a su lado. Una leve carcajada le escapó de entre los labios.

El calor de tus manos. [Silver x Gold]Where stories live. Discover now