31 | Espero que esta noche disfruten el concierto

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Durante largos minutos ninguno de los tres emitió siquiera una palabra. Empezaba a preguntarme si la manera en la que ella me observaba se debía a que no había tenido el mínimo interés en saber de mí a través de la televisión o internet, por lo que me había transformado en un completo desconocido, o porque sencillamente estaba asombrada de tenerme frente a ella después de tanto tiempo.

Al mismo tiempo que abrí mi boca para hablar, Caleb lo hizo, sin embargo, con un asentimiento me dio la palabra.

—Intentaré ser breve, solo he venido porque necesito pedirte algo —advertí—. Sé que eres buena guardando secretos y apoyando a tus parejas en cada una de sus ideas, por eso es que asumo que estás ocultando información que podría ser importante para la investigación. No creo que lo que le diste a la policía sea lo único que tengas con respecto al trabajo de tu esposo, lo que no entiendo es por qué lo proteges. ¿Acaso quieres a esa basura que solo ha arruinado más tu vida?

Caleb golpeó mi rodilla con la suya en un movimiento leve, un recordatorio de la charla que me había dado en su coche de camino al Centro, un llamado a comportarme y mantener mi temperamento controlado si quería obtener algo de nuestra visita. Pero era difícil, frente a mí estaba una de las personas que más traumas me había provocado.

—Por supuesto que lo quiero —respondió con voz débil. Carraspeó, llevando una mano empuñada a sus labios antes de continuar—. Pero te quiero más a ti.

—No fue lo que te pregunté —dije con firmeza—. No tengas el descaro de mentirme mientras me miras a los ojos. Ya no soy el niño ingenuo que te creía las razones que me inventabas cuando veía que te clavabas la puta aguja en el brazo.

—No miento. Si estoy aquí, es por ti y tu hermana, Tristan. Estoy aquí porque quería ayudar, porque confié en el plan de Caleb y creí que seríamos más rápidos. Sí, lo quiero, pero también entendí que debía divorciarme, por mí y para liberar tu nombre de sus negocios. Les di mi palabra.

Clavé las uñas en mis muslos, sobre la gruesa tela de mis vaqueros oscuros, y me tomé un par de segundos para no estallar.

Antes de que el problema de su esposo ocupara un espacio en mi vida, Emily ya no tenía poder sobre mí, no había nada relacionado a ella que siguiera afectándome. Pero la situación era diferente, la tenía en frente pronunciando palabras que se sentían vacías, como si aún creyera que podía engañarme.

—Entonces dime todo lo que sabes —demandé—. Si tu esposo tiene contactos allá afuera y ató cabos, debe creer que fui yo quien lo denunció. Pueden matarme. Si te importo tanto como dices, confiesa quién trabaja con él, es imposible que sea el único responsable de un negocio como ese.

Apretó sus labios mientras desviaba la mirada y negaba lentamente con su cabeza. Jugó con los dedos sobre su regazo y tomó una bocanada de aire.

—Debería ser la única que lo sabe —dijo después de un rato, negándose a mirarme—. Es un hombre tremendamente reservado con sus negocios. Si sé de ellos solo se debe a que vivía con él y las conversaciones las tenía en casa.

—¿Con quién las tenía?

Fijó sus ojos en mí, húmedos y acompañados de un par de cejas hundidas que me hicieron pensar que temía decir más.

—Vendrá por mí, Tris.

Esbocé una sonrisa irónica, sorprendido de que tuviera la audacia de recurrir a la lástima.

—Perdóname por lo que voy a decir, pero, honestamente, me importa más el hecho de que ahora mismo, mi familia, mi novio y yo estamos en peligro. Al menos tú estás aquí resguardada, es el lugar más seguro en el que has decidido mantenerte.

Entre letras y notasWhere stories live. Discover now