Capítulo 1

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La Historia regresa

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—¿Quieres que hagamos que cosa?— reclamo un chico de complexión ancha y estatura baja.

—Joven Tobías, no debe hacer tanto drama— responde el ser de piel azulada y cuatro brazos.

—Pensé que haríamos entrenamiento, no que tendríamos que leer más libros— exclamó con pesadez el chico. El troll que se hace llamar Blinkous, sale de la estancia dejando al par un momento.

—Vamos, Tobs— consuela el cazatroles humano— Un poco de lectura troll nos vendría bien. Clara ya tiene la aprobación de Vendel porque leyó sus libros.

—Jimbo, un poco de acción es lo que nos vendrá bien—  protestó— Sólo a pasado un mes desde la muerte de Bular y hemos atendido llamados mínimos de Mercadotroll.

—Y prefiero que las cosas sigan así— responde inseguro, tanta tranquilidad de Gunmar le preocupaba.

—Maese Jim, tiene razón— llega el troll con abundantes libros, quien los pone sobre la mesa— La historia de nuestra raza es importante para su entrenamiento, desde enemigos hasta otras especies que conocemos; han marcado parte del relato.

—¿Pero son necesarios tantos?— pregunto él chico castaño rojizo.

—Descuida, Blinky— responde Jim ignorando el comentario de su amigo— Avanzaremos un poco hoy antes de patrullar.

Con una sonrisa de boca cerrada del joven cazatroles, Blinky asiente con la cabeza y los acompaña a la lectura.


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El automóvil aparcó en la entrada del garaje. La casa verde olivo se notaba tal cual a la última vez que fue habitada, excepto a que ahora su color era más lustre y tenía mobiliario nuevo.

—Vaya— exclamó el hombre castaño saliendo del auto— Luce muy bien.

—Bueno, es mejor que el departamento— la chica pelinegra imitó a su padre, teniendo dieciséis años regresó a su antiguo hogar después de tanto, aunque para ella le resultaba como un nuevo comienzo.

—Claro que lo es— apresuró su padre— Arcadia es una buena residencia; no se compara a New York, pero verás que te gustará.

La chica sonrió gentilmente, creyendo en las palabras de su padre. Ambos empezaron a llegar a la entrada del hogar. Todo permanecía en sus respectivas áreas. Los sillones marrones daba contraste con las paredes baige, las plantas daban ese toque relajante al igual que la casa. Gracias a que Damián arreglo las cosas antes de la llegada, todo se mantenía en orden. Andra, seguía tan sumida viendo la sala, que ni noto la ausencia de su padre.

—Andra— llamo su progenitor desde la cocina— Hable con tu profesor, llegará en unos días.

—De acuerdo —contestó sumida viendo el estante con sus libros de aprendizaje.

—¿Estas segura de esto?— al escuchar su voz mas cerca, dio vuelta para encontrarlo en la estancia— Cariño, no tengo problema con que sigas tomando clases en casa. Pero me agradaría que salieras de las cuatro paredes.

La joven ojiverde sabía que su padre querría lo mejor para ella. Siempre le había costado adaptarse, se sentía fuera de lugar en cualquier sitio donde se encontrará y Arcadia no era la excepción. Por ello siguió con sus clases en casa desde que era una niña, cosa que la hacia sentir en calma.

ɪɴᴇᴠɪᴛᴀʙʟᴇ ʟᴇɢᴀᴄʏ [ᴊɪᴍ ʟᴀᴋᴇ ᴊʀ]Where stories live. Discover now