Tyler Harrison es el hijo de unos amigos de mis padres. Lo conozco solo de vista, es decir, jamás hablamos más de lo necesario las veces que nos encontramos en algo de negocios de nuestros padres.

—No sé. ¿Te cae bien? —vuelve a preguntar mi padre.

Me encojo de hombros.

—Sí. —Me río confundida.

Me confunde un poco que mi padre me pregunte que pienso de Tyler porque no tengo nada que pensar. No lo conozco más allá de un "Hola" y "¿Qué tal?". Así que, si no lo nombraba hoy, hubiera continuado con mi día sin recordar su existencia.

—Bien —es lo único que dice, pero sonríe un poco, mostrándose aliviado con mi respuesta.

—Entonces... —alarga mamá, viéndonos a papá y a mí con una sonrisa—. Esta noche cenaremos con los Harrison.

Frunzo el ceño.

—¿Bueno? —asiento, entrecerrando mis ojos.

Mamá y papá me observan sonriendo. Ella posa una de sus manos en su espalda, acariciándola levemente. Frunzo el ceño al verlos actuar tan raro. Es decir, el ambiente es raro. El repentino interés de mi padre sobre mi opinión sobre Tyler, me confundió porque al parecer solo preguntó eso porque está noche cenaremos con ellos.

—Iré a ver mi serie... —les digo entrecerrando mis ojos.

—¡Qué la disfrutes! —exclama mamá, contenta.

—Okay... —alargo, riéndome levemente.

(...)

—Samantha, ¿estás lista? —pregunta mi madre desde el otro lado de la puerta.

Suelto un bufido. Me molesta demasiado que me llamen por mi nombre completo y me molesta mucho más que personas que me conocen bien lo hagan. No es que no me guste mi nombre, solo que me siento como una niña que es regañada. Creo que me quedó una especie de trauma o algo así porque cuando era pequeña era muy revoltosa y siempre escuchaba "Samantha Donnet" con indignación de cualquiera.

—¡Ya casi! —exclamo, terminando de aplicarme rímel—. Una capa más y... —Cierro el producto mientras veo mi rostro en el espejo.

No hice un maquillaje superextravagante ni nada muy productivo, solo lo necesario para ocultar que paso mis noches desvelándome por series y lo suficiente para darle una buena impresión a los amigos de mis padres. Elegí un vestido azul oscuro bastante ligero porque el clima lo amerita y unos tacones negros. Con mi cabello no hice nada más que peinarlo. Aun así sonrío. Me gusta lo que veo.

Me detengo al sentir el extraño presentimiento de que sucederá algo malo. No lo sé. Son como simples advertencias que mi mente me envía, aunque casi siempre suelen ser falsas alarmas por lo que no me preocupo.

—Sam, llegaremos tarde —oigo suplicar a mi madre del otro lado de la puerta.

Me alejo del espejo, estirándome para tomar mi celular y guardarlo en mi bolso. En cuanto abro la puerta me encuentro con mi madre, revisando sus mensajes y viéndome con cara afligida. Me río de ella, pasando uno de mis brazos sobre sus hombros para comenzar a caminar juntas.

Papá condujo hasta un restaurante francés al cual venimos escasas veces, ya que aquí es donde se reúne con sus socios. Entre ellos deciden presentarte a sus familias para demostrar confianza. Lo encuentro algo tonto porque para mí no es necesario presentar a tus seres queridos para mostrar confianza. Es decir, esto no es la mafia, son asuntos empresariales.

Sarah y Jack Harrison no son socios o bueno, son mucho más que eso. Así que imagino qué eligieron este restaurante porque la comida y la atención son increíbles.

Mi estúpido niñero [DISPONIBLE EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora