Capitulo cuarenta y cuatro.

Magsimula sa umpisa
                                    

Trata de soltarse de nuevo, ha tomado un color rojo.

—Trate de ser amable pero cuando no obedecen me cabreo, ahora saca el puto teléfono y llama al que estaba junto a ti.—escupo molesto y le aflojo un poco antes, evitando que muera 

—¿Quién te ha enviado?—pregunta mirándome de soslayo con rabia 

Le aprieto de nuevo la cuerda al cuello y gime de dolor.

—El teléfono.—insisto, asiente y saca el teléfono del saco, marcando a un número—Hablarás en inglés, una palabra en ruso y no morirás asfixiado si no quemado.

—Viktor.—masculla, dice algo en ruso y aprieto la cuerda—Sube, el dueño quiere hablar con ambos...—Si, todo bien.

Y cuelga.

—Ya.—masculla

—¿Hay alguien mas con ustedes?

Niega con la cabeza, y antes de que pueda decir algo hago una llave sobre su cuello aplicando presión, trata de soltarse pero le es inútil, queda inconsciente.

Lo levanto y lo dirijo a la silla sentándolo, abro las gavetas de Mierditti en busca de alguna cuerda para amarrarle y tengo éxito, me ha dejado cuchillos y otras cosas con las que puedo jugar un rato, lo amarro rápidamente y escucho como la puerta suena.

Corro a ella y la abro escondiéndome detrás, para que no me vea.

—¿Alexandro?—le escucho gritar y luego dice algo en ruso, va a correr hacia el pero lo tomo con mi brazo y aplico la misma llave—Maldito, no sabes que pasa cuando te metes con nosotros.—masculla y trata de luchar contra mi pero no puede, y segundos después cae inconsciente 

Repito el mismo movimiento con el, pero lo coloco en la otra silla, frente a Alexandro, saco el arma que tiene Mierditti en la gaveta, la mía es una silenciadora y no tendría ciencia esto, saco las balas dejando una sola y giro el tambor un par de veces, la coloco en el medio.

Saco la bolsita de amoniaco y la coloco en la nariz de Alexandro haciendo que abra sus ojos de inmediato y luego aplico lo mismo con Viktor, ambos tratan de soltarse y miran al rededor confundidos, los he amarrado de tal forma que sus brazos queden sobre la mesa, pero con una cuerda al rededor, solos su manos pueden moverse, un poco.

Prendo un cigarrillo observándoles tranquilamente.

—¿Que mierda es esto?—grita Alexandro 

—¿Que tal es Rusia? Nunca lo he visitado.—hago una mueca expulsando el humo 

—Eres un puto americano,¿quién te ha mandado?—masculla Viktor, tratan de mover las sillas pero les es inútil 

Río.

—¿Por qué el deseo de todos es saber quien me manda?—digo burlesco y Alexandro me va a escupir pero doy un paso atrás evitándolo—También tratan de escupirme, ya estoy acostumbrado.—suspiro

—Te va a encontrar nuestra familia y te colgarán a ti y a los que te rodean.—escupe Viktor y río de nuevo fuertemente

—Es un maldito enfermo.—dice Alexandro atónito por mis carcajadas 

—Vale, vale.—me coloco serio—Ya que son rusos, quiero hacerlo mas especial, así que vamos a ver quien se mata primero.—sonrío y fruncen el ceño mirando al frente—Señores, jugaremos a la ruleta rusa.

—¿Que te hace creer que vamos a tomar la pistola?—dice Alexandro

—Si no la toman ustedes lo haré yo.—sonrío 

Shades Of Collapse {2}Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon