Yoongi miró atento, caminó arrastrando sus perezosos pies sobre la alfombra y se despojó de su ropa mientras buscaba en el armario la ropa que utilizaría para dormir. Se vistió mirando de reojo a Jimin, y supo que tenía que mantener la boca cerrada si no quería dormir justo después de una discusión.
Apretó los labios y se reprimió a sí mismo. «¿No has logrado que se duerma» le habría dicho, justo después de escuchar cómo su hijo balbuceaba bajo el silencio de la noche.
Tomó una gran bocanada de aire y caminó directo a la cama, se acercó a Jimin y descubrió el rostro de su hijo, le saludó con una diminuta sonrisa y le besó la frente. Después miró a Jimin, quiso besarle la mejilla, pero él no quiso responder y en cambió giró la cabeza para impedírselo.
Yoongi no creyó que ese gesto pudiera lastimarlo tanto como lo hizo.
Y no pudo evitar tomar la barbilla de Jimin, hacerle girar la cabeza a la fuerza y besarle los labios.
Jimin no se quejó, pero en cambio le miró con los mismos ojos lagrimeantes con los que le había visto esa misma mañana.
Yoongi guardó silencio, sentó en su lugar en la cama y esperó paciente a que Jimin decidiera dejar a Minho sobre su cuna. Desde luego, no tuvo que esperar mucho tiempo para que lo hiciera.
Jimin regresó a la cama, se metió entre las mantas y no pudo evitar tratar de enredar sus piernas heladas entre las de su marido. Se cubrió hasta la nariz y suspiró cerrando los ojos.
Yoongi le miró atento, se atrevió a estirar una de sus manos para acariciarle los cabellos, pasó sus dedos tan blancos como la cal por su mejilla y se removió entre las frazadas para acercarse aun más a su cuerpo.
Sus parpados pesaron y cuando casi lograba quedarse dormido, lo escuchó hablar.
―Quiero irme de aquí, Yoongi.
Guardó silencio. Trató de mantener los ojos abiertos y le miró aun bajo la oscuridad.
―Lo haremos pronto ―prometió, con la voz rasposa y adormecida―.
―Quiero irme ya ―dijo, y tragó pesadamente sintiendo que el nudo en su garganta le lastimaba―. No me gusta estar aquí.
«A mí tampoco» habría dicho.
Y escuchó los primeros sollozos, junto al sonido de la cama chirriar mientras Jimin se acercaba a ocultar su rostro contra su pecho.
―No me gusta ―gimoteó, temblando, aferrando sus pequeñas manos al pijama de su marido―. No quiero estar más aquí.
Yoongi suspiró.
Decidió no decir nada más.
[...]
Jimin había sido obediente, lo decía en serio, y Yoongi era testigo.
Había aprendido todo lo que se suponía que tenía qué aprender a hacer para servirle a su esposo y a su hijo.
Por fortuna, Yoongi había logrado sacarlos de ahí.
«De ahora en adelante, has las cosas bien. Obedece a tu esposo y cuida de tu hijo, es lo menos que puedes hacer» le habían dicho a Jimin.
«Si Jimin no te ayuda en la casa, no te quiere, Yoongi» le habían dicho a él. «Eres cabeza del hogar, de ti depende que tu familia sea perfecta»
Yoongi no quiso saber más.
Habían regresado a su pequeño pedazo de hogar, y Jimin ayudaba en todo lo que podía.
«Quiero ir a la playa» había dicho esa misma mañana. Y él, a cambio, respondió «Iremos al atardecer»
Y fue así, Yoongi había cumplido su palabra de llevarlo a la playa para mirar el atardecer. Había tendido una frazada sobre la arena para él, y no le dejó mojarse los pies en la orilla de la playa.
«No nos quedaremos mucho tiempo» había dicho.
Jimin sentó a su bebé frente a él, y tuvo que satisfacerse con solo verlo tomar entre sus pequeñas manos la arena húmeda y salada.
―Esta es su primera vez conociendo el mar ―dijo, sonriendo con nostalgia, ayudando a su bebé a hacer una diminuta montaña de arena―. Yo aún recuerdo la primera vez que conocí este lugar. Era pequeño, y no recuerdo cómo llegamos aquí, pero recuerdo que enterré a papá en la arena.
Yoongi escuchó atento, mirando cómo poco a poco la bóveda celeste comenzaba a oscurecer, imaginando a un pequeño Jimin enterrar a su padre hasta las piernas.
Jimin esperó a que él dijera algo, pero al ver que no pensaba hablar en ese momento, siguió:
―¿Cuándo fue que la primera vez que conociste el mar, Yoongi?
Yoongi pensó, tratando de escarbar entre sus escasos recuerdos, pero al no conseguir nada, suspiró.
―No recuerdo.
Jimin asintió, cansado, limpiando las manitas de su bebé mientras él las levantaba en su dirección, pidiéndole desesperadamente que lo tomara en sus brazos y le dejara dormir contra su pecho. Jimin lo cargó, le besó las mejillas y lo arrulló hasta lograr que se durmiera.
Yoongi no se movió, no habló y ni quiera lo miró, parecía hipnotizado por el horizonte que se cernía frente a sus ojos, su rostro iluminando por el naranja del atardecer.
Jimin suspiró, miró atento a su esposo y tragó amargamente.
―Yoongi ―le llamó, pero él no respondió―. Yoongi, dime algo.
Yoongi suspiró.
―Estoy cansado, Jimin ―murmuró, con la voz ronca―. ¿Ya te traje a este lugar, qué más quieres?
Jimin apretó los labios. Arrulló a su bebé y luchó contra las lágrimas que quisieron caer sobre su rostro.
―No soy yo con quien luchas ―dijo, tan bajito que las olas lograron opacar sus palabras― No sé con quién es tu lucha, pero debes saber que no puedes desquitarte conmigo. Quiero a mi Yoongi.
―No tengo nada qué decir, Jimin ―Yoongi no se movió, y Jimin logró mirar en los ojos de su esposo el reflejo del sol desapareciendo de un momento a otro―. Realmente no quiero pensar en nada.
Jimin quiso tragarse el chillido que salió por su garganta. Se meció con su bebé entre sus brazos y lloró mientras la oscuridad del cielo les envolvía y las estrellas les miraban expectantes.
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Tabú [Editando]
FanfictionYoongi buscaba su cinturón, Jimin lo escondía con él en la bañera. El inicio de algo que pudo haber sido evitado. Tipo de contenido; . -Relaciones Homosexuales. -Abuso doméstico. -Maltratos. -Mpreg. PRECUELA DE "EN LA BAÑERA". ES SUMAMENTE IMPO...
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