―Pues yo he trabajado todo el día ―Yoongi lo miró atento―. No eres el único, Jimin.

Jimin suspiró, siguió meciéndose de un lado a otro y comenzó a golpear suavemente el pecho de su bebé.

―Entonces sigues molesto.

Yoongi bufó.

―Ve a la habitación, Jimin. Lo arreglaremos luego ―dijo, bajando la mirada, sellando en tinta azul la parte posterior de una sola hoja.

Se levantó cerrando una de sus carpetas y la llevó a otro escritorio, rebuscó entre el revoltijo de documentos y suspiró frustrado.

Jimin frunció el ceño.

―Cuidar de un bebé no es nada fácil, Yoongi.

―Yo nunca dije lo contrario ―respondió, pareciendo estar más interesado en las carpetas en sus manos que en los que él decía.

―No entiendo por qué estás tan molesto ―siguió―. Me lo dices como si lo que yo hiciera fuera inferior a lo que tú haces.

Yoongi suspiró, soltó los papeles y se talló el rostro contra sus manos.

―Tus palabras suenan igual a las de tu madre. No sabes lo que se siente estar encerrado con ella todo el día. ¡Estoy cuidando de tu hijo, Yoongi! ―los labios de Jimin temblaron, y su rostro se tensó, aun más cuando Minho se removió sobre su pecho de manera ansiosa―. ¡Me duele el pecho, huelo mal, y no he podido dormir porque Minho me mantiene despierto toda la noche!

Yoongi enfureció, dio la vuelta sobre sus talones y miró atento a Jimin.

―¡No estás haciendo ni la mitad de trabajo que te corresponde! ¡Dime una puta vez en la que hayas lavado un solo plato! ¡Dime cuándo has ido a lavar la ropa! ¡Dime cuantas veces has decidido tender la cama por ti mismo! ¡No sabes ni preparar el maldito arroz! ―Yoongi tembló, luchando por no acercarse tanto a Jimin en ese estado, ignorando por completo que su bebé comenzaba a llorar, asustado e intimidado por los gritos―. Tú puedes quedarte todo el día en la habitación, cuidas a Minho desde la cama ¡mientras yo tengo que ir de un lado a otro, jodiendo mi maldita espalda por ti!

Jimin le miró sorprendido, su rostro enrojeció de inmediato, Yoongi no sabía si era por el enojo o por vergüenza. Desató a Minho y lo acercó más a su pecho para tratar de tranquilizarlo. Apretó los labios y lo miró atento.

La puerta se abrió, y Yoongi soltó un fuerte suspiro al ver a su hermano.

―No soy tu sirvienta, Yoongi.

Yoongi miró a Jimin.

―Entonces no te quejes como si fueras una.

Jimin se quejó, las lágrimas cayeron sin previo aviso, y cubriendo la cabeza de su bebé caminó hacia la puerta.

Yoongi sintió un nudo en la garganta, observando cómo su hermano se hacía a un lado y dejaba que Jimin se marchara.

La habitación se quedó en silencio, salvo por el llanto de Minho, que se hacía cada vez más lejano mientras Jimin se alejaba.

Namjoon tomó aire.

―Realmente no te reconozco.

Yoongi gruñó, sin atreverse a contestar las palabras de su hermano.

[...]

Soltó un fuerte suspiro y abrió la puerta, el sol se había marchado y la luna había iluminado el cielo,

Jimin arrullaba a su bebé sentado en la orilla de la cama. Ni siquiera se atrevió a moverse para mirarle, él permaneció ahí sentado mientras daba pequeñas palmadas en la espalda del pequeño.

Tabú [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora