Érase Una Vez...

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Si en lɑ nocturnɑl quietud
Ves brillɑr lɑ estrellɑ ɑzul
Todo lo que pidɑs
Se reɑlizɑrɑ́

Cuando era niño, mi mamá siempre solía contarme como las estrellas son capaces de conceder deseos

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Cuando era niño, mi mamá siempre solía contarme como las estrellas son capaces de conceder deseos.

Ella decía que si mirabas al cielo nocturno y observabas una estrella azul brillando en el manto nocturno podías pedirle un deseo, y ese deseo se cumplirá si es que lo deseas con todo el corazón.

Yo siempre deseaba poder ver todo el mundo, quería salir y explorar, descubrir lo oculto y vivir cientos de aventuras.

Mi mamá siempre me decía que yo sería un gran aventurero que descubriría tesoros ocultos y me convertiría en un gran héroe para los híbridos. Ella siempre me apoyo y decía que la vida tenía cosas grandes preparadas para mí.

Pero la vida no siempre es justa, y yo descubrí eso a los 8 años.

— Tía Carlota, ¿Mi mamá se recuperará?— Un pequeño niño preguntó mirando a la mujer más alta.

— Tu madre está muy enferma— La mujer respondió con voz seria— Será mejor que te despidas de ella ahora que puedes—

El pequeño niño entró a la habitación donde su madre reposaba, acostada sobre la cama, luciendo muy débil.

— ¿Mamá?—

— Mi niño... Ven cariño, acércate— Su madre extendió su mano derecha hacia el menor— Mi lindo patito—

— La tía Carlota me dijo que debía despedirme de ti— Comentó el pequeño mientras subía a la cama de su madre.

— La tía Carlota a veces habla sin empatía—

El niño vio a su madre sonreír levemente antes de empezar a toser.

— No vas a sanar, ¿Verdad?— Preguntó el niño, cabizbajo.

— Me temo que no— Su madre lo miró con ojos nostálgicos— Mi tiempo en este mundo se está acabando, tengo que irme—

— Pero no quiero quedarme solo— Dijo el niño, empezando a dejar fluir las lágrimas.

— No estarás solo mi amor— Su madre extendió su mano y limpió las lágrimas del menor— Yo siempre voy a estar contigo, estaré aquí y aquí—

La mujer colocó su mano sobre el corazón del niño suavemente y después la subió a la frente del niño.

— Estaré en tu corazón y en tu memoria, siempre que pienses en mí, estaré ahí contigo... Cada que sientas la brisa rozar tu piel, seré yo acariciándote con cariño—

El pequeño niño ya estaba llorando sin poder evitarlo.

— Quiero que me prometas algo— La mujer habló tomando las manos del niño— Nunca cambies, no quiero que mi muerte borre esa brillante sonrisa de tu rostro, quiero que cumplas tus sueños—

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