- [ prólogo ] -

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Prólogo: Brillo especial
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Su corazón latía rápidamente, y en cada palpitación decía a gritos: Mike.
Sus latidos nunca eran silenciosos cuando estaba junto a él.

William Byers se enamoró cuando se dió cuenta que Michael Wheeler era único. Era la única persona con la que quería pasar el resto de su vida, no le importaba de la forma en que fuese, si iba a estar a su lado. No le importaba verlo con otras chicas, si iba a estar junto a él.
No le importaba esconder su amor hasta la tumba, con tal de vivir la vida adyacente a la suya.

No le importaba nada con tal de ver a Mike Wheeler feliz.

Porque lo amaba. No era simple atracción física, o sentimental. Will amaba a su mejor amigo. Más que a su propia vida.

—¡Will! —Mike hizo movimientos repetitivos con su mano, en frente de la cara de Byers. Se había preocupado cuando éste entró en un trance.

—L-Lo siento. —Dijo sacudiendo su cabeza. No podía creer que se había quedado inmóvil frente a él y a causa de él. —Estaba...pensando. —El azabache asintió.

—Te estaba preguntando, ¿centro comercial o arcade? Iremos donde prefieras. Tú eliges esta vez, pequeño. —Continuó diciendo mientras caminaba por las oscurecidas calles de Hawkins. Estaba anocheciendo, pero sus padres les habían permitido salir el día entero.

—Lo de "pequeño" estuvo de más. —Will fingió molestia y cruzó sus brazos en demostración. Se detuvo en el camino, indicando que no iba a seguirlo porque estaba enojado.

—¿Cómo que estuvo de más? ¡Si mira lo que eres! Un niñito pequeño. —Continuó la broma tomándolo de los cachetes tiernamente. —¿O no, bebé? —Formó un puchero con sus labios y rió.

—Basta. —Sacó las manos de su cara, sonrojado. —Ya verás como en unos años te alcanzo. —Dijo refiriéndose a la altura. Se puso en puntas de pie demostrándolo y luego bajó para reírse.

—Ya te gustaría, Willy Wonka. Tú no creces más. —Sonrió. El castaño enarcó sus cejas y continuaron caminando por la vereda poblada de gente.

—Y tú no engordas. —Contraatacó, sorprendiendo al pelinegro.

—¡Ey! —Vociferó indignado y con ambas manos hizo cosquillas en el estómago del castaño.

Ocupados entre las risas, sus ojos se conectaron en una profunda mirada. De esas que hablan por sí solas.

No podían soltarse, eran como una especie de imán para sus pupilas, que estaban completamente dilatadas.

Will frunció el ceño cuando, en un punto específico del ojo de Mike, encontró un brillo especial.
Brillo que Wheeler también encontró en Byers.
Podría ser por la luna, ya que la noche se hacía en frente de ellos...pero era algo distinto, era un brillo que iba más allá de la luz o la iluminación, era más que un reflejo de la luna. Era mágico.

Ese fue su primer beso, con la mirada. Porque no había declaración más sincera que aquella. Porque ya no podían mentirse. Porque el alma se reflejaba en sus ojos. Porque estaban entrelazados a través de ese brillo especial.

De pronto, otra luz se hizo presente en la visión periférica de Mike. Era el rojo intenso del semáforo, que indicaba el detenimiento de los autos y el pase de las personas.
La gente comenzó a cruzar por la senda peatonal, provocando que el azabache rompa el lazo de miradas.

—Creo que deberíamos... —Tomó distancia, tratando de recuperarse de aquel trance en el que había estado segundos atrás. —...ir.

—Claro. —Will bajó la cabeza rápidamente en señal de vergüenza. El calor subió a sus mejillas, que estaban completamente rojas y acaloradas. Por un momento pensó en besarlo.

Comenzaron a caminar por el pase peatonal, asegurándose que podían hacerlo.

Caminaban juntos, pero cada quien estaba sumergido en sus pensamientos.
Mike pensando en Will. Will pensando en Mike. No podían borrar de su mente el color de sus ojos, y ese brillo especial que encontraron en ellos.

Las luces de los postes comenzaban a iluminar toda la ciudad. Las noches en Hawkins eran las mejores, con las mejores vistas. Lleno de luces irradiando alegría.
Las estrellas brillaban más que nunca y la luna estaba llena.

—Will, yo... —Mike se animó a hablar, sus manos se movían nerviosas. Estaba asustado, pero no podía seguir conteniendo sus sentimientos si quería que su corazón no explotase. Miraba en el suelo las rayas blancas de la calle, tratando de concentrarse en otra cosa que no sea su miedo interno. —quería decirte que... —Sus palabras fueron interrumpidas instantáneamente.

—¡MIKE!

Un fuerte e inesperado golpe chocó con una fuerza sobrenatural sobre su cuerpo.

Todo fue de repente.
Se sentía en un vuelo sin poder volar; respirando agitadamente sin poder respirar; con miedo y angustia sin poder sentir; y con una vista horrorosamente aterradora sin poder ver.

El cielo oscuro, totalmente estrellado, se volvía completamente negro, al igual que su consciencia, que durmió en ese preciso momento junto a la luz de la luna.

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