—Feliz cumpleaños Peach —grita levantando las manos alegre sosteniendo una gran bolsa de color crema.

Una sonrisa se dibuja en mis labios y enseguida me agacho para abrazarla.

—Muchas gracias.

—Es para ti —me ofrece la bolsa cuando la suelto.

—¿Es tu cumpleaños? —la voz de Christopher suena detrás mía en la puerta de la habitación porque se acaba de levantar—. ¿Por qué no me lo dijiste?

Me encojo de hombros.

—No le doy mucha importancia a mi cumpleaños.

—¿Que no...? —suelta el aire exasperado—. ¿A qué los cumpleaños son geniales? —le pregunta a Thea agachándose junto a nosotras.

—¡Sí! —exclama la pequeña apoyándose en el hombro de él—. Puedes comer mucha tarda y mamá no se enfada porque es un día especial.

—¿Ves? —señala Christopher dándole la razón a Thea—. Tenemos que celebrar tu cumpleaños, princesa.

—Y comer tarta —grita Thea cogiendo mi mano para arrastrarme fuera—. Ven, ven.

La puerta de su piso está abierta donde Mara está asomada con Denis en los brazos. Dejo la bolsa a un lado en mi piso antes de que Thea me arrastre hacia el suyo.

Mara me sonríe al pasar dándome un beso en la mejilla felicitándome.

—Muchas gracias Mara —respondo viendo reír al pequeño de la casa—. No tenías que comprarme nada.

—Claro que sí —replica poniendo la mano en la cintura—. Me has ayudado muchísimo con Thea estos meses de embarazo y queríamos hacerte un regalo.

—Ya me pagas suficiente para que la cuide y sabes que no me importa hacerlo gratis.

—Deja de decir tonterías y ve con Thea —me regaña empujándome hacia la zona de cocina.

Oigo como saluda a Christopher que entró detrás de mía pero a junto Thea que me espera ansiosa sentada en una de los taburetes de la isla.

—Lo hicimos para ti, Peach —me señala el pastel que tiene delante.

Es un bizcocho con pepitas de chocolate, encima tiene escrito mi nombre con chocolate y hay pinchadas dos velas con el 22. Es el segundo cumpleaños que paso con ellas, porque ellas ya vivían aquí cuando mi padre me compró el piso y poco después de mudarme empecé a cuidar de Thea siempre que Mara lo necesitaba.

—Muchísimas gracias, Thea, me encanta —abrazo a Thea con fuerza que intenta rodearme con sus pequeños brazos.

—Tienes que soplar las velas —exclama llamando a su madre para que encienda las velas.

Christopher se pone al otro lado de la encimera con Denis en brazos mientras Mara enciende las velas.

Me muero de vergüenza cuando empiezan a cantarme el cumpleaños feliz y Christopher lo graba todo. Viéndolos a mi alrededor cantando me doy cuenta de que tengo la mejor familia que puedo pedir. Mara es como una madre que me trata con cariño y se preocupa por mi a pesar de ya tener suficiente carga con dos hijos siendo soltera. Thea es una niña revoltosa y curiosa que es como tener una hermana pequeña. Denis aún es un bebé que no molesta más que cuando tiene hambre. Y Christopher es el novio más atento y cariñoso que pude desear. Solo me falta mi padre pero sé que el no me falla y viene a verme todas las semanas siempre que puede.

—¡Pide un deseo! —grita Thea.

No tengo ningún deseo. Tengo todo lo que quiero.

Cierro los ojos, pienso en un deseo y soplo apagando las dos velitas. Todos aplauden, incluso Denis lo intenta aunque no entienda nada pero él está feliz y es lo importante.

Red LightsWhere stories live. Discover now