Still With Me

Prólogo

Izuku miraba con insistencia la televisión donde pasaban un documental sobre los quirks y sus limitaciones o desventajas para  poder hacer nueva tecnología.

Hisashi que estaba a su lado, veía como movía sus dedos de manera ansiosa,  por lo que se preguntaba qué es lo que pasaba por la cabeza de su hijo, pues no era la primera vez que lo veía hacer eso, claro aquello no le molestaba, pues a su parecer no era malo, de cierta manera le recordaba a su hermana Kinoko cuando practicaba en el aire con teclas invisibles de un piano, pero aún así su duda estaba presente.

El hombre miró el reloj de la sala y vio que faltaba muy poco para que su turno llegara con el psicólogo infantil con el que se había comunicado para luego ir con el doctor, ya que la guardería había solicitado hacer estudios médicos para el menor para que pudiera ingresar a sus clases el lunes de la siguiente semana.

Para Hisashi aquella petición obligatoria le parecía un tanto denigrante al ser condicionantes con el ingreso de Izuku después de los dos meses ahí.

Aunque el hecho de que el menor fuera señalado por las profesoras por su comportamiento, le pareció preocupante, porque Izuku no era un niño problemático sino todo lo contrario, aunque eso también era preocupante para las profesoras que notaban que no hacía amigos, no prestaba atención cuando lo llamaban hasta que le hablaban directamente al tocarlo y no hablaba para nada.

Sí, quizás Hisashi no estaba tan pendiente de Izuku como Inko por culpa de su trabajo que lo dejaba agotado y sin tiempo, pero su esposa nunca le había dicho nada malo al respecto, solo había notado que el menor no hablaba, pero de ahí en fuera el niño era inteligente porque según la mujer solo era lento para hablar. Ante eso, el hombre pensaba que era mejor ir a tratar el asunto con la profesora, pues empezaba a creer que Inko ignoraba a Izuku. Por ese motivo, cuando mandaron a llamar a las figuras paternas de su hijo, él estuvo ahí escuchando las preocupaciones y peticiones de las educadoras.

Es así como ahora estaba en un consultorio de un psicólogo infantil en el centro de Tokio, después de que un especialista de su zona dijera que Izuku tenía un pequeño retraso para desarrollar su inteligencia cuando Hisashi habló con él y le explicó la situación sin que el hombre se detuviera a tratar con el menor que miraba un libro interactivo que le habían dado en su clase.

La desconfianza por el diagnóstico del hombre hizo que buscara a un especialista fuera de la zona, pues Izuku no tenía problemas de aprender, porque hasta eso las maestras habían dicho que era muy inteligente y eso demostraba que el primer psicólogo estaba mal.

Quizás este especialista era más caro, pero prefería gastar más por entender mejor a Izuku que estornudó, y Hisashi buscó un pañuelo desechable para el pequeño que tardó en tomarlo, pero lo hizo para limpiarse la nariz y devolverle el pañuelo sucio cuando el mayor se lo pidió y lo tiró.

La puerta del consultorio se abrió y un niño que tenía un rompecabezas en la mano, mientras hablaba con su madre sobre sus clases aparecieron, donde ella le palmeó su cabeza con cariño, mientras agradecía el tiempo del especialista que miró a los dos en su consultorio, donde la secretaria que siempre estuvo callada, guiaba a la mujer a su escritorio para agendar otra cita.

—¿Midoriya? —llamó el hombre con una edad cercana a la de Hisashi.

—Sí, somos nosotros.

—Adelante. —dijo el hombre entrando de nuevo y Hisashi tomó la mano de Izuku indicándole que debían moverse de habitación, haciendo que el menor dejara de ver la televisión y le prestara atención a Hisashi que apretó su mano nervioso sin lastimar al pequeño que parecía darle igual el contacto cuando miró al niño imperactivo de la habitación, el cual parecía sacar unas leves burbujas de su boca que flotaban por encima de él y la madre, algo de lo que Izuku sintió una gran curiosidad de saber más, pero debía entrar a la habitación con su padre cuando Hisashi notó que no avanzaba y terminó empujándolo suavemente para ingresar al lugar.