Chapter twenty-three.

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—Nunca se pudieron solucionar. —intenté explicar— Creo que... este matrimonio no tiene arreglo.

Hizo una mueca. —De verdad lo siento, Harry. ¿Y qué harás al respecto?

—Le pedí el divorcio, Neville.

Hubo un silencio incómodo y sólo pude fruncir los labios. Había sonado muy directo, pero es lo que realmente quería hacer hace mucho tiempo.

—¿Qué dijo ella?

—Esto ocurrió hace tres meses y aún no firma los papeles. —pateé una pequeña piedra con la punta de mi zapato— Le he insistido pero no da respuesta, supongo que no acepta por nuestros hijos.

—Puedo entenderla. —respondió luego de unos segundos— Es decir, pasaron de sentir todo a no sentir nada después de tanto tiempo, tampoco es sencillo aceptar un divorcio.

Chisté, reconociendo en mi interior que él tenía razón. —¿Y qué quieres que haga? No puedo obligarme a estar con ella cuando entre nosotros murió todo.

—¿Pero están separados?

—Sí, todo acabó. —asentí— Sólo queda eso, la firma del divorcio.

Ambos salimos al exterior del castillo, subiendo el cuello de nuestros abrigos por una pequeña brisa.

Lo único que no extrañaba de este lugar era eso, el frío incontrolable que nunca se iba.

—Entonces es eso lo que tiene tan mal a Albus. —dedujo.

—¿Te ha contado algo en específico?

—No, ¿pero recuerdas esa vez que lo vi muy mal? Me hace algo de sentido ahora, aunque él siempre se ha animado a contarme sus problemas.

Bajé la mirada. —Intenta a toda costa que Ginny y yo volvamos a lo de antes, pero le he explicado que no puedo.

Sentí su mano libre apoyarse en mi hombro y le sonreí; en realidad ese gesto fue más como una mueca que una sonrisa.

—Las cosas irán mejor. —intentó subirme el ánimo— Tus hijos ya están grandes para emtender que no hay matrimonio perfecto, y en ocasiones es mejor una distancia que una unión falsa.

—Sí... tienes razón.

—Ginny acabará entendiendo, sólo es cuestión de tiempo.

Tiempo... odiaba cuando todo dependía del tiempo.

No hubo más conversación entre nosotros hasta que llegamos al invernadero. Neville abrió la puerta tras murmurar un hechizo e ingresó, indicándome que esperara afuera.

Al salir tenía en sus manos una canasta, donde suponía que irían las fresas.

—El arbusto está acá atrás, tienes suerte de que sea época de su crecimiento. —dijo mientras avanzaba.

Su tamaño era muy diminuto, ni siquiera me lo imaginaba así, y lucía pequeños manchones rojizos por todo su alrededor.

Fresas pequeñas y medianas que colgaban de ramas variadas.

—No sé cuántas quieres exactamente, pero intentemos sacar las que podamos.

—No muchas, unas cuantas estará bien. —me encogí de hombros.

Me agaché para mayor comodidad, subiendo las mangas de mi abrigo y traje para evitar que se ensuciaran.

Neville me imitó y de inmediato comenzó a sacar, sosteniendo la rama de donde la fruta colgaba.

—Ten cuidado, si la sacas con mucha fuerza puede quebrarse y automáticamente deja de ser comestible. —avisó— Lo fácil es tomar la rama, a la fresa de las un pequeño giro y la arrancas hacia abajo, suave.

SUNFLOWER | Harry PotterWhere stories live. Discover now