Capítulo 1

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Adara

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Adara

Corre, corre, corre.

Repetía mi mente una y otra vez. Las finas y peligrosas ramas de aquellos árboles torcidos mi vestido blanco desgarraron y junto a él, la piel de mis manos, brazos y rostro. Las hojas secas y muertas del suelo del bosque mis pisadas amortiguaron y a mis adoloridos pies una alfombra ofrecieron, al tiempo en que no dejaba atrás aquella orden que mi cerebro había dado.

Lágrimas bajaban por mis mejillas, dejando atrás un camino húmedo con restos de aquellos productos de belleza que ella me había obligado a usar esta noche. Mi corazón contra mi pecho latía, fuerte y temeroso del camino que ahora tomaba.

—¡Por allá, sigan su maldito rastro, imbéciles! —gritó uno, con voz masculina y perversa, dueña del ser cubierto por su metálica armadura plateada que tintineante se escuchaba.

Podía sentirlos, escucharlos y verlos sostener en la distancia sus ardientes antorchas mientras buscaban por todo aquel bosque el objeto del deseo de su líder.

Su líder...

Aquel tirano, aquel perverso ser que me había orillado a tomar la desesperada decisión que en estos momentos ejecutaba. Aquel casi único culpable de todo mi sufrimiento y del destino que ahora entre mis manos llevaba, con mi vestido hecho tirones, el corsé maltratando mis pechos y el único rastro que a mí podría llevarlos... Trozos de la blanca tela que un día formó parte de un hermoso vestido, hecho para una sumisa, no para mí.

El tintineo de sus brillantes—pero sucias—armaduras siguió y a mi cabeza no dejó de atormentar, hasta que con la primera piedra di. Mi cuerpo hacia adelante se abalanzó y mi cara contra aquel suelo boscoso lleno de hojas fue a parar, mi cabello rojizo y desordenado hacia delante cayó y con las joyas que aun llevaba puestas se terminó por enredar.

Sin embargo, el ardor en mi tobillo estuvo primero y tras sostenerlo me obligué a seguir, mi vista hacia atrás llevé y el horror de mis claros ojos se mezcló entonces con todo aquello que en mi pecho se encontraba.

Ira.

Decepción.

Su imagen fija en mi memoria se encontraba, podía ver esos mismos ojos claros sobre los míos, fríos. Su mano la antorcha de fuego sostenía y tras girarse hacia él una sonrisa siniestra observé, antes de que de sus labios la orden saliera.

—Asesínala y trae su corazón.

Veneno, odio y maldad, fue lo que vi en aquellos ojos claros iguales a los míos. Su mano tomó mi rostro a pesar de la resistencia que opuse y con una falsa pena me miró, permitiendo que mis ojos por última vez grabaran su recuerdo en mi memoria, llena de joyas, su fino vestido y su verdadero rostro, no aquel lleno de esa mirada de amor que de niña solía echarme, sino aquel lleno de maldad pura.

Su cabeza adornada estaba por esa tiara de finos y deslumbrantes diamantes y de ella elegantes cadenas de perlas que caían por su rostro.

Asco realmente sentí, asco y repulsión al sentir entonces las manos de él sobre mi cuerpo, tocando mis pechos por encima de la tela del vestido e intentando introducir sus gruesos y sucios dedos más allá de lo que debía, para tocar todas aquellas zonas que vírgenes se encontraban de mi cuerpo. A su cara escupí y su voz de nuevo escuché:

Aramoor Heart [+18]Where stories live. Discover now