Jorge condujo hasta la mansión de los Mydffai, ya que Sofía estaba inconsolable. Al llegar, la Señora Mydffai les esperaba en la entrada, para guiar a Jorge hasta el despacho de su esposo.

— Entra, te estaba esperando — dice de manera apática Martina.

Jorge mira por última vez a Sofía, quien seguía llorando, hasta que su madre la saca del lugar.

Toca a la puerta y entra. El Señor Mydffai estaba sentado en su escritorio, con un vaso de Whisky.

— Pasa y cierra la puerta. — Da un suspiro cansado y una mirada amenazante — Bien muchachito vamos al grano, mi hija por su expresión ya te debe haber dicho a lo que has venido, y no pienso darle vueltas a este asunto. Quiero que te alejes de ella, sabes muy bien que una chica de su altura no puede estar con alguien como tú. Yo no soy la beneficencia, como para tener a un chico de tu condición por mi casa.

Jorge debía ser fuerte y mantener compostura, porque sabría que este hombre lo humillaría y sería hiriente.

— Señor, sé que para usted no soy nadie, porque no tengo fortuna, pero tengo aspiraciones. Si me diera la oportunidad de demostrar quién realmente soy...

— No estoy para eso, ahórratelo. Sé cómo funcionan las cosas aquí, literalmente quiero que desaparezcas. Deja a Sofía, porque para ella tengo otros planes, y tú solo eres la mosca en la sopa.

Federico comienza a escribir un cheque rápidamente y lo deja en el borde de la mesa.

Jorge estaba sorprendido ante aquello. Pensaba que estas cosas solo ocurrían en las películas. Nunca se había sentido tan humillado en toda su existencia.

— No tomaré su dinero. No puede pagarle a la gente para que haga lo que usted quiere. — dice furioso Jorge.

— Ya corta con las clases de moral. No debería darte nada, pero es un detalle que hago para que salgas de la ciudad y puedas hacer tu vida en otro lugar. Sé que para la gente como tú es difícil hacerlo sin dinero, así que solo te estoy ayudando, es una cortesía de mi parte.

— No me alejaré de Sofía, no porque así lo quiera, usted y su dinero no nos puede comprar, estamos enamorados y nadie lo va a romper...

Federico da un golpe en la mesa y se levanta apresuradamente ya sin paciencia.

— Ya mocoso. Como tu mente con complejo de príncipe azul no te hacen entender, te lo diré de manera sencilla. Tengo suficientes influencias como para destrozarte, si continúas en tu negativa, solicitaré que se te niegue la entrega de tu título. Eso son 5 años desperdiciados, y sé que para alguien de tu clase no se lo podría permitir... no podrás ejercer, y no importa que ya estés aprobado en la universidad, se mantendrá la retención de él.

Sofía tenía razón, el tipo no tenía escrúpulos, lo separaría de él a como diera lugar. Tenía que ser rápido y pensar alguna solución, así que la mente de Jorge busca miles de soluciones y sus posibles consecuencias, mientras el señor Mydffai continúa hablando.

— Si te alejas, pero descubro que me están engañando y se siguen viendo a escondidas después de obtener tu título... te proseguiré, te arruinaré, no podrás conseguir trabajo en ningún sitio, ni siquiera como chico de limpieza, independiente del sitio en donde estés. Si Sofía por sus tontas ilusiones se va contigo, haré lo mismo para ella, aparte de sacarla de la empresa, le quitaré sus privilegios y la expulsaré de esta casa, tendrá la misma condición que tú. Con el tiempo y cuando su miseria sea insoportable, veremos cuánto les durará el amor...

Jorge mordía sus labios y presionaba sus puños. No podía creer que alguien, por cumplir con sus objetivos, pudiera ser tan cruel. Todo esto se lo advirtió Sofía, y sentía lástima por ella, puesto que le comprendía muy bien, ya que tampoco le importaba arruinar la vida de su hija. Lo odiaba, quería vengarse, que se comiera cada una de sus repugnantes y podridas palabras, pero ahora no podía hacerlo. Como si fuera una respuesta a su pregunta, llega a su mente un plan, esa sería la única forma de lograr su objetivo.

— Está bien señor Mydffai, lo comprendo... me alejaré de Sofía

Federico toma el cheque y lo dobla, se acerca dónde estaba de pie Jorge y se lo guarda en el bolsillo de su chaqueta.

— Las mujeres por su condición suponen que el amor lo puede todo, pero nosotros sabemos cómo funcionan las cosas. Lo mejor es que te vayas sin dar muchas explicaciones, elimina comunicación por completo, no llamadas, no mensajes, solo desaparece, así todos estaremos bien.

— Señor, solo le pido que me dé dos días, para poder hacer eso, luego desapareceré y no sabrá más de mí.

— Me parece bien. Recuerda que te estaré vigilando. Si me engañas o descubro que te sigues contactando con Sofía, no te daré una segunda oportunidad. Marcharte, hemos terminado esta conversación.

Jorge sale afuera del despacho, toma el cheque que estaba en su chaqueta, que, sin verlo, comienza a rasgarlo. Temblaba, la ira se apoderó de él, en un par de minuto lo habían humillado, amenazado y obligado a dejar a su amor. Se sentía insignificante, pero en este tiempo no podía hacer nada, así que sus planes, su venganza y Sofía, debían aguardar. Esto lo destrozó por dentro, y si bien, él era fuerte y nunca se doblaba ante las dificultades de la vida, en ese memento se contuvo para no llorar.

Mi único pecado, fue quererte.Where stories live. Discover now