Capítulo 8

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Las semanas de clases continuaban y la rutina de Sofía y Jorge se mantenía, pero él notaba a su amiga extraña. Estaba más callada, no bromeaba y se mantenía distraída.

— Pilluela... ¿Te ocurre algo?

— No me ocurre nada Jorge — Sale de sus pensamientos y ve que Jorge estaba preocupado.

— Vamos, te conozco, y sé que me oculta algo. Sabes que puedes contarme lo que sea.

— No es nada, de verdad. Solo estoy algo cansada.

Sofía comienza a preparar su bolso, ya que era hora en la que tenía que dejar a Jorge en su departamento para que pueda ir a su trabajo.

— Si no me lo quieres contar, créeme que está bien, pero no me engañas. Mi pilluela siempre ríe y esta semana, no lo has hecho.

— Estoy bien. Mira que ya es viernes y podremos dormir hasta tarde mañana. — Sofía le regala una amplia sonrisa, junto con una mirada cariñosa.

A pesar de que Sofía le había dicho que estaba todo bien, Jorge esa noche estaba distraído en el trabajo, no podía dejar de pensar en Sofía y había cometido varios errores mientras divaga en sus pensamientos, lo que hizo que le llamaran la atención en más de una oportunidad.

Al retirarse esa noche del Bar, Jorge seguía cabizbajo, pensando en Sofía, pero sale de sus pensamientos, cuando un compañero de trabajo le da un codazo y le pregunta si ese era el vehículo de su novia. Jorge gira la cabeza y ve que estaba el BMW deportivo de Sofía, estacionado y con las luces apagadas. Se dirige a él, creyendo que realmente algo le preocupaba y quizás olvidó nuevamente algo en la universidad.

Jorge camina hasta el automóvil riendo, pensando en hacerle alguna broma, así que abre la puerta del copiloto.

— Pilluela... ¿Se te ha olvidado algo?

Jorge guarda silencio y se sorprende cuando ve adentro a Sofía, que tenía la cara bañada de lágrimas.

— Hey, hey... ¿Qué paso?

Ella se tapa nuevamente el rostro con las manos y comienza a llorar de manera agitada.

Jorge sale del vehículo y va a la puerta del piloto, para sacar a Sofía de ahí y abrazarla. Ella lloraba, refugiándose en los brazos de él, sintiendo como temblaba y se aferraba de su camisa.

Al estar más calmada, Jorge le invita a caminar por las calles, hasta llegar a un pequeño parque, sentándose en una banca, esperando a que le diga que pasó.

— Mis padres nuevamente discutieron... por lo mismo de siempre. Pero, esta vez la pelea se extendió por días... papá nuevamente amenazó con sacarnos de la casa, mi madre amenazaba con demandarlo y quitarle la mitad de todo... lo típico.

— Pero, eso no es lo que te afecta ahora, ¿verdad? — Jorge la mira preocupado.

Sofía niega con la cabeza.

— Esta vez paso a ser más serio. Papá le dijo a mi madre que estaba seguro de que yo no era su hija, porque ha tenido muchas mujeres y ella es la única que ha quedado embarazada, además de que hablo con muchos médicos y que supuestamente era estéril. En fin, quería probar que mi madre le fue infiel y así tener el divorcio, para que ella no tenga derecho a las propiedades.

— Pero eso no quedará en nada más que palabras — le consolaba Jorge.

— Pidió una prueba de ADN.

— Sofía, realmente siguen siendo amenazas, tu padre no será tan desconsiderado de arrastrarte en una pelea matrimonial.

Sofía saca de su bolsillo un papel y se lo entrega a Jorge, quien lo mira sin poder creer. Era una citación en una clínica para dejar una muestra de ADN, el día de mañana.

Mi único pecado, fue quererte.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant